martes, 17 de noviembre de 2015

No te conformes

Han visto esos nuevos anuncios de shampoo donde sale una mujer muy Sex and the City diciendo “No te conformes”, y nos da su testimonio de vida de cuando estaba en una fiesta con un hombre guapísimo pero que no sabía bailar, entonces se lo endosó a otra ciudadana que estaba con uno igual de guapo pero con más flow? Ya sin mencionar que si esto fuera al revés y se tratara de dos hombres que se intercambian mujeres -que solo valen si son guapas- como si se tratara de postalitas de álbum, habrían desatado la furia apocalíptica de quienes luchan contra el sexismo; también podemos encontrar otro fondo nefasto en esta publicidad estupidizante con que nos saturan cada día.
Si bien es cierto el uso popular de conformarse sugiere a una especia de resignación con una condición inmerecida, la definición de conformarse es “darse por satisfecho”, y es justo por esta manía social a nunca darse por satisfecho que vivimos en una sociedad llena de envidias, frustraciones y desesperación constante. Por eso salimos todos los días a la calle como quién sale a una guerra, tratando de arrebatarle el bocado de entre los dientes al pójimo, por eso trabajamos en cualquier cosa que nos pague 5 pesos más aunque de camino vayamos maldiciendo nuestra suerte, nos endeudamos con tarjetas de crédito, prestamistas garroteros, expomóviles, minicuotas, por eso ya están repartidos nuestros próximos 15 años de salarios.
Por eso algunas mujeres andan buscando novio como quién busca brete, pensando en las mejores condiciones para su futuro como completando una hoja de cálculo, en lugar de darse la oportunidad de sentir y enamorarse por las razones correctas.
Por eso las personas están con una pareja que los hace felices y plenos, pero apenas se sientan en una mesa de cantina o a tomar café con las amigas empieza la activación del “que me estaré perdiendo?”, por eso aquellos vicios más masculinos ahora han permeado también a algunas mujeres, y se ve a la gente como en un safari urbano, tratando de cazar a la presa que todos quieren para para ganarse el aplauso del hipócrita aun exponiendo lo que realmente le llena.
Y lo peor es que no acompañamos esta insatisfacción con un afán de mejorar, somos excelentes a la hora de determinar que queremos pero incapaces de analizar qué es lo que merecemos. Ahí saltan quienes en su vida han hecho una abdominal, quienes llegan a sus trabajos a cumplir horarios y no le han comprado a la pareja ni una flor de itabo, pensando que ellos quedaría lindísimos y lindiismas a la par del millonario con pinta de modelo, que pasa a recogerlos en su Ferrari para llevarlos a vacacionar a Saint Tropez y hacer el amor de manera salvaje hasta el amanecer; y felices, porque esa gente si debe de conformarse con usted.
Ahí salen los idiotas diciendo “que difícil es ser fiel”, o “como me voy a pasar el resto de la vida comiendo un mismo sabor de helado”, como si las personas fueran cosas, y haciendo lujo de mal gusto. Es el tipo de gente que llega a un buffet de todo incluido y hace una torre en el plato con todo lo que haya, apilando lado a lado una carne roja con un pollo en salsa blanca, un pescado, unos tacos y macarrones en salsa de tomate; los mismo que cuando viajan a Europa visitan 12 ciudades en 5 días, apenas con tiempo para tomarse una foto frente a la torre Eiffel y ponerla en el Facebook, pero realmente nunca conociendo ni disfrutando nada.
Eso de no conformarse es para la gente que no sabe que es lo que quiere, que no conoce la forma de su felicidad, es para personas condenadas a la frustración por querer tener lo de todos sin disfrutar de lo propio. La vida está indiscutiblemente condicionada por nuestras decisiones, si queremos disfrutar de algo habrá sin duda que dejar por fuera otras cosas, la ciencia está en quedarse con lo que verdaderamente nos llena. La ciencia está en saber conformarse, darse por satisfecho, cuando hayamos encontrado lo que nos hace felices y luego dar todo lo que esté en nosotros para conservar y merecer esa felicidad.

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