viernes, 30 de enero de 2009

cheche

En algún momento de mi vida mis opciones laborales se habían reducido a trabajos ad honorem, ventas de cursos de inglés y practicas nunca pagadas, en un esfuerzo desesperado por conseguir la independencia financiera que me permitiera salir más y tomar más, decidí estudiar para ser cocinero.
Un instituto de gobierno brindaba la carrera, era muy difícil ingresar pero lo conseguí, el grupo era bastante variado, desde personas con estudios universitarios hasta otros que con “menores posibilidades”.
Recuerdo este como uno de los años más felices de mi vida, cocinábamos, comíamos, nos escondíamos en la bodega para tomar vermut rojo, cantábamos piezas viejas, salíamos a tomar guaro prensado a las peores cantinas de San Jose… Fue como volver al colegio pero con mayor amplitud mental.
Conocí gente interesantísima, entre ellos al protagonista de esta historia, el Cheche.
Su nombre real era Emmanuel, llegó tarde a la primera clase con una camisa con llamas bordadas y una faja con hebilla de No Fear, cuando hablaba torcía la boca y constantemente halaba los mocos, producto de sus pasatiempos.
Como todo perro callejero, al principio le costaba relacionarse con la gente, nos veía con ojos de desconfianza y asumía que nosotros lo veíamos con miedo, fue hasta un día que nos reunimos para hacer un trabajo, en un menú incluimos un queque de “no se que” y el tal Emmanuel en lugar de “queque” puso “cheche” y desde ahí le empezamos a decir así.
Con el tiempo nos dimos cuenta que el Cheche era un tipazo, un carajo con un pasado complicadísimo pero con un corazón de oro, esos maes que fácil comen confite por un compa, criado ahí por la maternidad Carit, el Cheche era amigo de todos los travestis, hasta los conocía por su nombre de fabrica, no alcanzaba los 30 años y tenía más faenas que Tarzan y más mañas que el Mago Mandrake.
Su nombre de calle era Mei, uno con eso podía salvar una puñalada en Garabito o conseguirse una novia delicada en la Reforma, era el legitimo gato negro que tenía siete vidas a la semana, lo buscaron para matarlo, se perdía y aparecía 5 días después en la calle, todo un sobreviviente josefino.
Era curioso porque yo venía saliendo de un noviazgo largo y el Cheche también, entonces empatamos en eso, hablábamos de lo guevón que era a ratos y veíamos el mundo con mejores ojos, a Cheche lo habían mandado para la mierda por pinta, es que el mop era demasiado pinta, al chile.
La vieja no era Hillary Clinton pero seguro conocía un cole por dentro y casi nunca había bailado en un tubo, y eso para el Cheche era aristocracia, la muchacha se cansó de limpiarle la ñata al brother y se dio a la tarea de encontrar uno que no la llevara de Luna de Miel al Gran Imperial, y el Cheche se fue en la tira.
Yo trate de incluir al Cheche en todas mis cosas, para que conociera facetas que no le habían tocado, un día me invitaron a una pasarela de moda, no como las de la teja sino de verdad, era en Martini, un bar que se las daba de muy elitista por esos días, yo le dije al Cheche que se consiguiera una buena pinta y yo lo llevaba como periodista que cubría el evento. El mae iba todo terapeado, ahí él era el invitado estrella, no tenía que dejarse intimidar por nadie ni dejarse menospreciar.
Les juro que fue invaluable el ver al Cheche gritándole a una mesera sueca porque según él le habían dado un trago que no era Old Parr: “¿Servicio? ¿Ustedes saben lo que significa esa palabra? ¿Usted cree que yo soy un campesino que no puedo diferenciar entre un Chivas Regal y un Old Parr?” En su vida había probado más que el chirrite pero Cheche estaba en su etapa VIP.
Hace tiempo que no hablo con el Cheche, la ultima vez que lo vi, era jefe de la cocina de un restaurante, al fin y al cabo no resultó tan malo su futuro, como pasa siempre en estas historias, un día lo llamo su exnovia y le dijo que lo extrañaba mucho, que le dieran otra oportunidad a las cosas, que estaba muy contenta por como le iban las cosas a este nuevo Mei.
El mae la paró en seco, la volvía a ver a lacara con la mueca torcida, jalo un toque los mocos y le dijo: “Ya Mei no existe, a Mei lo agarraron en la calle y le dieron confite, Mei palmó gacho… Ahora yo soy Cheche porque mis amigos me dicen Cheche”.

miércoles, 7 de enero de 2009

tierra santa

El conflicto arabe israelita es una mierda, a esa tierra yo no le queda nada de santa y el muro de los lamentos se ha vuelto demasiado gráfico.

No termino de entender porque las partes especiales de tres de las religiones principales se encuentran en un par de kilometros cuadrados ¿Será que Dios quería saber que tanto lo deseaban?

lunes, 5 de enero de 2009

Alcoholemias

Definitivamente el internet es uno de los más destacados inventos en la historia de la humanidad, como parte de todo esto, los blogs nos permiten expresar de una forma libre nuestros puntos de vista más arbitrarios sin el temor a la vergüenza publica, a continuación un par de esas cosas que nunca podrá leer en un periódico:

Yo respeto las cosas que merecen respeto pero esta nueva Ley de Transito es un perro con capa.

Defiendo mi derecho a manejar borracho, defiendo el derecho de las personas a movilizarse bajos los efectos etílicos, reconozco la posibilidad que algunas personas manejen mejor con tragos y espero que un par de muertecillas en carretera no vayan a manchar nuestra larga tradición de ser temerarios conductores embriagados.

Espero que el primer personaje público en caer borracho y al volante sea Franklin Chang para que lleven más al suave la cosa.

Con la Ley de Enriquecimiento Ilícito, La Ley de penalización de la Violencia contra la Mujer y la Nueva Ley de Transito, mis posibilidades de morir sin haber estado en la cárcel son mínimas.

Si no puedo meterles guaro a las viejas para llevarlas a mi cama, me siento como Gianluca Grignanni si no lo dejan cantar “Mi historia entre tus dedos”.

Este nuevo fantoche de ley va a disparar el consumo de las inmedibles drogas ilegales así como la corrupción de los “intachable” oficiales de transito.

Pronto las mamás de campo van a soñar con que sus hijas se casen con un trafico que les de una buena casa y un buen carro proveniente de SUS bolsillos.

Formas ridículas pero viables para evadir a la ley:

Si divisa un operativo a los 50 metros, detenga el carro, ciérrelo y salga caminando para el otro lado, si se acercan a detenerlo niegue que ese sea su carro hasta las últimas consecuencias.

Siempre lleve un litro de whisky en el carro, antes que se acerquen a practicarle la alcoholemia tómese un muy buen trago, la medición revelará una cantidad de licor en la sangre que no le permitiría estar vivo, apele ante el juez problemas técnicos.

Cómase un paquete de galletas soda inmediatamente antes de la medición, los trocitos que queden en su boca obstruirán el paso de la boquilla, cada oficial es responsable por esas boquillas y si no funcionan más deben de pagarlas (y son caras) después de dos mediciones obstruidas lo dejaran ir sin más preguntas, golpéelos en el bolsillo.

O bien podría no tomar si va manejar, designar un conductor resignado, tomarse una cerveza por hora, utilizar el transporte público, conseguirse una novia que no tome y olvídarse del mundo exterior, ver telenovelas colombianas o cualquier otra cosa que hagan las personas normales.