miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿cómo?

¿Cómo me olvido los caminos de una separación silente pero mutua? ¿Cómo me faltan las palabras para decirte que no entiendo que ruta tomamos desde el vernos y sentirnos, al intuirnos y ladrarnos? Como extraño a una persona que hoy me sienta mitológica.


Es otro adiós silente, otra bofetada a las santas posibilidades que nos fueron acordadas, otro adiós silente acompañado de un te odio silente, de un te añoro silente, de un te pude haber amado silente

Crucémonos de acera si nos vemos, ya nada de esto tiene sentido, morimos los dos un poco en esta fría neutralidad de los que se pudieron amar y hoy no pueden nada, ni siquiera odiarse

martes, 14 de septiembre de 2010

nueve meses

Era una tarde del 14 febrero, justamente caía martes y era uno de esos días lentos en donde todos parecen solo preocuparse por andar organizando cenas románticas y despilfarrar amor por la oficina.


Naturalmente no pude soportarlo y decidí cambiar la rutina y aceptar una invitación de las personas del Circuito de Cines Magaly para ver en premiere exclusiva para ciertos sectores del gobierno un documental que venía causando mucho revuelo en festivales internacionales.

Se trataba de una oda ecológica que se presentaba como una charla del, hasta entonces parco y aburrido, Al Gore sobre el cambio climático, Una verdad incomoda le llamarían luego de ser traducida al español.

Ecologista incrédulo como lo he sido siempre, la película empezó a aburrirme no más comenzando, tocando fondo cuando hace un regreso a su infancia entre campos de tabaco. Para evitar la siesta entre las butacas, tomo mi teléfono y escribo un mensaje en tono jocoso para reenviar a todos mis contactos con respecto de la anteriormente mencionada efeméride.

Yo portaba uno de esos teléfonos como del imperio romano, entonces en la lista figuraban persona con las que no hablaba en años, varios teléfonos de 6 dígitos y hasta algún que otro difunto, después de enviar como 200 textos empezaron las respuestas.

Muchos jajajaja, muchas de esas sonrisas que se forman con signos ortográficos combinados pero curiosamente le llegó a una amiga que llevaba tiempo de no ver.

Se trataba de una muchacha espectacular de mi tiempo universitario, sencillamente espectacular y a la cual le había echado el cuento desde el primer día que la vi hasta que ya dejé de verla, religiosamente, sin fallar a la cita cada que la veía acercarse, cada que se sentaba a la par mía en clases, en cada recreo que nos inventábamos en simultaneo en la soda con cigarrillos.

-
¿Como has estado?-


- Embarazada, suena como la respuesta más indicativa- Fue su decepcionante respuesta.


- ¿Cuanto meses llevás ya?- Le preguntaba mientras Gore jugaba con su grúa hidráulica para demostrar quien sabe qué cosa


- 9 y contando- Me respondió a los pocos segundos.


- -Te has de ver divina- le respondí mientras se apilaba la fila de contestaciones en mi bandeja de entrada.


- Si por divina querés decir inmensa, pues si-


- ¿Sabés que esta es la primera vez que te digo eso sin una intención sexual? Je je je –El universal je je je que pretende quitar lo estúpido a los comentarios posiblemente estúpidos.


- Entre todos los escenarios en que te imaginé, creo que los primeros en descartar fue conversando mientras espero que mi hijo se decida a salir-


- -No le digás nada, pero dice Al Gore que el mundo se va a acabar en cosa de 15 minutos- Le respondí como si ella estuviera viendo la película


- Ja ja ja- con lo que es un equivalente del respetuosamente de la correspondencia, para cerrar una conversación con la que posiblemente cerrábamos todas nuestras futuras conversaciones.

Justo en ese momento recordé aquellos años del milenio cuando Zapote era Palmares y en fin de año reunía como al doble de la población costarricense para aglutinarse en los megabares como chanchos camino al matadero y ver a las modelos abrillantinadas y tomar cervezas en unos tubos de ensayo gigantes que llamaban yardas. Yo estaba borracho, como siempre, mientras bailaba la Proyecto Uno o los Venga Boyz o cualquier cosa que fomentara el contacto con las mujeres, claro, uno muy torpe, digno de un veinteañero recién recibido por la década.

En una que me movía para buscar esas casetas azules de ESCO por las que te cobraban 50 pesos para aguantar los olores acumulados de todo un día de yardas, camino a la salida y esquivando gente como en partido de rugby vi una cara de una morena maravillosa que me veía sonriendo, yo no lograba reconocerla entre las luces estroboscópicas y el hielo seco, aparte que no estaba seguro si era a mí a quien saludaba o la restante mitad de la población mundial que se ubicaba a mis espaldas.

Avance más hacia ella con la esperanza que la cercanía disfrazara mi keratocono y me diera una luz para entender quien era la diosa que me sonreía como el gato de Lewis Carroll. La respuesta no la obtuve sino cuando me encontraba ya a al frente de ella y noté el cambio en su color de cabello. Algo en mi cerebro se activó con los instintos más primarios como el león contra la gacela o la Ultra contra la Doce.

Me lanzo sin pensarlo directamente contra su boca, sin que mediara ninguna palabra entre los dos, sin embargo el sentir su aliento contra mi boca me sacó del trance como antes de morir en los sueños y logre dar un golpe de timón en la dirección de mis labios y alcanzar con mínima precisión su mejilla inmóvil chocando únicamente comisuras. Ese ataque de sentido común me duró los tres segundos que se prolongó nuestra conversación hasta que lo tensa de la situación me envió de vuelta a mi esquina.

- ¿Sabés que quedé embarazada la última vez que nos vimos?- Saltó de mi teléfono que no había dejado de ver directamente desde el ja ja ja.


- -No veo médicamente posible mi relación con eso, a menos que utilicemos la biblia como libro de referencia- Mientras recordaba ese día hace ya nueve meses en que nos vimos casualmente al tiempo que ya casi no nos veíamos.


- Ese mismo día que te presenté a mi nuevo novio- Me dijo con un sentido macabro del humor que yo capte perfectamente.

Ella siempre tuvo novio, era natural. Era linda, simpática, popular y sensual como pocas a los 20 años, el tipo la había agarrado en el colegio y no la soltaba ni a sol ni a sombra, ella tristemente le correspondía haciendo del coqueteo un fenómeno inofensivo, al punto que lo hacía como una cosa deportiva porque no veías salida al otro lado de ese túnel.

Cuando llegue ese día me presentó a su nuevo novio, una cosa que me molestó aunque no debía, entre mi sonrisa fingida y esperando al primer segundo donde pudiera murmurarle un reclamo le recordé que había estado esperando años por la caída de esa castrante relación y que la próxima vez necesitaba una aviso inmediato con la actualización de su estado sentimental (creo que alguien en mi situación inventó facebook).

- No me diste un segundo nunca, nunca estuviste sola- Le respondía el mensaje con la misma mirada que hace 9 meses.


- Si te lo di, ya no te acordás?-

Era viernes a golpe de 8 de la noche y toda la vida social del universo rondaba la soda de la U Latina, la niñas vestidas como para la entrega de los Oscar y los tipos con una mirilla teledirigida esperando a que se acomodaran los engranajes de la estructura y se desocupara un asiento en la mesa indicada.

Yo estaba con mi Logia, haciendo las del gracioso, contando historias y sacando pecho cuando se desocupó un asiento en la mesa de ella, me senté en su mesa y comenzamos con un par de chistes, agraciosados con un par de voces de los personajes de la muy de moda Betty la fea mientras la veía en su falda corta con botas debajo de la rodilla. Entre la seducción improductiva del que piensa que la adulación pública y un par de chistes picarones son un camino seguro a una de esas camas súper cotizadas, de pronto ella me preguntó que iba a hacer en la noche.

Sin notárseme llevé la mano a la bolsa para cuantificar que tenía el presupuesto del universitario que aún mantiene mamá y que anoche en Hoolligan s me había estado tratado de familiarizar al whisky, intercambiándolo en tiempo por dos cervezas para estirar los pocos pesos. El veredicto estaba alrededor de los 2 mil colones, lo que me costaba un taxi para mi casa.

Comienza entonces a venderme la idea de una barra libre en el Planet Mall en donde una marca de Whisky hacía lanzamiento de campaña, lo único que había que pagar era 4 mil colones, es decir el doble de mi presupuesto. Angustiado busqué quien me prestara ese dinero pero parece que la situación de pobreza era generalizada.

A quien si me encontré fue a otra niña que me mataba y con quien había empezado a salir en el tiempo reciente y me ilusionaba mucho el camino que eso iba tomando, ella me replantea la invitación pero con una sutil diferencia, me dice “Tengo dos entradas a la fiesta del Planet”, resuelto ese problema ya pude ir con los 2 mil coloncitos doblados en el pantalón para regresar a mi casita ya pasadas las hostilidades. Mientras todos bailaban la música Axe, que era la gran novedad en Costa Rica, yo estaba encallado en medio de la pista sin poder si quiera seguir los pasos con la vista. Entre el divagar la vi en una de las escaleras de la disco, me disculpé para ir al baño y me le acerque, ella me recibe con un fuerte abrazo en lo que le digo, jugando de tipo cool, que si me había decidido a ir al final.

Ella se acerca al oído como para combatir contra el estruendo del Pe pe re pe y me dice mientras su aliento penetraba hasta mi martillo haciendo melodías esa música brasileña de mierda. – Hoy estoy sola- como nunca la había visto; yo voltee a la pista y vi a la niña con que llegué, bailando encantadora y sola en medio de la pista, trague grueso entonces y alejando la cara le dije –Yo no- mientras me alejaba.

- Dos mil colones son los que nos terminaron por separar- Le dije viendo el estañón de palomitas de maíz que me habían costado más caras que eso


- El tiempo nunca nos hizo ningún bien- Mientras apoyaba el teléfono sobre su panzota de nueve meses y yo veía a un oso polar ahogarse.


- Aquel Zapote no moviste la cara en ningún momento-


- Vos tampoco le ayudaste mucho al tiempo-

martes, 6 de julio de 2010

abandonando con donaire las cosas de la juventud

El jueves anterior, mientras asistía a la presentación de la colección de mi amiga Gaby, comencé a sentir el rostro caliente, especialmente las orejas que estaban como un baile en Pocora de Guapiles a medio día, fui al baño a remojarme la cara para refrescar lo que suponía era una noche de verano, en el espejo note que estaba de un rojo iridiscente, como señal de alto o tarjeta de expulsión.


Yo que tengo un antecedente familiar importante, imagine pues que tendría la presión alta, este efecto lo comprobé al día siguiente cuando la farmacéutica me miraba como si hubiera salido vivo del accidente aéreo en los Alpes. Me receto un diurético (anteriormente para orinar utilizaba la cerveza) y otro medicamento de esos que marcan un antes y un después, me dio mi primera pastilla para la presión.

Entre la linaza, el agua de pipa y un impulso disminuido a mi vida nocturna he logrado descender mi ritmo cardiaco a niveles casi humanos y así colocar un clavo más en el ataúd de mi juventud aventurera.

No digo que acabe la fiesta para mi, en realidad el tema es hacer un poco de ejercicio, comer más sanamente y ver cuanto atenolol dice el cardiopata que tengo que mezclar con mi whisky, solo se que ya la presión será un elemento mas que analizar antes de dejar volar el ritmo de mi hedonismo.

Cuando creía que era suficiente con mi hora de entrada al trabajo o el cansancio natural que viene cuando se van los 20s, surge otra cosa más. Lo peor es que si me dejo seducir por la posibilidad chamánica de los exámenes médicos, pronto mi mesita de noche -que en dorados tiempos solo contenía condones como productos farmacéuticos- terminará viéndose como la ultima cena de Heath Ledger.

Cada vez que amanezca con el brazo dormido no supondré automáticamente que dormí sobre esa extremidad, asumiré que estoy en el vórtice de mi primer y quizás definitivo infarto; la acidez dejará de llamarse así y pasará a ser reflujo gástrico y quizás algún día empezare el rosario con los primeros besos a ver si en los definitivos formalizo la migración sanguínea a mi hemisferio norte.

Esta sociedad moderna nos convierte en animales tan patéticos que tenemos que propiciar con fármacos funciones tan vitales que ni el más débil de la selva no pueda desempeñar; por ejemplo; el tomar pastillas para dormir, o comer fibra, todo este tipo de cosas te hacen cuestionar seriamente lo que llamamos avance científico, nos proponemos remedios para cosas que originalmente hacíamos bien.

Legamos finalmente el camino natural de nuestro organismo en un curandero autoglorificado que prefiere perder sus huevos antes de su bata blanca y va a almorzar con el estetoscopio guindado al cuello. Y repentinamente se convierte en tu salvador, en el único sujeto indispensable en toda la sociedad.

Nomas llegando te prohíbe el cigarrillo, quizás antes que el crack, te manda a dormir arriba de 8 horas, siendo consiente de lo que cuesta pagar cualquiera de sus pastillitas sin contar su onerosa hora de asesoría, te manda a bajar la tensión laboral.

Un piquete a la vena más tarde te dice que tenés más colesterol que un huevo frito y que los triglicéridos andan por las nubes, en esa posición de inferioridad y sin siquiera una bata blanca que te defienda, jamás te atreverías a preguntar que putas son los triglicéridos. Y entonces podes olvidarte de la sal, y luego cambiar el azúcar por esos malditos edulcorantes que son más feos que ver a tu papá saliendo de un cafetal de la mano de Carl Davis.

Luego de ese punto no volverías a agarrar un chicharrón si sentirte como si estuvieras fumando piedra afuera del Museo de los Niños, y es justo eso lo que te afecta, la puta culpa, que adicionalmente te genera el stress que intentabas evitar.

Y bueno ¿Que mejor modo de evitar el stress que reprimiéndote justamente todo lo que te gusta hacer?

¿Trago? Una copita de vino cada noche ¿Qué clase de degenerado puede salir y tomarse una copita de vino en toda la noche? Alguien evidentemente no familiarizado con las maravillas del alcohol en proporciones malsanas.

Entre mas te lo van acorralando, recordás con memoria mas emotiva aquellas noches beodas en que las cosas empezaban como un trago con una niña linda y medio litro mas tarde eran Pamela Andersson y Tommy Lee, o aquellas tarde interminables en que saltabas de cerveza en cerveza y el tiempo se iba distrayendo con los chistes y las historias hasta alcanzar el nuevo día como deberían llegar todos… borracho.

Y después fumarme un cigarro a culo pelado en la grada, temprano desayunar pancakes, habiendo dormido tres horas cuando mucho, con polvo entre dormido y despierto. Este tipo de cosas no son compatibles con levantarse a correr a las 4 de la mañana o las cinco comidas.

Mierda, yo quiero vivir mas tiempo pero también quiero vivir, no estoy diciendo con esto que todo lo divertido es malo… pero si lo estoy pensando. En realidad en todo placer de la vida hay una acción de renunciación, los padres de los recién nacidos renuncian a sus noches tranquilas y conforme van creciendo a todo lo demás; cuando uno decide unir su vida a una sola persona renuncia a las otras (en teoría al menos). Pues bueno, en un estilo de vida de mujeres, alcohol y demás vicios también se renuncia a algo y es a la seguridad.

Que pare la obsesión con la vida sana, si esa es su opción no tiene porque ser la mía, usted tomo su camino y yo el mío y ambos vamos a llegar al mismo sitio, tres metros bajo tierra.

Mientras tanto espero que usted esté disfrutando su vida como yo estoy disfrutando la mía, y sírvame otro por favor otro atenolol con ginebra y un poco de quinada que quiero brindar por mi presión arterial, que me demuestra que todavía tengo corazón.

martes, 1 de junio de 2010

la equivocada

Yo conozco a esa mujer de la que está usted hablando.

Y perdone que me meta en lo que usted considera que no me importa pero la verdad es que si me importa porque yo conozco a esa mujer, es más yo estuve enamorado de esa mujer.

Le puedo decir incluso que no hace tanto tiempo me cansaba el pensamiento entre mis debilidades y sus perversidades, le puedo decir que no hace tanto todavía esperaba su llamada; mierda todavía la espero.

La conocí casi de niña, se me metió en un ojo como partícula de polvo y como partícula de polvo me hizo inexorablemente llorar, y luego se metió en el corazón como un soplo y como un soplo intentó llevarme a la muerte con cada esfuerzo que hacía por retenerla.

Al poco tiempo aprendí entonces a no retenerla, con mi corazón enfermo me resigne a sentarme y esperarla. Tejiendo deudas y noches en velas, aguardando como merodeador a que saliera de su claustro de amor ajeno; porque esa mujer si que sabía amar, únicamente que no a mi y notoriamente a usted tampoco.

Y ella regresaba a veces y cada vez que dejábamos de vernos era un adiós, a veces nos decíamos adiós al saludarnos, funerarios como la palabra cáncer. Hay que ser muy hombre para aceptar la muerte mil veces, no es cualquier bobalicón como usted que tiene que venir a sentarse en una barra a que sus amiguitos le limpien le saquen la arena de la vagina y le echen la culpa a ella, como si ella tuviera tiempo que perder con buenos para nada como usted.

De rodillas debería agradecer que se hay fijado en un novillero como usted, ha venido perdiendo su buen gusto desde que me dejó. Y es que lo triste es que no puedo siquiera decir que me dejara si para eso había que estar, ella era etérea como el concepto de Dios, era una vana aspiración basada cuando mejor en el optimismo.

Tal vez era distinta de día, no podría asegurarlo, mi horario era nocturno como celador o puta. Yo en el día era alguien, me bañaba y afeitaba, por ahí me decía de vez en cuando Don; pero en la noche me disfrazaba de victima como el zapato colgado del alambre telefónico que tengo al frente. Mi diferencia es que yo ya no me quejo.

No me quejo porque al menos a ratos tuve la mejor mujer de todas, una mujer escalofriante, precisa como resonancia magnética, una mujer que rejuvenece con shangri la pero mata como el cigarrillo, como un buen cigarrillo. Ella no era para dormir la siesta en su monte de Venus, para que te cuide las comidas o contarle los problemas de oficina; usted quizás no entendió lo que valía su tiempo, el tiempo es la materia prima de la vida y ella era la mismísima vida en arial 12 a espacio y medio.

En algún momento renegué de ella pero seguía apareciendo, yo decidí no hacerle más caso pero aparecía persistentemente disfrazada, con otro pelo, con otra bebida en la mano y con aliento a un tabaco diferente… pero vos sabías que era la misma, esa sensación es irrepetible. Era la misma en cada caso: la que me robo el pudor cuando adolescente, la que me sacó las primeras canas, la que puso mi ropa en bolsas de basura con olor a limón, por la que me pelee con mis amigos, la que me hizo pasarme el futuro por la nariz y la jareta

Era la misma lo juro porque solo se ama así una vez, le preguntaba su nombre cada vez porque había bebido y se me olvidan las cosas, ella me preguntaba mi nombre cada vez porque no podía ocupar su cabeza en levedades como yo.

Entre esas piernas vi pasar mi estabilidad, las promesas que me hice cuando niño, el perro lanudo en el jardín y la oficina con aire acondicionado; me distraje con ella y me perdí el final de la novela, me bebí el dinero de la colegiatura de mis hijos, me atropellaron tres décadas a velocidad temeraria y con unos tragos en la cabeza.

Yo también quería insultarla, la quería reputear, ir a su casa borracho o llevarle serenatas, decirle que sin ella me muero o dedicarle dos canciones; dichosamente nunca supe como ubicarla. No crea que no lloré en algún momento, lloré todas las lágrimas que me quedaban, se me gastaron todas. Pero ella me transmitió su capacidad de hacer llorar a otras como le fue en algún momento a ella transmitida por el hijo de puta que le enseño todo eso, todo eso que solo me deja dormir con pastillas.

La reconocí cuando la nombró -la equivocada- también responde al nombre de la ajena y algunos otros epítetos que ya no les permito.

En el fondo se que me extraña, jamás con la misma intensidad que la extraño yo –naturalmente- yo siempre la quise mucho más. Sin embargo le reconozco que ella siempre contó con muchas más opciones y decidía buscarme a mi y no por mi billetera ni mi buen físico, sin razón alguna me escogía a mi.

Usted dirá que no me importa pero ella me importa, y solo le advierto una cosa: límpiese la boca antes de volver a mentarla, porque siempre tuvo en mi un hombre que de la cara por ella.

jueves, 29 de abril de 2010

algo contigo

Como buenos homovidens de la generación prezapping (claro que no se podía sin control remoto), nos comíamos entre refrito y refrito todos los comerciales; por eso es que aún somos tan palurdos que hasta sentimos nostalgia con los comerciales de Gallito y Pipasa que interpretaba Abracadabra, o la canción de las buenas noches del Comilón de Harricks. Eso es lo curioso de la memoria, hay ciertas cosas que te transportan a rincones de tu vida, fue en ese entonces que me enamoré de esa otra canción.


Todo comenzaba con un loco, con cara de atormentado, que se volteaba donde una mujer con casi una teta de a por fuera –con lo que costaba ver una teta en aquel tiempo- y le exponía una lista de temas que no le parecían relevantes para finalizar lanzándola por un puerta trampa bajo su cama por no saber volar. Y era una coluchuda como un caniche, algo fea pero extrañamente atractiva, que cruzaba un burdel misterioso (suponía que así se veían los burdeles) mientras María Martha Serra Lima cantaba acompañada de Los Panchos aquella que decía “no hace falta que te diga, que me muero por tener algo contigo”.

Este era un corto promocional para una película argentina de Eliseo Subiela, que iban a proyectar en la Sala Garbo, cuando le quedaba tanto Garbo que hasta dejaban fumar dentro de la sala. Esa particular edición que no decía nada sobre la trama, la convirtió en una de las cosas más intrigantes y sensuales que en mi vida llegué a conocer.

Como no tenía 18 años conseguí en VHS esta película que se llamaba “El Lado Oscuro del Corazón” y así fue como esa coraza que me había creado con el Chavo del 8 y Don Francisco, reforzada por la lectura forzada de novelas sin contexto, fue derrumbada de un solo zarpazo y lo que de ahí sigue saliendo me llena los ojos de tanta luz que aún cuando los cierro puedo verla.
Un Dario Grandinetti que todavía tenía pelo, cruzaba el portal en medio de un vagina de utilería, se pasaba en vicios con malvivientes, volando culo con putas y leyendo versitos cortos de unos fulanos de apellido Gelman, Girondo y Benedetti.
Con la muerte al asecho pero sin la pinta de EMO, esta alma atormentada le decía a sus compañeras de lecho:

“¡pero eso sí! y en esto soy irreductible no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. ¡Si no saben volar pierden el tiempo las que pretendan seducirme!”

Y era una cosa que te superaba, que te pasaba de lejos y te mataba de envidia, y querías ser esa alma atormentada que con un par de esas rimas criminales podía reducir a una mujer etérea y después haría el amor volando.

Casi que gravitacionalmente me llegó un señor uruguayo que le pedía a las mujeres que no se salven, aquel cuya táctica era mirarlas y escucharlas para que un día sin mayor razón le necesiten. Y de esa misma forma nos fuimos desarrollando algunos cuantos como un grupo de neo intelectuales que a través de la poesía fuimos conociendo el mundo.

Se anunció ante nosotros la literatura como un ser superior, el Evangelio de Cortazar no tardo en llegar, nos perdimos en aquel Bestiario cuando creíamos que eran historias curiosas antes de conocer al maestro como uno de los mejores semiólogos del mundo, yo todavía juego Rayuela de vez en cuando. En el Túnel de Sábato me sentía en casa, ya no me sentía solo, estaba iluminado por pequeñas ventanas.

Ya pasadas mis mocedades entiendo que realmente no era mucho lo que comprendía, leer a Borges a los 18 es como querer llegar a la luna en un trampolín, me faltaba contexto histórico, biografía, experiencia tridimensional. Para mi todos los trenes llegaban a aquel mismo burdel de Subiela, con la iluminación pobre, oliendo a cigarrillo y melancolía.

Cuando se bajaba Maria Martha del escenario, se sentaba al piano Charly, con Fito, Sabina tocaba la guitarra y un muchacho apellido Calamaro practicaba los acordes de “Algo contigo”. En la mesa de al fondo Almodóvar se carcajeaba con sus chicas, con Carmen Maura, Verónica Forqué, Alaska, Bibi Andersen, Rossy de Palma.

En las paredes se derretía el tiempo mientras persistía la memoría, las mujeres hacía música con sus espaldas de la mano de Man Ray, un hombre se desparramaba cayendo por las gradas mientras lo miraban las Señoritas Avignon. Hoy no pudo venir el Conde de Orgaz porque estaba siendo enterrado.

Sobre el salón flotaba la mesa que compartía Penélope, Paz, Maribel y una Victoria Abril mientras era examinada por un submarinista. Martha gritaba Olé Olé mientras Ana le ponía otra moneda a la rocola y Bellucci solo fumaba.

Fumando todo lo que prendiera fuego y tomando con arte fuimos ampliando la mente a manifestaciones complejas: Camus, Bretón, Sartre, el Marqués de Sade… de la filosofía a la historia hasta toparse con la ópera, luego la bohemia y la blasfemia, y de regreso a la poesía.

Hace un par de días escuché nuevamente “Algo contigo” en una situación especial, y me sentí como el niño que se sentaba frente al televisor, esta vez observándome a mi mismo sin entenderme pero absorto, desnudándome en aquel agónico burdel hasta arrancarme el corazón y mandárselo a la mujer que vuela al otro lado del salón. Y la imagen me pareció atormentada, misteriosa y sensual. Gran parte de mi vida inició el día que escuche por primera vez esa canción, es a mi mismo que me escucho cada vez que me deconstruyo en esos acordes, es mi salvación, son mis espantapájaros, es mi rostros de vos.

lunes, 8 de marzo de 2010

generación x

Ahora existe una tendencia frenética a clasificar todas las cosas, posiblemente porque es más fácil venderle a los sujetos clasificados, o porque los elementos de clasificación se comercian en E Bay o se pueden descargar en su versión 7.1.3 en un sitio que sirve para comprarle más cuellos de tortuga al bueno de Steve Jobs.

Así que en cosa de 30 años hemos pasado por la generación X, Y y Z, en mi condición de radical miembro de la generación X, me preocupó el leer recientemente que la generación Z, o los “nativos tecnológicos”, son los hijos de mi generación.

En principio antoja pensar en que es lo que define a la Generación X. Unos dirán que el ingreso de nueva tecnologías, el avance de los medios de comunicación masiva y personalizada, Nirvana, R.E.M., la caída del muro de Berlín o del Challenger; pues si, todo eso nos marcó pero yo tengo una serie de elementos que creo que nos podría relacionar a los que leamos esté blog (si está leyendo esto en un Ipad, descártelo, usted no es parte de mi generación)

Por ejemplo creo que amamos a Winona Ryder, no es algo particular, es una combinación armónica de su carita peleona, sus tetitas lindas, sus cortes locos de cabello, lo linda que se veía en overall (los overalles son muy X) y ese cuerpecito que fácilmente puede manipularse con nuestros físicos de la generación pre gimnasios. Los más jóvenes la ven como la actriz loca que se metió a robar a una tienda en New York y eso me da pena, creo que se perdieron la magia de la muchacha X por excelencia.

Star Wars es una película exclusiva para los X, ni una generación arriba, ni una abajo soportan un segundo de la que nosotros idolatramos como la mejor saga de la historia. Para las nuevas generaciones está Ávatar (que le pido al cielo no se convierta en una saga).

Aprendimos sobre la marcha a temerle al SIDA y a dejar de tenerle miedo y asco a los playos (y dejar de deciles asi y ahora llamarlos movimiento lésbico-gai , así con i latina). Estas son dos cosas muy relacionadas en nuestras mentes, todos tuvimos nuestra primera referencia a este síndrome como “una enfermedad que le da a los homosexuales” haciendo un poco referencia al castigo divino.

Un inicial desprendimiento del látigo de la religión católica, de la que fuimos arrancando una a una sus cadenas de culpa por castigar las cosas que más nos gustan como el sexo prematrimonial y el divorcio; para caer, ya pasados los 30, a los templos cristianos a regar bendiciones y canciones de Jesús Adrian Romero, éxodo masivo que supongo que tiene algo que ver con los abusos flagrantes en los 90s y lo que nos quedó del miedo a Dios del catecismo.

Ausencia absoluta de un plan B, las generaciones anteriores tuvieron el pacifismo, el comunismo, las revoluciones, las independencias… nosotros nos quedamos sin nada, ya verificamos que ninguna de esas cosas nos va a salvar, a pesar de un idealismo romántico sabemos que tristemente la humanidad seguirá siendo una mierda y es básicamente porque los seres humanos somos una mierda. Sabido eso no nos queda otra opción que la de gastarnos el 90% de nuestros ingresos en vicios, gadgets y ropa; para posteriormente confiarle a las tarjetas de crédito todo lo relacionado con comida, alojamiento y cirugías plásticas.

Cuando estas cosas no funcionaron (yo insisto en que si funcionan) empezamos a tratar de limpiar nuestras consciencias con causas moralmente muy corrongas, como los teletones y posteriormente los votos por SMS para apoyar causas loables como las de bailando por un sueño o los damnificados del terremoto de haiCHILE, o la liberación del Tíbet, o la lucha contra el racismo. Y luego siguen las disciplinas pseudointelectuales/pseudoespirituales como el yoga, o la cábala o cualquier cosa que me haga ver inteligente sin realmente necesitar serlo.

O mejor aún, empezamos a pelear batallas que ya teníamos por ganadas pero que (especialmente importante) no exista ninguna posibilidad de perder; como evitar que el mundo se acabe, ó talvez, evitar que el mundo nos acabe porque todos los desastres naturales de los últimos tiempos han sido adjudicados a una consciencia natural combativa que quiere eliminarnos de la ecuación. Salvemos a todas las especies pero sin usar la clonación porque es trampa, mantener la temperatura de la tierra bonita y tropical en Aruba y fría para esquiar en Sundance.

Ahora resulta que estamos en una carrera contra reloj por salvar al medio ambiente, cuando en la escuela nos vendían el aire, el agua, y todas esas cosas eran recursos inagotables, pues dice Al Gore que se nos van a acabar en menos de 30 años. Bueno, yo no estoy seguro que eso sea cierto, que si bien deberíamos cuidar el medio ambiente, ese ha sido una gran estafa de los baby boomer para enfocar dineros en sus investigaciones, anzuelo que pico el Nobel, por ejemplo.

Particularmente preferiría que utilizaran más de ese dinero en erradicar el SIDA en África, o en Tibás por lo menos, en acabar con la terrible hambruna que mata miles de niños anualmente, o llevar agua potable, salud y educación a esos pobres negritos con moscas en la cara. Esto me lo enseño Bob Geldof, el Al Gore de mi generación (el mío por lo menos era músico británico, el de usted era tabacalero y casi presidente gringo).

No se trata de ser absurdamente nostálgico, pero sacamos adelante una muy bonita generación, buena música (cuando todavía se interpretaba con instrumentos), buenas fiestas, buenas madres, edificios altos, drogas recreativas, buen sexo. Buenas mujeres, muy buenas mujeres, no se tenían que dar besos falsos entre ellas para llamar la atención al estilo TaTu; si se vestían de enfermeras es porque eran enfermeras, si vestían de colegialas era mejor que nadie se diera cuenta; con una capacidad bonita de querer y conversar, muy mujeres; trabajaban hasta las más bonitas y no era en eso de andar metiéndose cosas. Ya pasado el tiempo han resultado buenas madres ellas también.

Hoy muchas cosas parecen confusas, pero nos queda un consuelo, cuando entre la generación Z 3.0 en cosa de 30 años... El mundo ya se va a haber acabado*
*Evangelio de los ecologistas de los ultimos días, Al Gore 3:16

miércoles, 27 de enero de 2010

ya no quiero ser domingueño

Se lo juro por Dios que ya me harte de todo esta vara, ya no quiero ser de pueblo, ya no quiero tener acento ni reconocer a otros domingueños al otro lado de la mesa. Hace más de 10 años salí de Santo Domingo pero Santo Domingo no termina de salir de mi, compa.

Quiero jugar golf o tenis los sábados en la mañana, en un club de esos que están abiertos en el día no como Alcazar. El tenis se ve mucho más fino que el beis en el poli o las mejengas de los Abotagados en la plaza, tomando linaza esperando que abran el Cafetal.

Ya no quiero ser Azofeifa, quiero tener uno de esos apellidos extranjeros, fino, que se pronuncian distinto a como se escriben, ojala con dos puntitos un encima de las letras. Yo solo se usar esos dos puntos para escribir yigüirro y no me refiero a un pájaro, eso es domingueño para gay.

Quiero ir a pubs y lounges y pedir sushi o tablitas de quesos y embutidos, ojala que vayan de acuerdo con el vino (que no sea de nance), o a lo sumo unos nachos de pollo o buffalo wings; ya se me taponearon 4 arterias de comer queso de chancho, frito, bocas de pizuña y gallitos de Silverio.

No quiero picapiedras ni aunque los hagan con el pan de Valverde, ni ravioles del Pato Cansado, ni ilustrados de donde Cuyo, ni sorpresas de la pulpería del viejillo. Quiero ir a Pizza Hut o MacDonalds y que me lo lleven a dejar a mi casa, no tener que decirle a mami que vaya sacando los platas y sirviendo el fresco mientras voy a trae la jama a Heredia en lata.

Quiero usar pantalones blancos para ir a la playa (sin paletones), o bufandas, o zapatos italianos sin medias y que parezca que voy a pasear en un yate o a un concierto de Julio Iglesias. Quiero ser calvo, narizón y judío que es el look de moda entre las modelos de Tía Zelmira (que normalmente vienen de pueblos como el mío pero que hay que cambiar de bus tres veces para llegar).

Ya estoy harto que la computadora me subraye en rojo la mitad de las cosas que escribo, necesito aprender palabras que existan o comprar una computadora en domingueño.

No quiero ser borracho, escandaloso ni bronquero, no quiero hablar de hembras ni de carros; quiero hablar de ecología, o de fashion o de otras personas, de esas que se dice el nombre con el apellido pegado como si fuera un nombre científico.

No voy a emocionarme cuando veo tetas en tele, ni tender la cama de los moteles, ni gritar “puerto-puerto”, ni joder a los travestís de la bíblica.

Voy a cerrar Hi5 y abrir facebook, y ya luego lo voy a escribir FB y ahí voy a tener una carpeta de fotos que se llame viajes, con viajes de verdad no con el del día que fuimos a la Juntas o a acampar por la Central.

Ni siquiera puedo decir que seamos valientes solo porque nos andemos peleando a cada rato o nos tiremos de los arboles a las pozas, en realidad le tenemos miedo a las cosas más irracionales como el viejo de los ojos salidos, a la choza de los gatos, al Diablo, la Giganta y los demás payasos, o a los Arrancatroncas cuando legaban en bici afuera del cole.

Nunca supe de superman ni de batman, mis únicos ídolos era Sancho el carnicero, que mataba una res de un pichazo entre los ojos y Chocho, que medía metro y medio y una vez se bajo 78 birras en el Sámara.

Quiero ser un caballero y llevar a cenar a la luz de las velas a una muchacha linda y de sociedad, a un restaurante con concepto, con sillas que no parecen sillas y un 90% de ingredientes que no se consiguen ni en Pali ni en Rayo Azul. Quiero abrirle la puerta cuando salga y jalarle ese cubo pa que se siente y al final de la noche llevarla a casa y depositarle un suave beso de buenas noches.

No me importa que no se ría en toda la noche, ni que esas dos copas de vino me cuesten más que una caja de birras (no voy a pedir la tercera porque tengo que manejar, yigüirro), o que estás putas sillas sean incomodas como dormir con la prima rica, no me importa que la vieja solo me meta las manos al pantalón buscando el blackberry o que al darme ese beso esté pensando en un domingueño como yo solía ser. Que cagada, somos HOMBRES, no somos caballeros.

Si tan solo me hubieran criado con un poco de pedagogía, con estimulación temprana, Mozart para niños o el rollo de los niños índigo; tal vez habría desarrollado mis inteligencias múltiples y sería una persona con mayor sensibilidad y empatía. En cambio me sentaban desde los 5 años en la barra de los Pitufos o de Fellos a atragantarme con bocas y que los borrachos me hicieran preguntas de futbol; a la edad en que debía estar escuchando a Cri Cri me tiraba a Cutito Larrinaga y a Daniel Santos; ya a los 7 años le decía negrita a las saloneras.

Quiero ser elegante y distinguido, no tomar antes del medio día, pronunciar los diptongos y tener más sellos en el pasaporte que en la libreta de comunicaciones del Sama.

Yo quiero ser como usted que solo tiene lo mejor; quiero tener una casa como la suya, un trabajo como el suyo y un domingueño… como yo.

sábado, 9 de enero de 2010

conclusiones sobre la Costa Rica mediatica*

El otro día me pasó una cosa de lo más agradable, no vi noticias ni leí el periódico en todo el día.


Un poco por la dinámica de mi trabajo y otro poco por el masoquismo de mi elección profesional, estoy expuesto cada mañana a todos los periódicos de circulación nacional y a todas las rondas de noticieros, esto me ha llevado a ciertas conclusiones:

• Entre las personas que mueren en todos los conflictos internacionales en el mundo, las victimas del terrorismo y los que caen fallecidos por cualquier tipo de violencia social en Costa Rica; la humanidad está por acabarse en cualquier momento.

• La única forma de ascensión social está en el narcotráfico, trasiego de órganos, robarse cualquier préstamo estatal, peculado o prostitución VIP. Porque los empleados públicos y privados con costos pellizcan como un medio por ciento de aumento salarial cada año.

• El deporte, que solía ser un valuarte de esfuerzo y voluntad para vencer, se ha convertido en competencias de serrucho desde el camerino o la columna, olimpiadas de lanzamientos de chicles y evasión de cuotas obrero patronales con la Caja.

• Para alcanzar una sólida presencia en la páginas de espectáculos, no se esmere en ser un artista talentoso o contribuir a la cultura nacional con propuestas ingeniosas; mejor reclamele a su colega que le está quitando el marido (puntos extra si hay violencia física), grabase mientras se auto infringe placer, o pélese, pelarse está bien y le da una oportunidad de responder ingeniosas preguntas en la columna de al lado (¿Qué la conquista en un hombre?¿Si usted fuera cancha de fútbol como le gustaría que la podaran? etc. etc. etc.).

Ese día que les cuento fue extraño, vi a la gente trabajando, a madres caminando con sus hijos de la manos (desarmadas y sin guardaespaldas) o mujeres lindas (con todo y ropa), logre ver una Costa Rica tridimensional con cosas buenas y malas, talvez y hasta más buenas que malas. Al día siguiente agarre el periódico y salí regrese a la triste realidad mediática.

*Artículo escrito para la edición de noviembre de la Revista PH