martes, 6 de julio de 2010

abandonando con donaire las cosas de la juventud

El jueves anterior, mientras asistía a la presentación de la colección de mi amiga Gaby, comencé a sentir el rostro caliente, especialmente las orejas que estaban como un baile en Pocora de Guapiles a medio día, fui al baño a remojarme la cara para refrescar lo que suponía era una noche de verano, en el espejo note que estaba de un rojo iridiscente, como señal de alto o tarjeta de expulsión.


Yo que tengo un antecedente familiar importante, imagine pues que tendría la presión alta, este efecto lo comprobé al día siguiente cuando la farmacéutica me miraba como si hubiera salido vivo del accidente aéreo en los Alpes. Me receto un diurético (anteriormente para orinar utilizaba la cerveza) y otro medicamento de esos que marcan un antes y un después, me dio mi primera pastilla para la presión.

Entre la linaza, el agua de pipa y un impulso disminuido a mi vida nocturna he logrado descender mi ritmo cardiaco a niveles casi humanos y así colocar un clavo más en el ataúd de mi juventud aventurera.

No digo que acabe la fiesta para mi, en realidad el tema es hacer un poco de ejercicio, comer más sanamente y ver cuanto atenolol dice el cardiopata que tengo que mezclar con mi whisky, solo se que ya la presión será un elemento mas que analizar antes de dejar volar el ritmo de mi hedonismo.

Cuando creía que era suficiente con mi hora de entrada al trabajo o el cansancio natural que viene cuando se van los 20s, surge otra cosa más. Lo peor es que si me dejo seducir por la posibilidad chamánica de los exámenes médicos, pronto mi mesita de noche -que en dorados tiempos solo contenía condones como productos farmacéuticos- terminará viéndose como la ultima cena de Heath Ledger.

Cada vez que amanezca con el brazo dormido no supondré automáticamente que dormí sobre esa extremidad, asumiré que estoy en el vórtice de mi primer y quizás definitivo infarto; la acidez dejará de llamarse así y pasará a ser reflujo gástrico y quizás algún día empezare el rosario con los primeros besos a ver si en los definitivos formalizo la migración sanguínea a mi hemisferio norte.

Esta sociedad moderna nos convierte en animales tan patéticos que tenemos que propiciar con fármacos funciones tan vitales que ni el más débil de la selva no pueda desempeñar; por ejemplo; el tomar pastillas para dormir, o comer fibra, todo este tipo de cosas te hacen cuestionar seriamente lo que llamamos avance científico, nos proponemos remedios para cosas que originalmente hacíamos bien.

Legamos finalmente el camino natural de nuestro organismo en un curandero autoglorificado que prefiere perder sus huevos antes de su bata blanca y va a almorzar con el estetoscopio guindado al cuello. Y repentinamente se convierte en tu salvador, en el único sujeto indispensable en toda la sociedad.

Nomas llegando te prohíbe el cigarrillo, quizás antes que el crack, te manda a dormir arriba de 8 horas, siendo consiente de lo que cuesta pagar cualquiera de sus pastillitas sin contar su onerosa hora de asesoría, te manda a bajar la tensión laboral.

Un piquete a la vena más tarde te dice que tenés más colesterol que un huevo frito y que los triglicéridos andan por las nubes, en esa posición de inferioridad y sin siquiera una bata blanca que te defienda, jamás te atreverías a preguntar que putas son los triglicéridos. Y entonces podes olvidarte de la sal, y luego cambiar el azúcar por esos malditos edulcorantes que son más feos que ver a tu papá saliendo de un cafetal de la mano de Carl Davis.

Luego de ese punto no volverías a agarrar un chicharrón si sentirte como si estuvieras fumando piedra afuera del Museo de los Niños, y es justo eso lo que te afecta, la puta culpa, que adicionalmente te genera el stress que intentabas evitar.

Y bueno ¿Que mejor modo de evitar el stress que reprimiéndote justamente todo lo que te gusta hacer?

¿Trago? Una copita de vino cada noche ¿Qué clase de degenerado puede salir y tomarse una copita de vino en toda la noche? Alguien evidentemente no familiarizado con las maravillas del alcohol en proporciones malsanas.

Entre mas te lo van acorralando, recordás con memoria mas emotiva aquellas noches beodas en que las cosas empezaban como un trago con una niña linda y medio litro mas tarde eran Pamela Andersson y Tommy Lee, o aquellas tarde interminables en que saltabas de cerveza en cerveza y el tiempo se iba distrayendo con los chistes y las historias hasta alcanzar el nuevo día como deberían llegar todos… borracho.

Y después fumarme un cigarro a culo pelado en la grada, temprano desayunar pancakes, habiendo dormido tres horas cuando mucho, con polvo entre dormido y despierto. Este tipo de cosas no son compatibles con levantarse a correr a las 4 de la mañana o las cinco comidas.

Mierda, yo quiero vivir mas tiempo pero también quiero vivir, no estoy diciendo con esto que todo lo divertido es malo… pero si lo estoy pensando. En realidad en todo placer de la vida hay una acción de renunciación, los padres de los recién nacidos renuncian a sus noches tranquilas y conforme van creciendo a todo lo demás; cuando uno decide unir su vida a una sola persona renuncia a las otras (en teoría al menos). Pues bueno, en un estilo de vida de mujeres, alcohol y demás vicios también se renuncia a algo y es a la seguridad.

Que pare la obsesión con la vida sana, si esa es su opción no tiene porque ser la mía, usted tomo su camino y yo el mío y ambos vamos a llegar al mismo sitio, tres metros bajo tierra.

Mientras tanto espero que usted esté disfrutando su vida como yo estoy disfrutando la mía, y sírvame otro por favor otro atenolol con ginebra y un poco de quinada que quiero brindar por mi presión arterial, que me demuestra que todavía tengo corazón.