Parece
de común conocimiento para nosotros los occidentales que todo musulmán está
loco y es posiblemente un terrorista, que la labor de EEUU –como gendarme del
mundo- es imponer a fuego y sangre la democracia como única forma válida de
gobierno. Por eso fue de gran valor la invasión a Afganistán, el derrocamiento
de Hussein, la condena a Assad, que ahora se convirtió en apoyo militar a Assad
contra el Estado Islámico. Netanyahu ha sido muy claro, lo mismo que Cameron,
Hollande y Obama, esas formas tiránicas son inaceptables, occidente no puede
tolerar semejantes omisiones a los derechos humanos.
La
existencia de petróleo parece ser irrelevante, se trata de un asunto de
justicia, libertad y paz, dicen los líderes de este lado del mundo.
Excepción
a la regla parece ser Arabia Saudita, que debe ser el país que más incumple con
los derechos humanos en el mundo árabe. La tortura y el maltrato, los golpes,
la suspensión por las extremidades, la privación del sueño, son recursos
normalmente empleados contra personas que no han sido condenadas, o incluso no
le han sido formulados cargos.
Es
uno de aproximadamente treinta países en el mundo que incluye el castigo físico entre sus penalidades legales. Algunos crímenes menores como el
“desvío sexual” o la embriaguez son castigados con azotes. En los 2000, se
informó sobre mujeres sentenciadas a ser azotadas por causa de adulterio;
realmente, las mujeres eran víctimas de violación, pero como no podían probar
quienes eran los abusadores, fueron consideradas culpables de cometer
adulterio.
Impone
la pena capital,
en algunos casos mediante decapitación. La pena de muerte puede ser impuesta
por una amplia gama de delitos incluyendo el asesinato, la
violación, el robo a mano armada, el uso reiterado de drogas, la apostasía, el adulterio, la brujería o hechicería y puede ser ejecutada mediante
decapitación con una espada, lapidación o fusilamiento, seguido de crucifixión. En cinco años
casi 500 personas han sido condenadas a la pena de muerte.
Hombres
y mujeres países como Bangladesh, India, Sri
Lanka, La India, Nepal, Paquistán, Filipinas, Indonesia, Sudán, Etiopía y otros
países, viajan voluntariamente a Arabia Saudita como empleados
domésticos y otros trabajos de bajo nivel de calificación, pero algunos
posteriormente enfrentan condiciones laborales de servidumbre cercanas a la
esclavitud. Las mujeres son
traficadas hacia Arabia Saudita con fines de explotación sexual; otras son secuestradas y forzadas a
ejercer la prostitución luego de haber escapado de empleadores abusivos. Hay
hombres que contraen matrimonio con niñas de 7 años, que luego pasan a su poder
en condiciones de esclavitud.
Por
razones sociales, las mujeres sólo representan el 5 % de la fuerza de
trabajo en Arabia Saudita, el porcentaje más bajo del mundo, el trato de
las mujeres ha sido caracterizado como “segregación sexual” y
"apartheid de
género". Se cree que el lugar de la mujer es el hogar,
cuidando a su esposo y familia, es el único país del mundo donde las mujeres no
tienen permitido conducir vehículos automotores.
Arabia
Saudita mantiene en vigencia el sistema de tutela masculina, mediante el cual,
las mujeres no gozan del derecho de tomar decisiones acerca de aspectos de su
vida, tales como los relacionados con la educación, la salud, el desarrollo de
actividades comerciales, la realización de viajes, el trabajo, la adquisición
de ciertos bienes o aún la realización de trámites ante organismos públicos o
privados. Estas decisiones deben ser tomadas por el hombre bajo cuya tutela se
encuentran: padre, esposo, hermano o, incluso, hijo.
La
legislación de Arabia Saudita no reconoce la libertad religiosa. La práctica
pública de credos no musulmanes está prohibida de modo específico. Este país es
un claro ejemplo de apartheid religioso. Las instituciones religiosas desde los
clérigos del gobierno a los jueces, a los planes de estudios religiosos, y
todas las instrucciones religiosas en los medios de comunicación se limitan a
la comprensión wahhabí del Islam, a la cual adhiere menos del 40% de la
población.
Los
medios de comunicación reciben una fuerte censura por parte del gobierno
saudita a los efectos de prevenir la difusión de contenidos de oposición
política o de cualquier naturaleza que en opinión de las autoridades resulte
ofensivo de la cultura wahhabi o de la moral islámica.
Arabia
Saudita no reconoce los derechos del colectivo LGBT. La homosexualidad
está castigada con penas de prisión, castigo corporal e incluso pena capital.
Ah, pero
a Arabia Saudita no hay que hacerle nada, porque los árabes son amiguitos.
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