martes, 17 de noviembre de 2015

Arabia Saudita

Parece de común conocimiento para nosotros los occidentales que todo musulmán está loco y es posiblemente un terrorista, que la labor de EEUU –como gendarme del mundo- es imponer a fuego y sangre la democracia como única forma válida de gobierno. Por eso fue de gran valor la invasión a Afganistán, el derrocamiento de Hussein, la condena a Assad, que ahora se convirtió en apoyo militar a Assad contra el Estado Islámico. Netanyahu ha sido muy claro, lo mismo que Cameron, Hollande y Obama, esas formas tiránicas son inaceptables, occidente no puede tolerar semejantes omisiones a los derechos humanos.
La existencia de petróleo parece ser irrelevante, se trata de un asunto de justicia, libertad y paz, dicen los líderes de este lado del mundo.
Excepción a la regla parece ser Arabia Saudita, que debe ser el país que más incumple con los derechos humanos en el mundo árabe. La tortura y el maltrato, los golpes, la suspensión por las extremidades, la privación del sueño, son recursos normalmente empleados contra personas que no han sido condenadas, o incluso no le han sido formulados cargos.
Es uno de aproximadamente treinta países en el mundo que incluye el castigo físico entre sus penalidades legales. Algunos crímenes menores como el “desvío sexual” o la embriaguez son castigados con azotes. En los 2000, se informó sobre mujeres sentenciadas a ser azotadas por causa de adulterio; realmente, las mujeres eran víctimas de violación, pero como no podían probar quienes eran los abusadores, fueron consideradas culpables de cometer adulterio. 
Impone la pena capital, en algunos casos mediante decapitación. La pena de muerte puede ser impuesta por una amplia gama de delitos incluyendo el asesinato, la violación, el robo a mano armada, el uso reiterado de drogas, la apostasía, el adulterio, la brujería o hechicería y puede ser ejecutada mediante decapitación con una espada, lapidación o fusilamiento, seguido de crucifixión. En cinco años casi 500 personas han sido condenadas a la pena de muerte.
Hombres y mujeres países como Bangladesh, India, Sri Lanka, La India, Nepal, Paquistán, Filipinas, Indonesia, Sudán, Etiopía y otros países, viajan voluntariamente a Arabia Saudita como empleados domésticos y otros trabajos de bajo nivel de calificación, pero algunos posteriormente enfrentan condiciones laborales de servidumbre cercanas a la esclavitud. Las mujeres son traficadas hacia Arabia Saudita con fines de explotación sexual; otras son secuestradas y forzadas a ejercer la prostitución luego de haber escapado de empleadores abusivos. Hay hombres que contraen matrimonio con niñas de 7 años, que luego pasan a su poder en condiciones de esclavitud.
Por razones sociales, las mujeres sólo representan el 5 % de la fuerza de trabajo en Arabia Saudita, el porcentaje más bajo del mundo, el trato de las mujeres ha sido caracterizado como “segregación sexual”  y "apartheid de género". Se cree que el lugar de la mujer es el hogar, cuidando a su esposo y familia, es el único país del mundo donde las mujeres no tienen permitido conducir vehículos automotores.
Arabia Saudita mantiene en vigencia el sistema de tutela masculina, mediante el cual, las mujeres no gozan del derecho de tomar decisiones acerca de aspectos de su vida, tales como los relacionados con la educación, la salud, el desarrollo de actividades comerciales, la realización de viajes, el trabajo, la adquisición de ciertos bienes o aún la realización de trámites ante organismos públicos o privados. Estas decisiones deben ser tomadas por el hombre bajo cuya tutela se encuentran: padre, esposo, hermano o, incluso, hijo.
La legislación de Arabia Saudita no reconoce la libertad religiosa. La práctica pública de credos no musulmanes está prohibida de modo específico. Este país es un claro ejemplo de apartheid religioso. Las instituciones religiosas desde los clérigos del gobierno a los jueces, a los planes de estudios religiosos, y todas las instrucciones religiosas en los medios de comunicación se limitan a la comprensión wahhabí del Islam, a la cual adhiere menos del 40% de la población.
Los medios de comunicación reciben una fuerte censura por parte del gobierno saudita a los efectos de prevenir la difusión de contenidos de oposición política o de cualquier naturaleza que en opinión de las autoridades resulte ofensivo de la cultura wahhabi o de la moral islámica.
Arabia Saudita no reconoce los derechos del colectivo LGBT. La homosexualidad está castigada con penas de prisión, castigo corporal e incluso pena capital.

Ah, pero a Arabia Saudita no hay que hacerle nada, porque los árabes son amiguitos.

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