Jaz y Lalay se aman, según entiendo, no las conozco pero es algo que podría intuir por sus miradas y por sus acciones. Ellas se encontraron, se enamoraron y decidieron pasar el resto de su vida juntas, con un nivel de convicción tal que decidieron ir ante un profesional que diera fe pública de que su unión tiende a permanente y oficial. Incidencialmente resulta que ambas nacieron en cuerpos femenino, pero que una de ella fue erróneamente registrada como un hombre en su documento de identidad.
Ellas dos decidieron estar juntas, y que las cosas que compren en adelante sean de ambas, y que la sala de una sea la sala de la otra y la cama de una sea la cama de la otra, acordaron compartir espacios e involucrarse mutuamente en las decisiones relevantes, se comprometieron a que una cuidaría de la otra cuando alguna sufriera de un dolor de muela, o de un resfrió incapacitante, de una enfermedad terminal o simplemente la muerte por vejera. Concordaron un sistema para escoger que se va a cenar y que series van a ver juntas y cuales por separado, en que horario van a desayunar, quién se bana primero y a quién invitan a las fiestas en casa, ellas acordaron amarse y respetarse, y ser primordialmente la una de la otra y que el mundo lo supiera y la ley lo consignara.
En algún momento en el pasado alguien había decidido por ellas que no debían de amarse, ni de juntar sus vidas, ni de besarse o casarse, alguien mucho antes que las dos naciera había determinado que este particular acto de amor estaba equivocado, a’ diferencia de otros muy similares pero que se dan entre personas con aparatos reproductivos diferentes, la mayoría avaló el parecer de esta persona y consignaron en papel que estas uniones eran ilegítimas, ilegales y hasta pecaminosas. De alguna forma la sociedad se mantuvo estática en este pensamiento y muchos anos luego siguió defendiendo las ideas anteriores y juzgando como vergonzantes este tipo de asociaciones entre dos mujeres y ningún hombre.
Ellas, muchachas valientes como son, decidieron aún así amarse, prefirieron el estigma, las complicaciones legales, los juicios de terceros, hasta posibles penas de cárcel con tal de tener el derecho de amarse y compartir un lecho, y un futuro, y un par de cuerpos y un solo proyecto de vida.
Que si amar ya es un acto de valentía y renunciación, ahora imaginenlo en una sociedad que te lo prohíbe, aún legalmente es una apuesta riesgosa, es poner el corazón en las manos de otro, es decidir, es luchar, es acoplarse y a veces hasta resignarse, es darse al chance de morir dos veces, renunciar al egoísmo y el facilismo, es hablarse y escucharse, perdonarse y perdonarnos, duplicar las posibilidades de salir al hospital de noche, de asistir a funerales de familiares cercanos, de pasar por malas rachas, dividir en dos el chance hacer justo lo que quiero, concordar el lugar donde vivir y la vida que querer.
Pero verlas mirarse a los ojos y luchar juntas ayuda a entender que vale la pena, a mi me ayuda el pensar que sería de mi si la sociedad me prohibiera caminar de la mano de Pili, besarla en Plaza Lincoln, desayunar con ella, discutir sobre nuestro futuro o escribir estas líneas; y no me gustaría nada, y seguramente no les haría caso aunque me echaran de lugares, me miraran feo o me recitaran párrafos de libros antiguos que me condenan al infierno, pelearía y putearía y podría asegurar que ella también lo haría a mi lado. Amar es un acto de valentía, un poco de locura y quizás hasta de heroísmo, es el correlativo a la muerte, es lo que hacemos las buenas personas para contrarrestar todos los crímenes violentos, la guerra, el odio y el egoísmo. Es nuestra indemnización por los días lluviosos y el calor húmedo, por las presas en día de pago, las células cancerígenas, la muerte de los seres queridos, los piquetes de zancudo en los dedos de los pies, los exámenes de matemáticas y cuando se cae el wifi.
Ellas solo quieren amarse, igual que yo, igual que muchos, pero las dos nacieron mujeres y la ley no se los permitía. A mi me parece que es la sociedad y la ley la que debía cambiar, ellas están bien.
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