martes, 17 de noviembre de 2015

La gente buena

Actualmente me preocupa mucho más la actitud de las llamadas “personas buenas” que la de los criminales de carrera.
Un día de estos leí a uno de mis contactos posteando que deberían poner a los presos a tapar los huecos de las calles (hasta ahí digamos que bien) y que si intentan escapar de inmediato les disparen por la espalda. ¿Qué clase de energúmeno puede pensar esto? ¿Se habrá detenido un minuto a pensar que las personas en las cárceles no son reos genéricos, que se trata de seres humanos que cometieron delitos, y son en nula, menor o mayor medida una amenaza para la sociedad? ¿Querrá poner a llenar huecos a los violadores de menores o asesinos en serie, o querrá dispararle a los convictos por hurtos, delitos ante la fe pública o los que agarraron vendiendo marihuana?
En serio estamos llegando a un punto en el que como sociedad debemos empezar a preguntarnos: “¿Que putas vamos a hacer para mejorar esto?” y no sé si mi lectura está fallando, pero creo que no está funcionando eso de meter en una celda para 8 a un rejuntado de 15 ladrones, con adictos a la droga con sicarios, violadores y criminales de carrera a vivir en condiciones subhumanas.
En las últimas décadas hemos triplicado la cifra de encarcelados per cápita y esto más que soluciones solo nos ha traído mayores complicaciones, hemos instaurado una especie de universidad para el crimen y polarizado cada vez más la sociedad. Esta manía de la mano dura, que no ha tenido éxito en ninguna parte del mundo, en donde esperamos ver podrirse tras las rejas a cualquiera por cualquier cosa sola ha conseguido criminalizar a Costa Rica, lo que en inglés llaman targeting, que es estigmatizar socialmente a personas de grupos excluidos con un cartel imborrable de delincuente, poniéndolo en contacto con personas de similar condición y favoreciendo el apogeo de redes delincuenciales de dientes apretados contra una sociedad que los condenada de previo sin brindarles oportunidades.
Porque yo no veo las protestas encendidas por el cambio a un régimen de confianza para Farid Ayales, o Carlos Hernán Robles, o el Padre Minor, o el médico con una mal praxis, o el asqueroso violador karateka ese; el fuego está dirigido al muchacho de barrio bajo, al adicto, al tatuado, son ellos los que me estorban en la calle.
Y adelantándome al argumento de “Usted no sabe lo que es que le pongan una pistola en la cabeza” o “Sentir violada la intimidad del hogar”, en primer lugar si, si sé, los que no saben que se siente son ustedes, que ignoran lo que es crecer en un barrio de muerte, con vecino impulsándote a delinquir, con el frenesí del down de la droga, desesperados ante su condición de marginalidad. Esto no obliga a nadie a ser un delincuente pero cualquiera que le queden unas 12 neuronas funcionando preferiría estar del lado en que están del arma que los asalta.
Vean lo que ha hecho el mundo, vean cuando Brasil pensó que podía quitarse a plomo la incomodidad social, vean cuando El Salvador pensó que la mano dura podría acabar con individuos indeseables y terminó creando las maras, vean a Osama Bin Ladem, la violencia solo engendra violencia.
El encarcelamiento es en cualquier sociedad funcional un mal necesario, pero debe ser entendido como un último recurso del sistema. Hay muchas personas que pueden ser rehabilitadas y reinsertadas al sistema con trabajo comunal, supervisión estatal y oportunidades de merecerse una vida digna.
Lean la nota que están posteando sobre el cierre de cárceles en Holanda, o los presos importados por Suecia. Vean el maravilloso ejemplo que nos dan los votantes de California, que deciden en las urnas pasar la ley 47, bajándole el rango a ciertos delitos, ampliando la forma de cumplir las deudas con la sociedad, borrando del registro errores del pasado; como miles de personas han encontrado una nueva oportunidad de tener una vida digna gracias a la mano que le hemos tendido como sociedad.
Si nosotros nos creemos los buenos, los que se llaman cristianos, los que tienen hijos y les quieren dar un buen ejemplo: ya dejen de comportarse como locos fascistas que tratan de solucionar todo como lo haría el más desalmado tirano o psicópata. Piensen que detrás de cada nota roja hay un ser humano, un niño que nació bueno y aún no lo hemos perdido del todo, hagamos lo que esté en nuestras manos por mejorar este mundo en que nos toca vivir.
No podremos nunca construir muros lo suficientemente alto o carros lo suficientemente blindados para protegernos de una sociedad en llamas, ni aunque nos vayamos en Uber a las pléyades encontraremos paz si seguimos llevando la guerra, el odio y la discriminación perversa en nuestros corazones. Los delitos son un problema que queremos acabar, las personas no, seamos mínimamente humanos por la grandísima puta, que si no cambiamos nos vamos a ir todos juntos para la mierda.

No hay comentarios: