No me cabe duda que la clave para mantener funcionando una relación no se encuentra en el corazón, o en la cabeza, tampoco entre las piernas o guardada en la billetera; la clave para el éxito sentimental está claramente en la muñeca izquierda.
Es el tiempo el que marca todo tu rango de posibilidades, es justamente en el tiempo que podemos ubicar nuestras historias, nuestros presentes, es el tiempo el que hace mella en los corazones cansados y es el mismo que en algún momento rejuvenece ilusiones ya marchitas con ganas de dar ese último round.
Es al tiempo a quien le debo mis recuerdos que son el único merito adjudicadle en una situación en la que se sabe admitir que, cuando de amores se habla, nunca nadie solo gana o solo pierde.
Es la misma escena del avión de Casablanca, todo se resume en un preámbulo de despedida con una deconstrucción y posterior reconstrucción, todos aprendemos a nacer de nuevo en esos labios subjetivamente virginales que te cambian las mantillas cada vez que marcas un teléfono o que aplastas una oreja en el ombligo ajeno.
Fue clave cuando conocí a ese chiquilla alocada que le volaban las mariposas por la espalda y se tomaba tragos en llamas mientras movía los hombros, fue clave porque regresaba a este país a regañadientes con un épico amor a cuestas y unas cuantas semanas de separación, llegaba con un corazón hipotecado a un italiano de quien me daban ganas de enamorarme hasta a mi.
Fueron tres años de una preciosa lucha que me dejo recuerdos maravillosos y una relación que mutó sutilmente en entrañable amistad, al punto que siempre se molesta porque le doy la razón a sus novios y le digo que los cuide, que son buenos muchachos. Llevo meses pidiéndole insistentemente que ya me haga abuelo.
También fue la clave aquella tarde que transmitíamos el programa desde un bar y yo andaba como un pre indigente, gestionando con el abogado la custodia de mi ruinoso corazón en juicio férreo con un amor de ayer que insistía en mantener la patria potestad. Ese día conocí a una muchacha que se dedicaba a modelo pero que siendo prácticamente niños me conversaba de Cortázar y de Silvio, de Tagore y Oppenheimer.
La recuerdo por las conversaciones de mesa bohemia y por el sabor fructuoso de cada centímetro de su cuerpo; la recuerdo por aquel fantasma de la relación sin vínculos afectivos, sostenida apenas por el hilo de la risa que sale del cerebro y ese tacto vicioso que se acostumbraba mutuamente.
Pero aunque traté de explicarlo lo mejor posible, nunca me termino de entender que las manecillas de mi reloj estaban caminado para atrás, y tenía que regresar a mi anterior domicilio para atender el tema de mi mudanza, ahora tengo mi apartamento de soltero.
Y loco fue el tiempo en que conocí a aquella otra muchacha dos meses antes de casarse, y una serie de elementos se confabularon para ponernos las cosas complicadas, terminando nuevamente en la escena del avión, con Paul Hendrid pidiéndole un scotch en las rocks a la aeromoza mientras un servidor jugaba al Bogie y se ahorraba un problemón desajustando su cronometro y perdiendo a la chica por el bien de los tres.
O esta niña maravillosamente chispeante que conocí hace poco, de esas que llenan cada cuarto con su buena onda, linda como día feriado y con todo un compendio de maravillas poco ubicables, ya no en una sola muchacha sino en un solo eón. El punto es que quisieras compartir mucho tiempo de tu vida con ella, quisieras pedirle la hora para sincronizar relojes con precisión británica, pero el mundo no funciona de esta forma, así que tendrás que tomarte el tiempo para entender su historia, compartir la tuya y empezar a hacer tic tac juntos o marcar tarjeta en el reloj de salida.
O de aquella que conoces 15 años tarde, o la otra que llego muy pronto a tu vida, o la que pasó muy rápido, o la que convences que no es tan tarde, o la que le decís que se está haciendo tarde para irse, o el pleito por esperarla una hora, o cuando llegaste dos horas y 5 birras tarde, o las 8 miserables horas de Palmares, o los 3 minutos una vez cada dos semanas a los que nadie quiere llegar, o los aniversarios, o la música de los 90, o la misa de 5, o tu pasado, o nuestro futuro; todo absolutamente todo nace y muere en la muñeca izquierda.
lunes, 14 de diciembre de 2009
jueves, 3 de diciembre de 2009
pueblo fantasma
Cuando comencé a trabajar desarrollando proyectos de comunicación para las comunidades indígenas, decidí que si iba a laborar con ellos debía de conocerlos, y como las salas de juntas son para burócratas, Mauricio –uno de los asesores con experiencia en la materia- y yo decidimos tomar el carro y empezar a visitarlos en las salas de sus casas, en las plazas y demás núcleos en donde las personas dejan caer sus títulos.
El primer sitio que visitamos fue Buenos Aires, de ahí nos mantuvimos en movimiento por la zona y en algún momento nos alcanzó la noche en un punto equidistante entre Ciudad Neilly y Playa Zancudo. Entramos en el debate sobre si pasar la noche entre viajantes fronterizos o bien darnos el gusto de amanecer con brisa marina en un sitio claramente más amigable para el turista.
Mauricio me contó que el año anterior había visitado la zona con sus hijos y recolectaba un buen cúmulo de agradables recuerdos, incluso se había hecho muy amigo de una pareja que administraba unas cabinas frente a la playa -una mexicana y un uruguayo- de conversación muy agradable en donde podríamos encontrar posada, comida y cerveza.
Llegamos de noche en un por un camino polvoriento y adivinando más que recordando ingresamos a lo que habían sido esas cabinas, ahora en estado pompeyico. Todo estaba apagado, el zacate había crecido lo suficiente para estar prevenidos por el ataque de un hipopótamo, el restaurante estaba cerrado y por un trillo logramos acceder a la que recordaba era la casa de sus amigos.
Tocamos la puerta y pasado un rato salio la mexicana con actitud de película de suspenso, asomando el ojo por una mínima apertura de la puerta para saludar afable pero silenciosamente a mi compañero de viaje. Nos invito a pasar y nos ofreció un vaso metálico con agua. Su casa era ruinosa, llena de checheres mal colocados y reparaciones hechizas que a medias impedían el ingreso de unos zancudos que más bien parecían colibríes.
Hablando suave para no despertar a la niña empezó a dejar ir entre prácticos extraños la historia triste de su vida, como había conocido a su marido en una vida licenciosa viajando por toda América desarrollando su artesanía y viviendo al día hasta que en algún punto, antes de llegar a esta esquina de Costa Rica con Panamá, habían dejado olvidada la regla y se encontraban con un polizón no esperado.
Un extranjero les dio la confianza de administrar esas 10 cabinas, el restaurante y la barra, Connie (la mexicana que en realidad se llamaba Consuelo) se convirtió en madre mientras el uruguayo solo llego a adicto y vendedor. Consecuentemente el bar se les había llenado de escoria y tipos con ganas de ajustar cuentas hasta que él tuvo que decidirse por llamar a sus padres que le lanzaron un solo boleto de para que se rehabilitara con agüita del Río de la Plata.
La despedida tenía un tono hipócrita de pasajero, él le decía que iba a ponerse bien para poder volver a luchar por sus dos mujeres, atrás dejó un par de zapatos que eran el juguete preferido de la niña y a una mujer desesperada tratando de sostener unas cabinas abandonadas y a una familia imaginaria. Todas las tardes le hablaba de papá pero hasta la niña de dos años sabía que era técnicamente huérfana.
Después del rato de catarsis nos alistó dos cuartos, utilizando un criterio muy amplio, y la dejamos para que regresara a atender a su hija. Muertos del hambre y la desalcoholización salimos en busca de algunos de los bares y salones que Mauricio recordaba con muy buen ambiente. No había nada, las discotecas, bares y restaurantes estaban cerrados como si el Apocalipsis hubiera pasado hace un par de meses por ahí.
En el borde de la desesperación escuchamos el ruido de lo que podría ser una cantina clandestina, efectivamente lo era. Tras la barra un español que no parecía prestarnos mucha importancia, fuera de ella un grupo de amigos ya borracho y una parejita bailando.
Manolo (como se presentó luego) se disculpó por la inatención inicial, nos puso un pañíto sobre la barra y encima de eso dos vasos que luego llenamos con una milagrosa cerveza tras otra. Lo más cercano a comida que logramos conseguir fue una pieza de salchichón que cortaba sobre el pañito polifuncional y nos la comimos con un paquete de galletas soda.
Inicialmente teníamos el miedo natural de ser forasteros en el lugar indebido, pero las personas resultaron ser muy agradables. Un rubio cuarentón de pelo largo que se llamaba Randy salía al día siguiente a traer un barco desde un cayo gringo hacía Centroamérica. La tarea era demandante peligrosa y abusivamente apurada y mal pagada, transportaba algún tipo de mercancía ilegal y a un capitán ilegal, sin licencia para el puesto ni visa de trabajo pero con la pericia que le había dejado el pasar más de la mitad de su vida en alta mar.
A pesar que la paga no era justa, era muchísimo para Randy que acababa de traer al mundo a su primogénita y no había hecho moverse su bote turístico ya en meses. El era consciente que este trabajo muy probablemente lo llevaría a la cárcel o a dormir eternamente entre los fondos marinos pero las opciones no eran muchas.
Esto lo habían confirmado todos los demás asistentes, pues la playa era pueblo fantasma porque las vías de acceso se inundaban cada temporada alta dejando al pueblo en el aislamiento, sin que los turistas pudieran entrar o los buses salir. De esta forma fueron cerrando todos los negocios lícitos y había aprendido a sobrevivir entre la miseria y la desesperanza.
Solo Manolo quedaba acá pues el había llegado desde el otro lado del mundo a su lugar favorito en la tierra, sus padres habían muerto y sus amigos lo daban a él por muerto, así que no conocía a nadie fuera de Zancudo y ya estaba viejo para hacer nuevos amigos.
Las risas fueron lentamente convirtiéndose en lagrimas por el amigo que se iba en el mejor de los casos por meses y en el razonable por siempre, Randy admitió que detestaba abandonar Zancudo justamente en este que era el momento más feliz de su vida, que repudiaba llegar meses mas tarde a ver a una hija que no lo iba a reconocer, esperando no encontrar otro sombrero colgado detrás de la puerta.
De la cerveza al conrtrabando y en medio de una intensisima borrachera Randy decide volver a casa, pero no quiere ir solo para que su mujer no lo regañe, convence a todos que ahi tiene una botellita que quiere tomarse con los amigos antes de partir con un tono de miedo que solo puede producir quien no se quiere perder.
Como ya la noche había sido una locura y los locales nos habían hecho sentir todo lo bienvenidos posible, nos fuimos caminando hasta la casa de Randy en donde salio su mujer enojada pero tuvo que cambiar el semblante ante la presenciad de invitados que trabajaban para el gobierno, se unió por ese ultimo trago de quien sabe que putas. El marinero le dijo cuanto la amaba y la iba a extrañar sin molestarse por el ojo crítico de sus compadres, luego le pidió que trajeran a la niña para que la conocieran sus nuevos amigos.
La pinta de lobo de mar, duro, con la piel curtida por 40 años de brisa marina y sol tendido se le desfiguro cuando colocó a su sirenita en sus brazos y le pedía por favor que nunca olvidara quien es su papá.
Todo indicaba que era tiempo de irnos y así hicimos, llegamos a las polvorosas habitaciones de Connie, al día siguiente despertamos, nos despedimos y salimos en busca de comida de verdad. El regreso fue un poco silente, duele mucho que te saquen la realidad de los números, arde en puta ver como el desarollo trae Porshes a Lindora y viudas a Zancudo.
Todo el pueblo fantasma esperaba que la recuperación económica trajera turistas a esa inmensa y hermosísima playa, que el gobierno les pusiera puentes y una calle transitable o que de alguna puta manera los factores que no podían controlar no los obligaran a alejarse de su pueblo y su amores.
El primer sitio que visitamos fue Buenos Aires, de ahí nos mantuvimos en movimiento por la zona y en algún momento nos alcanzó la noche en un punto equidistante entre Ciudad Neilly y Playa Zancudo. Entramos en el debate sobre si pasar la noche entre viajantes fronterizos o bien darnos el gusto de amanecer con brisa marina en un sitio claramente más amigable para el turista.
Mauricio me contó que el año anterior había visitado la zona con sus hijos y recolectaba un buen cúmulo de agradables recuerdos, incluso se había hecho muy amigo de una pareja que administraba unas cabinas frente a la playa -una mexicana y un uruguayo- de conversación muy agradable en donde podríamos encontrar posada, comida y cerveza.
Llegamos de noche en un por un camino polvoriento y adivinando más que recordando ingresamos a lo que habían sido esas cabinas, ahora en estado pompeyico. Todo estaba apagado, el zacate había crecido lo suficiente para estar prevenidos por el ataque de un hipopótamo, el restaurante estaba cerrado y por un trillo logramos acceder a la que recordaba era la casa de sus amigos.
Tocamos la puerta y pasado un rato salio la mexicana con actitud de película de suspenso, asomando el ojo por una mínima apertura de la puerta para saludar afable pero silenciosamente a mi compañero de viaje. Nos invito a pasar y nos ofreció un vaso metálico con agua. Su casa era ruinosa, llena de checheres mal colocados y reparaciones hechizas que a medias impedían el ingreso de unos zancudos que más bien parecían colibríes.
Hablando suave para no despertar a la niña empezó a dejar ir entre prácticos extraños la historia triste de su vida, como había conocido a su marido en una vida licenciosa viajando por toda América desarrollando su artesanía y viviendo al día hasta que en algún punto, antes de llegar a esta esquina de Costa Rica con Panamá, habían dejado olvidada la regla y se encontraban con un polizón no esperado.
Un extranjero les dio la confianza de administrar esas 10 cabinas, el restaurante y la barra, Connie (la mexicana que en realidad se llamaba Consuelo) se convirtió en madre mientras el uruguayo solo llego a adicto y vendedor. Consecuentemente el bar se les había llenado de escoria y tipos con ganas de ajustar cuentas hasta que él tuvo que decidirse por llamar a sus padres que le lanzaron un solo boleto de para que se rehabilitara con agüita del Río de la Plata.
La despedida tenía un tono hipócrita de pasajero, él le decía que iba a ponerse bien para poder volver a luchar por sus dos mujeres, atrás dejó un par de zapatos que eran el juguete preferido de la niña y a una mujer desesperada tratando de sostener unas cabinas abandonadas y a una familia imaginaria. Todas las tardes le hablaba de papá pero hasta la niña de dos años sabía que era técnicamente huérfana.
Después del rato de catarsis nos alistó dos cuartos, utilizando un criterio muy amplio, y la dejamos para que regresara a atender a su hija. Muertos del hambre y la desalcoholización salimos en busca de algunos de los bares y salones que Mauricio recordaba con muy buen ambiente. No había nada, las discotecas, bares y restaurantes estaban cerrados como si el Apocalipsis hubiera pasado hace un par de meses por ahí.
En el borde de la desesperación escuchamos el ruido de lo que podría ser una cantina clandestina, efectivamente lo era. Tras la barra un español que no parecía prestarnos mucha importancia, fuera de ella un grupo de amigos ya borracho y una parejita bailando.
Manolo (como se presentó luego) se disculpó por la inatención inicial, nos puso un pañíto sobre la barra y encima de eso dos vasos que luego llenamos con una milagrosa cerveza tras otra. Lo más cercano a comida que logramos conseguir fue una pieza de salchichón que cortaba sobre el pañito polifuncional y nos la comimos con un paquete de galletas soda.
Inicialmente teníamos el miedo natural de ser forasteros en el lugar indebido, pero las personas resultaron ser muy agradables. Un rubio cuarentón de pelo largo que se llamaba Randy salía al día siguiente a traer un barco desde un cayo gringo hacía Centroamérica. La tarea era demandante peligrosa y abusivamente apurada y mal pagada, transportaba algún tipo de mercancía ilegal y a un capitán ilegal, sin licencia para el puesto ni visa de trabajo pero con la pericia que le había dejado el pasar más de la mitad de su vida en alta mar.
A pesar que la paga no era justa, era muchísimo para Randy que acababa de traer al mundo a su primogénita y no había hecho moverse su bote turístico ya en meses. El era consciente que este trabajo muy probablemente lo llevaría a la cárcel o a dormir eternamente entre los fondos marinos pero las opciones no eran muchas.
Esto lo habían confirmado todos los demás asistentes, pues la playa era pueblo fantasma porque las vías de acceso se inundaban cada temporada alta dejando al pueblo en el aislamiento, sin que los turistas pudieran entrar o los buses salir. De esta forma fueron cerrando todos los negocios lícitos y había aprendido a sobrevivir entre la miseria y la desesperanza.
Solo Manolo quedaba acá pues el había llegado desde el otro lado del mundo a su lugar favorito en la tierra, sus padres habían muerto y sus amigos lo daban a él por muerto, así que no conocía a nadie fuera de Zancudo y ya estaba viejo para hacer nuevos amigos.
Las risas fueron lentamente convirtiéndose en lagrimas por el amigo que se iba en el mejor de los casos por meses y en el razonable por siempre, Randy admitió que detestaba abandonar Zancudo justamente en este que era el momento más feliz de su vida, que repudiaba llegar meses mas tarde a ver a una hija que no lo iba a reconocer, esperando no encontrar otro sombrero colgado detrás de la puerta.
De la cerveza al conrtrabando y en medio de una intensisima borrachera Randy decide volver a casa, pero no quiere ir solo para que su mujer no lo regañe, convence a todos que ahi tiene una botellita que quiere tomarse con los amigos antes de partir con un tono de miedo que solo puede producir quien no se quiere perder.
Como ya la noche había sido una locura y los locales nos habían hecho sentir todo lo bienvenidos posible, nos fuimos caminando hasta la casa de Randy en donde salio su mujer enojada pero tuvo que cambiar el semblante ante la presenciad de invitados que trabajaban para el gobierno, se unió por ese ultimo trago de quien sabe que putas. El marinero le dijo cuanto la amaba y la iba a extrañar sin molestarse por el ojo crítico de sus compadres, luego le pidió que trajeran a la niña para que la conocieran sus nuevos amigos.
La pinta de lobo de mar, duro, con la piel curtida por 40 años de brisa marina y sol tendido se le desfiguro cuando colocó a su sirenita en sus brazos y le pedía por favor que nunca olvidara quien es su papá.
Todo indicaba que era tiempo de irnos y así hicimos, llegamos a las polvorosas habitaciones de Connie, al día siguiente despertamos, nos despedimos y salimos en busca de comida de verdad. El regreso fue un poco silente, duele mucho que te saquen la realidad de los números, arde en puta ver como el desarollo trae Porshes a Lindora y viudas a Zancudo.
Todo el pueblo fantasma esperaba que la recuperación económica trajera turistas a esa inmensa y hermosísima playa, que el gobierno les pusiera puentes y una calle transitable o que de alguna puta manera los factores que no podían controlar no los obligaran a alejarse de su pueblo y su amores.
el niño hambriento
-“-“Usted acaba de evitar que hoy yo durmiera en la cárcel”
Voltee con extrañeza a ver al taxista que manejaba el carro con los ojos rojos y la barba dejada.
-“Mi patrón es un hombre que no tiene corazón, le he brindado todo mi esfuerzo por 10 años y la única ocasión en que yo he acudido a él en busca desesperada de ayuda el me volteo la espalda dejándome a mi suerte.”
Me aseguraba a la palanca de la puerta mientras analizaba cautelosamente cual palabra podía calzar en esta conversación que no me llevara a terminar contra un poste de alumbrado público.
-“Mi hijo nació por cesaría e intolerante a la lactosa por lo que debe de consumir un producto especial que le cuesta 10 mil colones. La Caja dejo de dar este producto hace 5 años y mi esposa se encuentra convaleciente en cama y no pude darle el pecho. Este carro estuvo 6 días en el taller y en ese tiempo no pude trabajar, hoy me hicieron sacarlo solo por tres horas y esta carrera es apenas lo que me falta para entregarlo debiendo todavía dinero.”
Me lleve suavemente la mano al bolsillo donde guardaba el dinero, ajuste la cantidad que estime suficiente y la conserve a mano esperando el final de la carrera
-“No comprendo como puede haber un hombre tan malo, que siendo millonario no me pueda prestar los 10 mil colones que requiero para darle un poquito de esperanza a mi único hijo Josué, en este momento iba decidido a matarlo con una de las llaves pesadas que el guarda en el taller.”
Esta dinámica me hacia darle a cada minuto mayor importancia alas pruebas psicológicas que deben realizarse a las personas que brindan un servicio público
-“Hoy tengo que regresar a casa y decirle a mi esposa que otra vez mi hijo tendrá que dormirse con hambre porque el maldito de mi jefe, y discúlpeme la palabra, no quiso ayudarme con algo que necesitaba más que nada en el mundo. No hay nada más terrible en el mundo que oír un hijo llorar de hambre.”
Cuando el carro parquea frente a mi trabajo finalmente había decidido cuales palabras usar, saque el dinero que llevaba en la bolsa y se lo puse sobre el panel mientras habría la puerta y le decía:
“Si, uno se sorprende de la maldad en el mundo. Ahí está lo de la carrera y agradezca que se la estoy pagando, su historia es muy conmovedora ¡Lastima que es la tercera vez que me la cuenta en dos años, rata hijueputa!”
Voltee con extrañeza a ver al taxista que manejaba el carro con los ojos rojos y la barba dejada.
-“Mi patrón es un hombre que no tiene corazón, le he brindado todo mi esfuerzo por 10 años y la única ocasión en que yo he acudido a él en busca desesperada de ayuda el me volteo la espalda dejándome a mi suerte.”
Me aseguraba a la palanca de la puerta mientras analizaba cautelosamente cual palabra podía calzar en esta conversación que no me llevara a terminar contra un poste de alumbrado público.
-“Mi hijo nació por cesaría e intolerante a la lactosa por lo que debe de consumir un producto especial que le cuesta 10 mil colones. La Caja dejo de dar este producto hace 5 años y mi esposa se encuentra convaleciente en cama y no pude darle el pecho. Este carro estuvo 6 días en el taller y en ese tiempo no pude trabajar, hoy me hicieron sacarlo solo por tres horas y esta carrera es apenas lo que me falta para entregarlo debiendo todavía dinero.”
Me lleve suavemente la mano al bolsillo donde guardaba el dinero, ajuste la cantidad que estime suficiente y la conserve a mano esperando el final de la carrera
-“No comprendo como puede haber un hombre tan malo, que siendo millonario no me pueda prestar los 10 mil colones que requiero para darle un poquito de esperanza a mi único hijo Josué, en este momento iba decidido a matarlo con una de las llaves pesadas que el guarda en el taller.”
Esta dinámica me hacia darle a cada minuto mayor importancia alas pruebas psicológicas que deben realizarse a las personas que brindan un servicio público
-“Hoy tengo que regresar a casa y decirle a mi esposa que otra vez mi hijo tendrá que dormirse con hambre porque el maldito de mi jefe, y discúlpeme la palabra, no quiso ayudarme con algo que necesitaba más que nada en el mundo. No hay nada más terrible en el mundo que oír un hijo llorar de hambre.”
Cuando el carro parquea frente a mi trabajo finalmente había decidido cuales palabras usar, saque el dinero que llevaba en la bolsa y se lo puse sobre el panel mientras habría la puerta y le decía:
“Si, uno se sorprende de la maldad en el mundo. Ahí está lo de la carrera y agradezca que se la estoy pagando, su historia es muy conmovedora ¡Lastima que es la tercera vez que me la cuenta en dos años, rata hijueputa!”
jueves, 5 de noviembre de 2009
ermitaña
Las cosas empiezan como una tontera, con una pequeña debilidad en un dedo meñique o una leve dificultad para prestar atención a ciertos detalles, poco a poco vas cobrando consciencia de que tenés una enfermedad y después vas notando que la enfermedad te tiene a vos y que te va robando de los tuyos para acercarte cada vez mas a sus nefastos terrenos, arrebatándote hasta tus recuerdos, pendejeando no solo con tu futuro sino también con tu pasado.
También los recuerdos de Jaime se iban perdiendo, cada vez le costaba mas recordar a su hermana, la mayor, la que le zurcía los pantalones para que mamá no lo regañara muy fuerte, con la que una vez compitieron a tomarse vasos de agua hasta que los dos se enfermaron, aquella que se caso un domingo soleado y que un jueves lluvioso recibió a Ricardo entre llantos y placentas.
El mismo Ricardo fue aprendiendo a ser padre en la medida que dejaba de ser hijo, ella luchaba acongojantemente mientras su cabeza se lo permitiera para que se pudiera llevar un recuerdo claro de una mamá, no de aquello en lo que se estaba convirtiendo, con esos espasmos que le convertían la cara como en la de una aparición, quería poder abrazarlo mientras todavía controlaba bien sus brazos y que él la recordara porque su propio hijo se le iba encajando en un espacio de su cerebro en donde ya no lo iba a poder encontrar.
Poco a poco se fue aislando en su cuerpo, fue soltando amarras con este mundo y se volvía como una ermitaña que rechaza contactar con una realidad insatisfactoria y se fue refugiando en sus rutinas, enfrascada en un mundo mecánico pero que no dejaba de ser mundo.
En un tiempo todavía se montaba cada mañana al bus de Heredia y se iba para San Jose a hacer una ronda inalterable, le llenaban el bolsito con monedas que disfrutaba repartir entre los mismos indigentes como si fuera una carrera de cintas, compraba flores en el mercado y se volvía a montar al bus de regreso a casa. Desgraciadamente aquel día estaban pavimentando la calle de donde salían los buses y habían trasladado su parada 100 metros, habían cheques y cartelones que anunciaban el cambio pero todo eso era irrelevante para ella, el bus simplemente había desaparecido.
Su hermano Jaime la encontró tres días después deambulando por el Mercado de la Coca Cola, su cuerpo tenia un grave deterioro físico, había dormido en la calle, le había robado el bolso con las moneditas y quien sabe que otras tragedias en las que no quería ni pensar. Esto marcó el final de uno más de sus ciclos, esto era un paso más hacia su caverna.
Sus visitas a este mundo eran cada vez mas de efímeras, la pizarra se borraba nuevamente cada mañana, a ratos preguntaba porque su papá ya nunca la visitaba, Jaime le decía que estaba un poco fregado y que le prometía que apenas llegaba a la casa le metía una trapeada y que con toda seguridad mañana venía tempranito, el mismo cuento se lo repetía cada siguiente día ¿Que sentido tenía el hacer lidiar a una pobre muchacha con la muerte de su papá cada día?
La mamá la cuidaba hasta que la alcanzó la muerte y esa labor la fue heredando la esposa de Ricardo. Su degeneración se detuvo justo antes de acabar con sus movimientos mecánicos, seguía digiriendo, respirando y su corazón latiendo, nada más, ni siquiera le fue concedida una muerte fácil.
Jaime la visitaba religiosamente, al principio le conversaba y ella respondía con algo que parecía una respuesta, le hablaba de sus propios hijos y sus cosas, de su trabajo, se había hecho filosofo y le hablaba de la perspectiva de la muerte Agostina, de los cielos del Dante, de cómo la muerte no es más que un antónimo de niñez en donde el espíritu de aventura va cediendo al miedo al desconocido.
No lo podía negar, visitarla era cada vez mas feo y mas aburrido, hasta sus balbuceos se iban haciendo cada vez menos humanos, antes respondía cuando le agarraba la mano con una especie de calambre que lo hacia sentirla cerca, como cuando trepaban arboles o jugaban al gato y al ratón, ahora tomar su mano era como tomar la de un maniquí flojo y viejo. Cada día había menos cosas que reconocía en ella y en esa casa, muchas menos desde que a Ricardo se lo llevó un infarto masivo.
El proceso parecía completar todo su ciclo, ahora lo único que la conectaba con este mundo era el llanto, esas gotas que rodaban despacio por sus arrugadas mejillas y hacían pozos tras de su pelo, esa era su única forma humanidad, lo que la hacía diferente al ropero o a la cobija era que ella producía su propia agua.
Y la vida esta llena de pequeños consuelos, Jaime sabía que ella lloraba cada vez que él la visitaba, sin falta, y seguía llorando mientras le contaba de su labor comunal, de la selección, de los aguaceros de setiembre, cuando le pasaba las manos entre sus canos cabellos o le acomodaba el almohadón. Esa era su forma de saber que aún lo reconocía y se alegraba que la visitara su hermanito. Al final la persignaba y lo coronaba con un beso en la frente, nunca le pudo confesar que se había hecho comunista y ateo.
Ese martes volvió nuevamente a sentarse con ella, le contó sus historias, le recordó a papá, le dijo que se le veía muy bonita la trenza que le habían hecho, le prometió que la próxima canción la bailaban juntos como ella le había enseñado cuando chiquillos. La persigno, le beso la frente y la miró directamente a sus ojos cerrados; ella no lloró ese día, Jaime sí.
También los recuerdos de Jaime se iban perdiendo, cada vez le costaba mas recordar a su hermana, la mayor, la que le zurcía los pantalones para que mamá no lo regañara muy fuerte, con la que una vez compitieron a tomarse vasos de agua hasta que los dos se enfermaron, aquella que se caso un domingo soleado y que un jueves lluvioso recibió a Ricardo entre llantos y placentas.
El mismo Ricardo fue aprendiendo a ser padre en la medida que dejaba de ser hijo, ella luchaba acongojantemente mientras su cabeza se lo permitiera para que se pudiera llevar un recuerdo claro de una mamá, no de aquello en lo que se estaba convirtiendo, con esos espasmos que le convertían la cara como en la de una aparición, quería poder abrazarlo mientras todavía controlaba bien sus brazos y que él la recordara porque su propio hijo se le iba encajando en un espacio de su cerebro en donde ya no lo iba a poder encontrar.
Poco a poco se fue aislando en su cuerpo, fue soltando amarras con este mundo y se volvía como una ermitaña que rechaza contactar con una realidad insatisfactoria y se fue refugiando en sus rutinas, enfrascada en un mundo mecánico pero que no dejaba de ser mundo.
En un tiempo todavía se montaba cada mañana al bus de Heredia y se iba para San Jose a hacer una ronda inalterable, le llenaban el bolsito con monedas que disfrutaba repartir entre los mismos indigentes como si fuera una carrera de cintas, compraba flores en el mercado y se volvía a montar al bus de regreso a casa. Desgraciadamente aquel día estaban pavimentando la calle de donde salían los buses y habían trasladado su parada 100 metros, habían cheques y cartelones que anunciaban el cambio pero todo eso era irrelevante para ella, el bus simplemente había desaparecido.
Su hermano Jaime la encontró tres días después deambulando por el Mercado de la Coca Cola, su cuerpo tenia un grave deterioro físico, había dormido en la calle, le había robado el bolso con las moneditas y quien sabe que otras tragedias en las que no quería ni pensar. Esto marcó el final de uno más de sus ciclos, esto era un paso más hacia su caverna.
Sus visitas a este mundo eran cada vez mas de efímeras, la pizarra se borraba nuevamente cada mañana, a ratos preguntaba porque su papá ya nunca la visitaba, Jaime le decía que estaba un poco fregado y que le prometía que apenas llegaba a la casa le metía una trapeada y que con toda seguridad mañana venía tempranito, el mismo cuento se lo repetía cada siguiente día ¿Que sentido tenía el hacer lidiar a una pobre muchacha con la muerte de su papá cada día?
La mamá la cuidaba hasta que la alcanzó la muerte y esa labor la fue heredando la esposa de Ricardo. Su degeneración se detuvo justo antes de acabar con sus movimientos mecánicos, seguía digiriendo, respirando y su corazón latiendo, nada más, ni siquiera le fue concedida una muerte fácil.
Jaime la visitaba religiosamente, al principio le conversaba y ella respondía con algo que parecía una respuesta, le hablaba de sus propios hijos y sus cosas, de su trabajo, se había hecho filosofo y le hablaba de la perspectiva de la muerte Agostina, de los cielos del Dante, de cómo la muerte no es más que un antónimo de niñez en donde el espíritu de aventura va cediendo al miedo al desconocido.
No lo podía negar, visitarla era cada vez mas feo y mas aburrido, hasta sus balbuceos se iban haciendo cada vez menos humanos, antes respondía cuando le agarraba la mano con una especie de calambre que lo hacia sentirla cerca, como cuando trepaban arboles o jugaban al gato y al ratón, ahora tomar su mano era como tomar la de un maniquí flojo y viejo. Cada día había menos cosas que reconocía en ella y en esa casa, muchas menos desde que a Ricardo se lo llevó un infarto masivo.
El proceso parecía completar todo su ciclo, ahora lo único que la conectaba con este mundo era el llanto, esas gotas que rodaban despacio por sus arrugadas mejillas y hacían pozos tras de su pelo, esa era su única forma humanidad, lo que la hacía diferente al ropero o a la cobija era que ella producía su propia agua.
Y la vida esta llena de pequeños consuelos, Jaime sabía que ella lloraba cada vez que él la visitaba, sin falta, y seguía llorando mientras le contaba de su labor comunal, de la selección, de los aguaceros de setiembre, cuando le pasaba las manos entre sus canos cabellos o le acomodaba el almohadón. Esa era su forma de saber que aún lo reconocía y se alegraba que la visitara su hermanito. Al final la persignaba y lo coronaba con un beso en la frente, nunca le pudo confesar que se había hecho comunista y ateo.
Ese martes volvió nuevamente a sentarse con ella, le contó sus historias, le recordó a papá, le dijo que se le veía muy bonita la trenza que le habían hecho, le prometió que la próxima canción la bailaban juntos como ella le había enseñado cuando chiquillos. La persigno, le beso la frente y la miró directamente a sus ojos cerrados; ella no lloró ese día, Jaime sí.
miércoles, 21 de octubre de 2009
divagaciones 20/30
1. El presidente norte/afroamericano Barack Obama fue seleccionado para el Premio Nobel de la Paz tras solo 8 meses de haber ascendido al poder, el comité noruego ha explicado que el mandatario se hizo merecedor del millón cuatrocientos mil dólares y la medalla por haber dado un giro a la política exterior norteamericana, recuperar el dialogo y la conciliación (en especial con medio oriente y Cuba) y devolver la esperanza a su pueblo. Bajo estos parámetros ¿No deberían más bien darle el Premio Nobel de la Guerra a Bush?
2. Gran expectativa a generado lo que pueda suceder con los restos del “Rey depuesto del Pop” Michael Jackson, después de aparecer ataviado en un féretro de oro el cuerpo del ex negro fue examinado minuciosamente en una autopsia de semanas que cuestiona lo fidedigno de series como CSI. Al cadáver se le retiro el cerebro y permaneció en exámenes durante varios días mientras continuaba la disputa por que hacer con un cuerpo tan feo, tieso y sin cerebro… Aparentemente estaría uniéndose al equipo del reggaetón VIP en Intrusos de la Farándula.
3. Algunas personas ven el vaso medio lleno, otras medio vacio. Yo personalmente lo veo como un arma punzocortante.
4. Justamente en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua hay un rotulo en color rosado radioactivo con la, nada apetente, imagen de Danielón Ortega levantando la mano como el Cristo Redentor que dice: cumplirle al pueblo, es cumplirle a Dios. Mas al norte otro de los vasallos de Chávez es invitado a salir del país por un Goriletti que pronto estaría jugando al Napoleón de Yoro por las calles de Tegucigalpa. Estos son solo dos ejemplos que demuestran que Costa Rica es un pequeño país mediterráneo inconvenientemente mal ubicado dentro de Centroamérica.
5. Deje de ser ateo cuando comenzaron a invitarme a reuniones de ateos.
6. Me gustan las mujeres que cicatrizan rápido.
7. Gran orgullo y alegría generó la aparición del mandatario costarricense Oscar Arias en el programa Biography de A&E, personeros del canal y figuras de los medios locales resaltaban el gran reconocimiento que significa ser parte de este clásico espacio que inició el mítico Mike Wallace. Parte de este selecto club lo conforman también Charo, Chech & Chong, Paris Hilton, Danny Bonaducce, Lorena Bobbit, casi 100 asesinos en serie y mafiosos, así como el mismísimo Satanás.
8. La suegra ideal es a la que se le visita dos veces al año: para su cumpleaños y para el día de la madre; en el mejor de los casos al cementerio.
9. Lo malo de ser Dios es no poder escoger sus amistades.
10. ¿A que numero tengo que mandar mensajes para que se acaban de una vez para siempre los reallity shows? O por lo menos que dejen de hacerme creer que así es la realidad, yo vivo en la realidad y francamente le hace falta producción, banda sonora y gente más bonita. Si anda en búsqueda de la realidad, la prudencia recomienda que apague el televisor, redirija sus mensajes celulares y salga a la calle a convivir con los tridimensionales, uno nunca sabe, talvez y le guste.
2. Gran expectativa a generado lo que pueda suceder con los restos del “Rey depuesto del Pop” Michael Jackson, después de aparecer ataviado en un féretro de oro el cuerpo del ex negro fue examinado minuciosamente en una autopsia de semanas que cuestiona lo fidedigno de series como CSI. Al cadáver se le retiro el cerebro y permaneció en exámenes durante varios días mientras continuaba la disputa por que hacer con un cuerpo tan feo, tieso y sin cerebro… Aparentemente estaría uniéndose al equipo del reggaetón VIP en Intrusos de la Farándula.
3. Algunas personas ven el vaso medio lleno, otras medio vacio. Yo personalmente lo veo como un arma punzocortante.
4. Justamente en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua hay un rotulo en color rosado radioactivo con la, nada apetente, imagen de Danielón Ortega levantando la mano como el Cristo Redentor que dice: cumplirle al pueblo, es cumplirle a Dios. Mas al norte otro de los vasallos de Chávez es invitado a salir del país por un Goriletti que pronto estaría jugando al Napoleón de Yoro por las calles de Tegucigalpa. Estos son solo dos ejemplos que demuestran que Costa Rica es un pequeño país mediterráneo inconvenientemente mal ubicado dentro de Centroamérica.
5. Deje de ser ateo cuando comenzaron a invitarme a reuniones de ateos.
6. Me gustan las mujeres que cicatrizan rápido.
7. Gran orgullo y alegría generó la aparición del mandatario costarricense Oscar Arias en el programa Biography de A&E, personeros del canal y figuras de los medios locales resaltaban el gran reconocimiento que significa ser parte de este clásico espacio que inició el mítico Mike Wallace. Parte de este selecto club lo conforman también Charo, Chech & Chong, Paris Hilton, Danny Bonaducce, Lorena Bobbit, casi 100 asesinos en serie y mafiosos, así como el mismísimo Satanás.
8. La suegra ideal es a la que se le visita dos veces al año: para su cumpleaños y para el día de la madre; en el mejor de los casos al cementerio.
9. Lo malo de ser Dios es no poder escoger sus amistades.
10. ¿A que numero tengo que mandar mensajes para que se acaban de una vez para siempre los reallity shows? O por lo menos que dejen de hacerme creer que así es la realidad, yo vivo en la realidad y francamente le hace falta producción, banda sonora y gente más bonita. Si anda en búsqueda de la realidad, la prudencia recomienda que apague el televisor, redirija sus mensajes celulares y salga a la calle a convivir con los tridimensionales, uno nunca sabe, talvez y le guste.
miércoles, 14 de octubre de 2009
peRRorata
La llegada del mes de diciembre para un niño que pertenece a una familia que aspira a la clase media baja, trae consigo un tesoro maravilloso que llena los corazones de paz y una cierta sensación de esperanza. De una manera casi milagrosa la buenos deseos se materializan llenando de sonrisas cada rincón de la, hasta noviembre, apagada y mustia casa. Diciembre trae consigo el aguinaldo de los papás.
Se trata de ese salario que fue prudentemente recortado del pago mensual, por un estado que quiere que paguemos marchamos y fomentemos ese maravilloso espíritu navideño que se construye en esos pequeños talleres en donde el viejo gordo vestido de rojo suele ser el dueño gringo y los pequeños que parecen duendes suelen ser niños trabajadores de países subdesarrollados.
Y cuando llega está mas comprometido que el presupuesto estatal de Haití, y por supuesto, con este raquítico excedente no alcanzaba para financiar la existencia de Santa Claus, por tanto se nos entregaba en billetes un dinero que debía ser dividido entre los anhelados juguetes nuevos y piezas vitales de vestuario para el próximo año, como los pantalones Dynamite de ácido wash o los zapatos callejeros de zapaterías Calderón. En este balance quedaba reflejada la entrada de la pubertad, como decía mi hermano es como pasar de la hamburguesa al Big Mac, toda una grada generacional.
Fue necesaria mas de una década para descubrir la intervención de algún ser superior en la asignación de presentes durante la noche de paz. En una canasta de mimbre y forrada en una cobija de pana roja apareció una gordita divina, un pedacito del amor de Dios que llegó a mi casa con colilla navideña de mi mamá.
Todo el mundo siempre desconfió de la autenticidad de su raza, claro que ningún chihuahua era mas grueso que largo, parecía una especia de cruce entre doberman pincher y lata de atún pero no creo que exista un ser -y en esta categoría se eliminan primero todos los seres humanos- que tenga tanta capacidad de amor.
Desde el primer día aprendió a dormir en una esquina de la cama en donde no estorbara a nadie, es decir, mientras los demás estuvieran despiertos le encantaba escalar sobre el pecho de los humanos y dejarse caer pesadamente de panza; pero en el momento donde intuía que ya era hora de dormir ella se levantaba y se colocaba en el punto mas distante de la cama porque a Migor no le gustaba molestar.
Creo que fue originalmente nombrada Sandy o alguno de esos nombres horribles, pero pronto escogió ser llamada Migor como diminutivo de mi gordita, ese nombre siempre le gustó.
No quisiera hacer de esta una historia trágica, pero un día llegue a casa y encontré una nota que me redirigió al veterinario donde Migor tenía el cráneo fracturado dejando ir un poco la inflamación de un cerebro herido producto de un golpe que trato siempre de entender como un accidente. Aparentemente ella podría volver a su vida normal de amor desinteresado si lográbamos que la inflamación cerebral cediera, el cráneo soldara protegiendo lo endeble de su vidita, pero las posibilidades no eran muy buenas, cualquier otro golpe podría haber potenciado más su muy prematuro fallecimiento.
Durante tres días con sus mañanas, medios días, tardes, noches y madrugadas ella estuvo luchando en el acolchonado cuadrilátero de mi cama, tratando a rastras de encontrar una esquina en donde no estorbara nadie, por supuesto eso conllevaba a que fuera necesario evitarle el choque contra los bordes, precaución que no se podía alcanzar dormido, por tanto mis minutos de sueño siempre venían precedidos de los cortos ratos de descanso de mi gordita gladiadora.
En uno de esos últimos momentos consiguió trepar sobre mi pecho y dejarse caer lentamente de panza y colocar su pequeño hocico sobre mi hombro, yo creí que eso era un signo de mejoría, lo que pasó es que hasta ese momento se sintió cómoda para dormir a la par mía, una parte en mi todavía espera que despierte.
No se quien escribió esta frase pero la comparto plenamente: si los perros no van al cielo cuando yo me muera quiero ir donde van ellos.
Cuando la enterramos le prometí que algún día nos reencontraríamos y yo ya no seria su dueño ni ella mi perro, seriamos iguales y tendría pues la posibilidad de escogerme a mi o a cualquier otra persona para ver tele, ojala me escoja a mi porque tengo muchas ganas de ver otra película con Migor.
Ese día puse un lazo negro en mi avatar, una amiga me preguntó por quien era y le conté aproximadamente esta misma historia, se la cerraba con un detalle curioso, esa fue la primera noche en 10 años que llegue a una casa en donde no me esperaba nadie, esa fue la primera noche de mi vida que dormí solo.
Ya después de eso me ha sido imposible tener otro perro, siempre sentí que sería como tratar de sustituira a Migor, además no creo estar listo para volver a pasar por un proceso emocional tan intenso.Con esto no quiero decir que no ame a los perros o que descarte algún día vivir en una casa grande y rodeado de mil de esos pintas que andan por las calles haciendo sus perradas.
Esta peRRorata no es completamente injustificada, hoy recibí una buena noticia. Bruno y Carlota, los perros que viven con mi mamá están esperando sus primeros hijos para este diciembre... para esta navidad.
Se trata de ese salario que fue prudentemente recortado del pago mensual, por un estado que quiere que paguemos marchamos y fomentemos ese maravilloso espíritu navideño que se construye en esos pequeños talleres en donde el viejo gordo vestido de rojo suele ser el dueño gringo y los pequeños que parecen duendes suelen ser niños trabajadores de países subdesarrollados.
Y cuando llega está mas comprometido que el presupuesto estatal de Haití, y por supuesto, con este raquítico excedente no alcanzaba para financiar la existencia de Santa Claus, por tanto se nos entregaba en billetes un dinero que debía ser dividido entre los anhelados juguetes nuevos y piezas vitales de vestuario para el próximo año, como los pantalones Dynamite de ácido wash o los zapatos callejeros de zapaterías Calderón. En este balance quedaba reflejada la entrada de la pubertad, como decía mi hermano es como pasar de la hamburguesa al Big Mac, toda una grada generacional.
Fue necesaria mas de una década para descubrir la intervención de algún ser superior en la asignación de presentes durante la noche de paz. En una canasta de mimbre y forrada en una cobija de pana roja apareció una gordita divina, un pedacito del amor de Dios que llegó a mi casa con colilla navideña de mi mamá.
Todo el mundo siempre desconfió de la autenticidad de su raza, claro que ningún chihuahua era mas grueso que largo, parecía una especia de cruce entre doberman pincher y lata de atún pero no creo que exista un ser -y en esta categoría se eliminan primero todos los seres humanos- que tenga tanta capacidad de amor.
Desde el primer día aprendió a dormir en una esquina de la cama en donde no estorbara a nadie, es decir, mientras los demás estuvieran despiertos le encantaba escalar sobre el pecho de los humanos y dejarse caer pesadamente de panza; pero en el momento donde intuía que ya era hora de dormir ella se levantaba y se colocaba en el punto mas distante de la cama porque a Migor no le gustaba molestar.
Creo que fue originalmente nombrada Sandy o alguno de esos nombres horribles, pero pronto escogió ser llamada Migor como diminutivo de mi gordita, ese nombre siempre le gustó.
No quisiera hacer de esta una historia trágica, pero un día llegue a casa y encontré una nota que me redirigió al veterinario donde Migor tenía el cráneo fracturado dejando ir un poco la inflamación de un cerebro herido producto de un golpe que trato siempre de entender como un accidente. Aparentemente ella podría volver a su vida normal de amor desinteresado si lográbamos que la inflamación cerebral cediera, el cráneo soldara protegiendo lo endeble de su vidita, pero las posibilidades no eran muy buenas, cualquier otro golpe podría haber potenciado más su muy prematuro fallecimiento.
Durante tres días con sus mañanas, medios días, tardes, noches y madrugadas ella estuvo luchando en el acolchonado cuadrilátero de mi cama, tratando a rastras de encontrar una esquina en donde no estorbara nadie, por supuesto eso conllevaba a que fuera necesario evitarle el choque contra los bordes, precaución que no se podía alcanzar dormido, por tanto mis minutos de sueño siempre venían precedidos de los cortos ratos de descanso de mi gordita gladiadora.
En uno de esos últimos momentos consiguió trepar sobre mi pecho y dejarse caer lentamente de panza y colocar su pequeño hocico sobre mi hombro, yo creí que eso era un signo de mejoría, lo que pasó es que hasta ese momento se sintió cómoda para dormir a la par mía, una parte en mi todavía espera que despierte.
No se quien escribió esta frase pero la comparto plenamente: si los perros no van al cielo cuando yo me muera quiero ir donde van ellos.
Cuando la enterramos le prometí que algún día nos reencontraríamos y yo ya no seria su dueño ni ella mi perro, seriamos iguales y tendría pues la posibilidad de escogerme a mi o a cualquier otra persona para ver tele, ojala me escoja a mi porque tengo muchas ganas de ver otra película con Migor.
Ese día puse un lazo negro en mi avatar, una amiga me preguntó por quien era y le conté aproximadamente esta misma historia, se la cerraba con un detalle curioso, esa fue la primera noche en 10 años que llegue a una casa en donde no me esperaba nadie, esa fue la primera noche de mi vida que dormí solo.
Ya después de eso me ha sido imposible tener otro perro, siempre sentí que sería como tratar de sustituira a Migor, además no creo estar listo para volver a pasar por un proceso emocional tan intenso.Con esto no quiero decir que no ame a los perros o que descarte algún día vivir en una casa grande y rodeado de mil de esos pintas que andan por las calles haciendo sus perradas.
Esta peRRorata no es completamente injustificada, hoy recibí una buena noticia. Bruno y Carlota, los perros que viven con mi mamá están esperando sus primeros hijos para este diciembre... para esta navidad.
jueves, 8 de octubre de 2009
sexo, gracias
En ese momento rodábamos jadeantes por las gradas, como en una persecución pero alternada, la multiplicidad de ángulos al llegar a la curva donde se asciende a lo que imagino eran los cuartos nos permitía cogernos en cuarta dimensión.
Ni la tortuga del cuento de Carroll, ni el desarrollo globalizado de Latinoamérica avanzaban tan lento como esta masacre que iniciabamos hacía 2 horas mientras dejamos mi camisa trabada en la puerta, creo que hasta el “Bienvenidos” del felpudo lo llevaba sobrepuesto en mi malherida espalda, victima como muchas veces de un ataque licantrópico de uñas acrílicas.
Y pensar que no habían pasado cuatro horas desde que éramos un par de desconocidos, bueno todavía lo éramos, si con costo llegue a escuchar su nombre y lo recuerdo porque me parecía que la dibujaba, desde luego no lo mencionaré, si con costos logro recordar que era vasca y que lo primero que le dije fue “que bien me sentaría un pimpín con salsa verde en este momento”.
Lo que si no olvido era ese cuerpo macizo, esculpido, tallado de carne y musculo, recuerdo sus marcas de expresión de mujer que acostumbra reír, su léxico de marinero con acento eusquera y la forma compulsiva en que fumaba un cigarrillo detrás de otro.
Tampoco olvido que esa noche llegue con dos amigos al bar de siempre a lanzar dardos, que en el primer recorrido crucé a la barra, saludé al cantinero y me di cuenta que la esquina la ocupaban un par de mujeres hermosas ya grandecitas, salude de reojo y continúe con mi pichel de bebida a lanzarle tres veces al 20 y así sucesivamente hasta que decidí cambiar la diana por una móvil.
Regresamos pues a la barra, recuerdo también que el comentario se afianzó en el hecho de que esa noche éramos tres cocineros los improvisados dardistas, una buena entrada afianza el camino y claro que ella era una esplendida conversadora y en algunas ocasiones yo puedo tener cosas interesantes que decir. Rapidito la noche se fue focalizando en nosotros, al punto que mis amigos empezaron a conversar entre ellos y la amiga de ella tuvo que regresar a su vida cotidiana.
Y bueno, llega un punto donde un hombre sabe que es lo que tiene que hacer, quizás no todos pero los que nos preciamos de haber tenido vidas divertidas; dejamos todo los pudores, miedos e inseguridades en una cajetilla y no te pones romántico, galán o intenso sino llanamente vulgar, hasta cochino, ser una especie de animal visceral compuesto en un 90% de feromonas y fluidos corporales.
Y te sentís cazador cuando lo cierto del caso es que esa era un decisión que ya se había tomado por vos, cuando ella se ponía ese brillo corporal que acreditaba los quiebres sabrosos de su cuerpo de vicio y aquella pantaleta que transparentaba a negro su pubis inestimable y esos huesos de cadera que parecían un tratado de anatomía. Ya en ese momento ella había decidido coger conmigo, solo que para ese momento aun no sabia como me llamaba, o como me iba a ver (si es que ahora lo sabe, lo dudo) imagino que si había decidido sobre mi edad.
Lo imagino porque a mi primer comentario subido de tono atacó con todo su repertorio de movidas y enroques, con sus mil y una noches en la legión extranjera. Sin embargo le arruine un poco el juego de roles cuando le hice saber que si se andaba buscando un niño que impresionar buscara en otra parte así que debía empezar a verme como su igual o llamar esto una noche.
Yo por mi parte ya la venía desnudando con palabras desde que empezamos a hablar, no con mis proezas o mis atributos sexuales sino con lo que me hace débil y como me gustaría comerme esas partes de su cuerpo que no tienen nombre, como atrás de los brazos o debajo de las costillas, como me gustaría colonizar esa espaldita pequeña y lanzarla de a una mano en cualquier esquina de cualquier cuarto del mundo, como me gustaría dejar sus labios arrugaditos como pasas, como los dedos de las manos cuando se pasa mucho tiempo mojados. Cabe notar que para este momento no tenía una gota de sangre en ninguna otra parte de mi cuerpo.
Fue más o menos al tiempo en que ella me aclaró que tenía esposo, que su esposo estaba fuera del país y esa noche no tenía nada de ganas de dormir sola. El no era ni un mal hombre ni la desatendía, ni la maltrataba, ella no pensaba en dejarlo ni atravesaban ninguna crisis, en ese momento no precisábamos de ninguna justificación para abordar su camioneta blanca en dirección oeste.
Baje mi cabeza para que no la vieran sus vecinos ingresar con un desconocido, en realidad había bajado mi cabeza desde que pasamos el peaje y bueno, si me encontraban tal vez podían haberme pasado por un ginecólogo muy poco profesional o el muchacho del bikini line.
En fin, fue sexo, de ese vacio que critican en las peliculas de Keanu… de eso se trataba esto, no intercambiamos números ni piropos según lo silentemente acordado, a penas recordaba su nombre, que era estilista y cada una de las células de su babilónica piel de demonia vasca. Cuando nos despedimos antes de que clareara el día nos dijimos gracias.
Pasaron los meses y los recuerdos de la noche fueron palideciendo en el olvido y algunas historias del mismo corte pero pasó una cosa curiosa. Yo había restablecido relaciones, ahora de corte amistoso con una mi exnovia, esas que resulta mejor cambiarle el rol para no tener que dejar de verlas, pues resulta que fui a buscarla a la agencia de modelaje en la que era trabajaba.
Cuando entre a la agencia me tope con una pared en la que habían como fotos de personas con las que colaboraban, como una especie de cuadro de créditos. Note que una foto me estaba observando a los ojos, claro que era ella con el cabello corto y platinado, tan guapa como la recordaba, me quede viéndola absorto, fue tan sospechosa mi expresión que mi amiga me preguntó:
-Ah ¿Conoces a A******? Ella es estilista para la agencia, la conozco desde hace años, ella fue la que me peino para mi graduación de sexto grado de escuela-
Ni la tortuga del cuento de Carroll, ni el desarrollo globalizado de Latinoamérica avanzaban tan lento como esta masacre que iniciabamos hacía 2 horas mientras dejamos mi camisa trabada en la puerta, creo que hasta el “Bienvenidos” del felpudo lo llevaba sobrepuesto en mi malherida espalda, victima como muchas veces de un ataque licantrópico de uñas acrílicas.
Y pensar que no habían pasado cuatro horas desde que éramos un par de desconocidos, bueno todavía lo éramos, si con costo llegue a escuchar su nombre y lo recuerdo porque me parecía que la dibujaba, desde luego no lo mencionaré, si con costos logro recordar que era vasca y que lo primero que le dije fue “que bien me sentaría un pimpín con salsa verde en este momento”.
Lo que si no olvido era ese cuerpo macizo, esculpido, tallado de carne y musculo, recuerdo sus marcas de expresión de mujer que acostumbra reír, su léxico de marinero con acento eusquera y la forma compulsiva en que fumaba un cigarrillo detrás de otro.
Tampoco olvido que esa noche llegue con dos amigos al bar de siempre a lanzar dardos, que en el primer recorrido crucé a la barra, saludé al cantinero y me di cuenta que la esquina la ocupaban un par de mujeres hermosas ya grandecitas, salude de reojo y continúe con mi pichel de bebida a lanzarle tres veces al 20 y así sucesivamente hasta que decidí cambiar la diana por una móvil.
Regresamos pues a la barra, recuerdo también que el comentario se afianzó en el hecho de que esa noche éramos tres cocineros los improvisados dardistas, una buena entrada afianza el camino y claro que ella era una esplendida conversadora y en algunas ocasiones yo puedo tener cosas interesantes que decir. Rapidito la noche se fue focalizando en nosotros, al punto que mis amigos empezaron a conversar entre ellos y la amiga de ella tuvo que regresar a su vida cotidiana.
Y bueno, llega un punto donde un hombre sabe que es lo que tiene que hacer, quizás no todos pero los que nos preciamos de haber tenido vidas divertidas; dejamos todo los pudores, miedos e inseguridades en una cajetilla y no te pones romántico, galán o intenso sino llanamente vulgar, hasta cochino, ser una especie de animal visceral compuesto en un 90% de feromonas y fluidos corporales.
Y te sentís cazador cuando lo cierto del caso es que esa era un decisión que ya se había tomado por vos, cuando ella se ponía ese brillo corporal que acreditaba los quiebres sabrosos de su cuerpo de vicio y aquella pantaleta que transparentaba a negro su pubis inestimable y esos huesos de cadera que parecían un tratado de anatomía. Ya en ese momento ella había decidido coger conmigo, solo que para ese momento aun no sabia como me llamaba, o como me iba a ver (si es que ahora lo sabe, lo dudo) imagino que si había decidido sobre mi edad.
Lo imagino porque a mi primer comentario subido de tono atacó con todo su repertorio de movidas y enroques, con sus mil y una noches en la legión extranjera. Sin embargo le arruine un poco el juego de roles cuando le hice saber que si se andaba buscando un niño que impresionar buscara en otra parte así que debía empezar a verme como su igual o llamar esto una noche.
Yo por mi parte ya la venía desnudando con palabras desde que empezamos a hablar, no con mis proezas o mis atributos sexuales sino con lo que me hace débil y como me gustaría comerme esas partes de su cuerpo que no tienen nombre, como atrás de los brazos o debajo de las costillas, como me gustaría colonizar esa espaldita pequeña y lanzarla de a una mano en cualquier esquina de cualquier cuarto del mundo, como me gustaría dejar sus labios arrugaditos como pasas, como los dedos de las manos cuando se pasa mucho tiempo mojados. Cabe notar que para este momento no tenía una gota de sangre en ninguna otra parte de mi cuerpo.
Fue más o menos al tiempo en que ella me aclaró que tenía esposo, que su esposo estaba fuera del país y esa noche no tenía nada de ganas de dormir sola. El no era ni un mal hombre ni la desatendía, ni la maltrataba, ella no pensaba en dejarlo ni atravesaban ninguna crisis, en ese momento no precisábamos de ninguna justificación para abordar su camioneta blanca en dirección oeste.
Baje mi cabeza para que no la vieran sus vecinos ingresar con un desconocido, en realidad había bajado mi cabeza desde que pasamos el peaje y bueno, si me encontraban tal vez podían haberme pasado por un ginecólogo muy poco profesional o el muchacho del bikini line.
En fin, fue sexo, de ese vacio que critican en las peliculas de Keanu… de eso se trataba esto, no intercambiamos números ni piropos según lo silentemente acordado, a penas recordaba su nombre, que era estilista y cada una de las células de su babilónica piel de demonia vasca. Cuando nos despedimos antes de que clareara el día nos dijimos gracias.
Pasaron los meses y los recuerdos de la noche fueron palideciendo en el olvido y algunas historias del mismo corte pero pasó una cosa curiosa. Yo había restablecido relaciones, ahora de corte amistoso con una mi exnovia, esas que resulta mejor cambiarle el rol para no tener que dejar de verlas, pues resulta que fui a buscarla a la agencia de modelaje en la que era trabajaba.
Cuando entre a la agencia me tope con una pared en la que habían como fotos de personas con las que colaboraban, como una especie de cuadro de créditos. Note que una foto me estaba observando a los ojos, claro que era ella con el cabello corto y platinado, tan guapa como la recordaba, me quede viéndola absorto, fue tan sospechosa mi expresión que mi amiga me preguntó:
-Ah ¿Conoces a A******? Ella es estilista para la agencia, la conozco desde hace años, ella fue la que me peino para mi graduación de sexto grado de escuela-
jueves, 1 de octubre de 2009
indiGENTES
Ayer me dijo uno de esos carajos que ensucian parabrisas en los semáforos que la onda de calor era generada por Chang Díaz, que él tenía un plan para todo esto desde su laboratorio en Liberia; lo reconocía como un hombre muy inteligente porque desde hace muchos años que son amigos. Supongo se habrán conocido en el espacio, cuando Chang iba y él venía llegando a nuestro planeta.
Otra señora estaba con una sola rosa en la mano sentada en un balde volteado en donde ponía las flores que vendía, me pidió un cigarro y me dijo con una sonrisota llena de piezas perdidas: “Esta no se la puedo vender porque es para mi hija que hoy terminó los exámenes de sesto”.
Existe una creencia extraña, supongo generada por estos neo hippies que hoy nos inundan, que presume que detrás de cualquier indigente o persona en situación desfavorable existe un genio latente que atesora una caudal filosofía urbana generada por el desprendimiento material y las lecciones aprendidas. Esto generalmente no es cierto, normalmente se trata de drogadictos que han perdido gran parte de su, ya de por si limitada, capacidad craneana.
Otra cosa que me molesta del concepto de la indigencia en nuestra sociedad es el de los jovencillos de plata que piensan que cualquier mamarracho de estos agradece que le dediquen parte de su tiempo para conversarle y así poder sentirse como su igual. El punto es que usted no es su igual, usted tiene casa y generalmente trabajo, tiene gente que lo quiere y esperaría nunca verlo así; por el otro lado, él tampoco lo ve como su igual, lo ve como su proveedor de dinero y no esperan llegar a convertirse en su amigo. Quiere una moneda, no que le pregunte que lo llevó ahí.
En principio rechazo el concepto de caridad, lo que si acostumbro es remunerar los servicios prestados, pago por que me cuiden el carro, porque se lleven basura del bar o de mi casa, y a los que tienen un cajón de bolero les pago porque me lustren los zapatos.
Disfruto sentarme con un café y el periódico frente al Correo a que Carlitos me lustre los zapatos, nótese que dije lustrar, porque desde la primera vez que me acerque a preguntar por las tarifas me lo aclaró. Yo le pregunté: ¿Cuanto me cobraba por limpiarme los zapatos? y él me dijo que lo que hacía era lustrar zapatos, que “limpiarlos podía hacerlo hasta yo”. En ese momento supe que estaba negociando con la persona correcta.
Carlitos cree en los extraterrestres como una raza iluminada que se divide en dos equipos, los que nos quieren colonizar y para este fin nos analizan científicamente, y los que nos quieren ayudar a alcanzar un nivel superior de existencia. Para crear estas teorías Carlitos se basa en textos de Carl Sagan, una lectura muy subjetiva de los eventos de actualidad y el crack.
Debe saber de lo que habla porque duerme todas las noches a cielo abierto ya que realiza un delicado proceso presupuestario -la mitad es para piedra y la otra mitad la gasta en su novia- no la invita a cenar ni le compra regalos pero definitivamente el dinero lo gasta en ella. Cuando me contaba le pregunte ¿Ella es puta? Y el me dijo:
-No, no, ella trabaja de puta-
Después me decía que a él no le gustaba pedir monedas, y esa era su forma de pedir monedas, conforme pasa el tiempo han tenido que diversificar sus técnicas para seguir captando a los mismos tontos y que no se vayan dando cuenta.
El indigente más talentoso que conocí fue uno que se acercó a la ventana de Giros a pedirme una moneda, naturalmente no se la di pero si le pasé un cigarro, me dijo gracias y se iba alejando mientras cantaba:
El punto es que fuera quien fuera, este tipo con olor a orines y dientes triturados por masticar cable la conocía en 5 de ellos. Nosotros tomábamos un whisky con agua mientras el le empujaba a su botellita que cargaba debajo de un saco de cordurrrroy, zaaaaaaaa!!!!
Resulta que había formado parte del ejercito gringo, que era un experto en arreglar cajas de cambios de vehículos especializados, especialidad que compartía con muy pocas personas. Para conseguirlo había viajado al norte y ahí había encontrado un hogar en donde mantenía a sus dos hijas ya creciditas.
En estas labores viajo mucho y compartió con compañeros de múltiples nacionalidades y les preguntaba como se cantaba esa canción para llegar arrullar a sus hijas, que encontraban a su papá fingiendo acentos como todo un espectáculo.
El que conocía tanto de cambios no la vio venir, murió su madre y eso naturalmente lo entristeció terriblemente, viajo a Costa Rica para enterrarla y entre un “brindis por mi madre” y un trago pa olvidar se le fueron los frenos y termino dormido una noche tras otra en una calle distinta.
Ese día me comentaba como le dolía que sus hija le dieran la espalda y se avergonzarán que el fuera su padre. No pude más que preguntarle
-¿Y a usted no le avergonzaría que usted fuera su padre? Trago fuerte de la botella, tal vez era la primera vez que alguien fuera de su cabeza le preguntaba eso.
Encendió otro cigarro y me dijo:
-Vea, yo he conocido decenas de países, he conocido gente de todo tipo y he pasado por mil problemas que los demás no alcanzaría a entender jamás ¿Quiere que le diga que es lo único que he aprendido de la vida?
Preparé mi alma para ser iluminada y le presté absoluta atención.
-Lo único que aprendí en la vida fue a cantar:
Otra señora estaba con una sola rosa en la mano sentada en un balde volteado en donde ponía las flores que vendía, me pidió un cigarro y me dijo con una sonrisota llena de piezas perdidas: “Esta no se la puedo vender porque es para mi hija que hoy terminó los exámenes de sesto”.
Existe una creencia extraña, supongo generada por estos neo hippies que hoy nos inundan, que presume que detrás de cualquier indigente o persona en situación desfavorable existe un genio latente que atesora una caudal filosofía urbana generada por el desprendimiento material y las lecciones aprendidas. Esto generalmente no es cierto, normalmente se trata de drogadictos que han perdido gran parte de su, ya de por si limitada, capacidad craneana.
Otra cosa que me molesta del concepto de la indigencia en nuestra sociedad es el de los jovencillos de plata que piensan que cualquier mamarracho de estos agradece que le dediquen parte de su tiempo para conversarle y así poder sentirse como su igual. El punto es que usted no es su igual, usted tiene casa y generalmente trabajo, tiene gente que lo quiere y esperaría nunca verlo así; por el otro lado, él tampoco lo ve como su igual, lo ve como su proveedor de dinero y no esperan llegar a convertirse en su amigo. Quiere una moneda, no que le pregunte que lo llevó ahí.
En principio rechazo el concepto de caridad, lo que si acostumbro es remunerar los servicios prestados, pago por que me cuiden el carro, porque se lleven basura del bar o de mi casa, y a los que tienen un cajón de bolero les pago porque me lustren los zapatos.
Disfruto sentarme con un café y el periódico frente al Correo a que Carlitos me lustre los zapatos, nótese que dije lustrar, porque desde la primera vez que me acerque a preguntar por las tarifas me lo aclaró. Yo le pregunté: ¿Cuanto me cobraba por limpiarme los zapatos? y él me dijo que lo que hacía era lustrar zapatos, que “limpiarlos podía hacerlo hasta yo”. En ese momento supe que estaba negociando con la persona correcta.
Carlitos cree en los extraterrestres como una raza iluminada que se divide en dos equipos, los que nos quieren colonizar y para este fin nos analizan científicamente, y los que nos quieren ayudar a alcanzar un nivel superior de existencia. Para crear estas teorías Carlitos se basa en textos de Carl Sagan, una lectura muy subjetiva de los eventos de actualidad y el crack.
Debe saber de lo que habla porque duerme todas las noches a cielo abierto ya que realiza un delicado proceso presupuestario -la mitad es para piedra y la otra mitad la gasta en su novia- no la invita a cenar ni le compra regalos pero definitivamente el dinero lo gasta en ella. Cuando me contaba le pregunte ¿Ella es puta? Y el me dijo:
-No, no, ella trabaja de puta-
Después me decía que a él no le gustaba pedir monedas, y esa era su forma de pedir monedas, conforme pasa el tiempo han tenido que diversificar sus técnicas para seguir captando a los mismos tontos y que no se vayan dando cuenta.
El indigente más talentoso que conocí fue uno que se acercó a la ventana de Giros a pedirme una moneda, naturalmente no se la di pero si le pasé un cigarro, me dijo gracias y se iba alejando mientras cantaba:
“Twinkle, twinkle, little star,
Comme j'aimerais savoir qui tu es !
Quiero verte sin tildar
Fahn und Säbel und noch mehr,
Brilla brilla piccola stella,
When he nothing shines upon,
Lorsque le soleil disparaît
¿Estrellita donde estás?"
Le pegue un grito desde el balcón del bar y regresó con la mano lista para recibir, estaba naturalmente intrigado por conocer al indigente políglota que sabía cantar “Estrellita” en 5 idiomas. Esta famosa Nana, que se le atribuye a Mozart (evidentemente no como canción de cuna sino como un monumental adagio) ha recorrido el mundo ayudando a las mamás y papás a librarse por las noches de sus niños y ha sido traducida a un sin numero de idiomas.Comme j'aimerais savoir qui tu es !
Quiero verte sin tildar
Fahn und Säbel und noch mehr,
Brilla brilla piccola stella,
When he nothing shines upon,
Lorsque le soleil disparaît
¿Estrellita donde estás?"
El punto es que fuera quien fuera, este tipo con olor a orines y dientes triturados por masticar cable la conocía en 5 de ellos. Nosotros tomábamos un whisky con agua mientras el le empujaba a su botellita que cargaba debajo de un saco de cordurrrroy, zaaaaaaaa!!!!
Resulta que había formado parte del ejercito gringo, que era un experto en arreglar cajas de cambios de vehículos especializados, especialidad que compartía con muy pocas personas. Para conseguirlo había viajado al norte y ahí había encontrado un hogar en donde mantenía a sus dos hijas ya creciditas.
En estas labores viajo mucho y compartió con compañeros de múltiples nacionalidades y les preguntaba como se cantaba esa canción para llegar arrullar a sus hijas, que encontraban a su papá fingiendo acentos como todo un espectáculo.
El que conocía tanto de cambios no la vio venir, murió su madre y eso naturalmente lo entristeció terriblemente, viajo a Costa Rica para enterrarla y entre un “brindis por mi madre” y un trago pa olvidar se le fueron los frenos y termino dormido una noche tras otra en una calle distinta.
Ese día me comentaba como le dolía que sus hija le dieran la espalda y se avergonzarán que el fuera su padre. No pude más que preguntarle
-¿Y a usted no le avergonzaría que usted fuera su padre? Trago fuerte de la botella, tal vez era la primera vez que alguien fuera de su cabeza le preguntaba eso.
Encendió otro cigarro y me dijo:
-Vea, yo he conocido decenas de países, he conocido gente de todo tipo y he pasado por mil problemas que los demás no alcanzaría a entender jamás ¿Quiere que le diga que es lo único que he aprendido de la vida?
Preparé mi alma para ser iluminada y le presté absoluta atención.
-Lo único que aprendí en la vida fue a cantar:
“Twinkle, twinkle, little star,
Comme j'aimerais savoir qui tu es !
Quiero verte sin tildar
Fahn und Säbel und noch mehr,
Brilla brilla piccola stella,
When he nothing shines upon,
Lorsque le soleil disparaît
¿Estrellita donde estás?”
lunes, 28 de septiembre de 2009
rosarios y audifonos
La vieja se sentaba en la cama del lado derecho a rezar el rosario como lo había hecho toda su vida. Pasaba las cuentas de madera mientras repetía las mismas palabras a forma de mantra, como permitiendo que un flujo constante limpiara su mente de todos aquellos pensamientos que le fregaban la paz.
En la otra esquina el viejo se ajustaba en su oreja un audífono que había armado con un cable como de 5 metros que se le colocaba en una salida al tele para poder oir cualquier cosa en lugar del adormecerte pasar de las Marías, todas llenas de gracia, como cada noche desde hace 50 años. Esa era una condición que había aceptado hace mucho tiempo, compartirla con Dios unos minutos al día, ver las noticias de la noche el rato que ella repasaba su compromiso.
El había aceptado esa y otras cuantas condiciones ese día que se la encontró en el piso de la cocina, ese día que pensó que se le iba. Había hecho todo lo posible por irse primero y no le había salido bien el plan, ese día había llorado como un chiquito, ese día murió un poquito.
Cuando ella se repuso el comenzó a acompañarla a misa, hasta se confesaba y trataba de portarse mejor, no siempre lo conseguía pero si que lo intentaba fuerte. En el fondo no se si llegó nunca a creer en Dios pero sabía que si existía un cielo ella iría con seguridad y él no podía permitirse el verla de largo.
Pero esa noche le celó esa hora a Dios, digo, ya no tenía tantas horas, había empezado a respirar con ayuda de un tanquecito de oxigeno, el corazón era una cacharpa y todo sus sistema se había hartado de funcionar. Es día la veía desde el otro lado de la cama con impaciencia.
Mi abuela se mojaba las pestañas todas las noches por las culpas inventadas. ¿A quien le importa que la niña se haya casado joven y sin saber nada del otro? Ya lo había soportado mucho tiempo y las cosas ya no fueron soportables ¿Y entonces que? Pues se divorcia ¿Y que? ¿Y que si después de eso había conocido a alguien con que se sintió mejor?
Pero las puertas de la iglesia se le cerraban con sus segundas nupcias, y presumo también las del cielo y eso le estaba rompiendo el alma en dos. Eso la hacía llorar todas las noches y hundirse en su mantra para arrancarse los ¿Qué habré hecho mal?.
Trutra también sufría cuando la veía sufrir, el divorcio no le importaba, lo único que quería es que mi abuela no se divorciara de él, después de ahí que se case y se divorcie y se junte y se coja todo el que así lo decida. Pero la China estaba llorando y eso no se le hacía bonito, por eso le subía el volumen al tele, por eso no le gustaba el rosario.
La volvió a ver de lejos y se le escapó un profundo suspiro y “un suspiro siempre será un suspiró” como se lo cantaba Sam a Ilsa en As Time Goes By. Así que se retiró el audífono y se flexiono a ella con esa lengua lasciva que cargaba y le dijo “Un suspiro es un beso que nunca se dio”.
La vieja suspendió un sus lagrimas pero no su rosario, lo soltó con una mano, eso si, para pegarle una palmadilla entre risillas coquetas y falso enojo, concluyó su rosario y vio a su marido dormirse otra vez más como durante 50 años ya.
Con una excepción, al día siguiente estábamos todos reunidos en horas de la tarde, entre cruzrojistas y parientes lejanos viendo como el viejo se dormía una vez más y esta vez indefinidamente. Mi abuela ya no pedía vida sino que por favor se la llevaran a ella, que ya ella no se sentía a gusto en este mundo tan siniestramente desprovisto de él.
Mi abuelo Jesús fue enterrado a los dos días en un nicho del cementerio de Tibás, sobre su blanco se posaba la última frase del uno de los tantos poemas que le había escrito y que tanto disfrutaban de leer y completarse mutuamente. Mi abuela Matilde murió ese día pero la enterramos dos años más tarde.
La vieja se convirtió en una nubecita, jamás se quito el luto y había dejado de sonreír por completo, de hecho su cara se había formado en una expresión árida, como taxidermia, había perdido completamente su brillo, hasta llorar se le había olvidado.
Una mañana la recogimos en su casa y pasó una cosa increíble. Mi abuela salió sonriendo, caminando a buen paso y se montó al carro repartiendo abrazos con sus brazos gigantes, no queríamos preguntar que había pasado para no arruinarlo, para no cortarlo, Pero ella misma nos lo aclaró.
-Anoche dormí con su abuelo- Se le escapó el gran secreto, como confiesa su primer beso una niña en la escuela.
Hasta ese momento su mente era lucida, nada nos hacía sospechar de los estragos del tiempo en su cerebro, pero bueno, esto era preocupante.
Entonces ella nos aclaró las cosas de forma que hasta el más incrédulo de los incrédulos le encontraría sentido.
Pues resulta que esa noche rezaba el rosario en su mitad de la cama, y entre el paso de las cuentas de madera la atacó algo más fuerte que su mantra, algo le distrajo su lugar seguro y le recordó lo sola que se sentía. Ese día había regresado todas las cosas a su contexto porque sabía que si pudiera tomarlo una vez más de la mano, si pudiera tan solo prepararle una sopa de tortillas más, no le habría importado que se le cerraran las puertas de la iglesia o las puertas del cielo. Soltó el rosario se hizo un puñito y suspiró.
Sobre su hombro distante escucho decir lo que llevaba tanto tiempo de querer escuchar: “Un suspiro es un beso que nunca se dio” y posterior a eso sintió ese beso que recordaba con tanto anhelo y después su brazo. Claramente vio como la cama se hundía en el mismo sitio que siempre, y se dejo abrazar y ya no había lagrimas porque Jesús había llegado a su casa, es decir, el Jesús de esa casa.
Finalmente se juntaron nuevamente, en el cielo, en la tumba o en donde sea pero juntos. En el mismo nicho descansan ya sin audífonos ni rosario. Sobre la tumba queda escrito aquel verso que les escuche recitar entre los dos por lo menos un millón de veces, no necesito escritos para citar textualmente esas últimas cuatro líneas:
En la otra esquina el viejo se ajustaba en su oreja un audífono que había armado con un cable como de 5 metros que se le colocaba en una salida al tele para poder oir cualquier cosa en lugar del adormecerte pasar de las Marías, todas llenas de gracia, como cada noche desde hace 50 años. Esa era una condición que había aceptado hace mucho tiempo, compartirla con Dios unos minutos al día, ver las noticias de la noche el rato que ella repasaba su compromiso.
El había aceptado esa y otras cuantas condiciones ese día que se la encontró en el piso de la cocina, ese día que pensó que se le iba. Había hecho todo lo posible por irse primero y no le había salido bien el plan, ese día había llorado como un chiquito, ese día murió un poquito.
Cuando ella se repuso el comenzó a acompañarla a misa, hasta se confesaba y trataba de portarse mejor, no siempre lo conseguía pero si que lo intentaba fuerte. En el fondo no se si llegó nunca a creer en Dios pero sabía que si existía un cielo ella iría con seguridad y él no podía permitirse el verla de largo.
Pero esa noche le celó esa hora a Dios, digo, ya no tenía tantas horas, había empezado a respirar con ayuda de un tanquecito de oxigeno, el corazón era una cacharpa y todo sus sistema se había hartado de funcionar. Es día la veía desde el otro lado de la cama con impaciencia.
Mi abuela se mojaba las pestañas todas las noches por las culpas inventadas. ¿A quien le importa que la niña se haya casado joven y sin saber nada del otro? Ya lo había soportado mucho tiempo y las cosas ya no fueron soportables ¿Y entonces que? Pues se divorcia ¿Y que? ¿Y que si después de eso había conocido a alguien con que se sintió mejor?
Pero las puertas de la iglesia se le cerraban con sus segundas nupcias, y presumo también las del cielo y eso le estaba rompiendo el alma en dos. Eso la hacía llorar todas las noches y hundirse en su mantra para arrancarse los ¿Qué habré hecho mal?.
Trutra también sufría cuando la veía sufrir, el divorcio no le importaba, lo único que quería es que mi abuela no se divorciara de él, después de ahí que se case y se divorcie y se junte y se coja todo el que así lo decida. Pero la China estaba llorando y eso no se le hacía bonito, por eso le subía el volumen al tele, por eso no le gustaba el rosario.
La volvió a ver de lejos y se le escapó un profundo suspiro y “un suspiro siempre será un suspiró” como se lo cantaba Sam a Ilsa en As Time Goes By. Así que se retiró el audífono y se flexiono a ella con esa lengua lasciva que cargaba y le dijo “Un suspiro es un beso que nunca se dio”.
La vieja suspendió un sus lagrimas pero no su rosario, lo soltó con una mano, eso si, para pegarle una palmadilla entre risillas coquetas y falso enojo, concluyó su rosario y vio a su marido dormirse otra vez más como durante 50 años ya.
Con una excepción, al día siguiente estábamos todos reunidos en horas de la tarde, entre cruzrojistas y parientes lejanos viendo como el viejo se dormía una vez más y esta vez indefinidamente. Mi abuela ya no pedía vida sino que por favor se la llevaran a ella, que ya ella no se sentía a gusto en este mundo tan siniestramente desprovisto de él.
Mi abuelo Jesús fue enterrado a los dos días en un nicho del cementerio de Tibás, sobre su blanco se posaba la última frase del uno de los tantos poemas que le había escrito y que tanto disfrutaban de leer y completarse mutuamente. Mi abuela Matilde murió ese día pero la enterramos dos años más tarde.
La vieja se convirtió en una nubecita, jamás se quito el luto y había dejado de sonreír por completo, de hecho su cara se había formado en una expresión árida, como taxidermia, había perdido completamente su brillo, hasta llorar se le había olvidado.
Una mañana la recogimos en su casa y pasó una cosa increíble. Mi abuela salió sonriendo, caminando a buen paso y se montó al carro repartiendo abrazos con sus brazos gigantes, no queríamos preguntar que había pasado para no arruinarlo, para no cortarlo, Pero ella misma nos lo aclaró.
-Anoche dormí con su abuelo- Se le escapó el gran secreto, como confiesa su primer beso una niña en la escuela.
Hasta ese momento su mente era lucida, nada nos hacía sospechar de los estragos del tiempo en su cerebro, pero bueno, esto era preocupante.
Entonces ella nos aclaró las cosas de forma que hasta el más incrédulo de los incrédulos le encontraría sentido.
Pues resulta que esa noche rezaba el rosario en su mitad de la cama, y entre el paso de las cuentas de madera la atacó algo más fuerte que su mantra, algo le distrajo su lugar seguro y le recordó lo sola que se sentía. Ese día había regresado todas las cosas a su contexto porque sabía que si pudiera tomarlo una vez más de la mano, si pudiera tan solo prepararle una sopa de tortillas más, no le habría importado que se le cerraran las puertas de la iglesia o las puertas del cielo. Soltó el rosario se hizo un puñito y suspiró.
Sobre su hombro distante escucho decir lo que llevaba tanto tiempo de querer escuchar: “Un suspiro es un beso que nunca se dio” y posterior a eso sintió ese beso que recordaba con tanto anhelo y después su brazo. Claramente vio como la cama se hundía en el mismo sitio que siempre, y se dejo abrazar y ya no había lagrimas porque Jesús había llegado a su casa, es decir, el Jesús de esa casa.
Finalmente se juntaron nuevamente, en el cielo, en la tumba o en donde sea pero juntos. En el mismo nicho descansan ya sin audífonos ni rosario. Sobre la tumba queda escrito aquel verso que les escuche recitar entre los dos por lo menos un millón de veces, no necesito escritos para citar textualmente esas últimas cuatro líneas:
…”Porque se encuentra tan ligada tu imagen a mi suerte,
Con tanta fuerza, y tanta intensidad,
Que aunque cansado el cuerpo descanse con la muerte.
Te seguiré yo amando allá en eternidad”
lunes, 21 de septiembre de 2009
weniger
Cuando iba al bar siempre veía que esa esquina estaba como abandonada. Era como un espacio perdido que quedo cuando el bar se amplio, le propuse a un par de personas que hiciéramos algo con esa esquina, extrañas cosas de la vida, fue uno de mis mejores amigos del colegio con quien no me veía hace bastante tiempo el que se embarco conmigo.
Abrimos una venta de hamburguesas, las hacíamos dobles, triples y especiales, como por países: la mexicana llevaba aguacate, frijoles y chile jalapeño, la italiana salsa de pizza, la hawaiana como jalea de piña y tocineta, etc.
Curiosamente, un tipo que había sido profesor de colegio de nosotros encabezaba una bolsa de empleo, lo llamamos y le pedimos que nos recomendara a alguien, ese día llego un tal Benito Filemón Casco. File era un nica, obviamente, con buena experiencia en la cocina, en ese momento se encontraba empleado por una empresa que había suspendido operaciones y mientras tanto trabajo con nosotros.
Era un hombre serio, había combatido en la montaña desde chigüín y eso lo hacia una persona curtida y reservada, siempre admire que estaba pendiente de todos los asuntos de actualidad internacionales y nacionales y sobre cada uno de esos asuntos tenia una opinión inteligente. Aparte siempre tenía una buena historia que contar, su vida en general había sido interesante.
File se convirtió al Islam, había estado en voladeras de plomo, se había drogado con pólvora, etc. etc. etc. Otra cosa curiosa es que vivió unos años en Alemania donde se había casado con una germana y tenía una hija.
Ahí el negocio iba caminando, al bar llegaba mucha gente y muchos de esos probaban las hamburguesas que realmente eran buenas. En la misma barra vendíamos cervezas y nos quedábamos conversando con los clientes, algunos eran simpáticos, otros para nada.
Recuerdo ese día que llego un chamaco local, completamente latino, hablando con sus amiguitos en español y cuando llega a la barra y me dice “Wurde weniger gewollt”; inmediatamente se corrige y dice que “estoy estudiando aleman y a veces se me confunden, es que quiero una hamburguesa”, hay que tener un cerebro de bulbos para que se te confunda tu lengua natal con una que llevas estudiando un par de meses pero bueno, el cliente siempre tiene la razón.
Ordena su hamburguesa y como vio que habían muchachas a la par le pareció bonito el juego de “jodamos al de las hamburguesas” así que decía cosas en alemán y después se reía, y luego se disculpaba, porque tenia el alemán muy fresco.
-Wo ist dieses auf Baden-
-Die Reinigung die Büromitglieder.-
-Schupen men cüllo-
Ya no me estaba gustando la cosa cuando me vuelve a hablar en alemán, entonces le digo.
-Hable con mi cocinero-
Y se acerca File en delantal y le dice:
-Das Sprechen in der Sprache Deutsche- Que significa palabra por palabra “hableme en alemán", pero con el tono que lo dijo fue algo como “¿Me vas a hablar en alemán? O te meto un turcazo”
El muchacho empieza a balbucear en el idioma que “estaba aprendiendo” y termina File por decirle “No jodas Cochón, si vos no hablas ni verga de alemán”.
Abrimos una venta de hamburguesas, las hacíamos dobles, triples y especiales, como por países: la mexicana llevaba aguacate, frijoles y chile jalapeño, la italiana salsa de pizza, la hawaiana como jalea de piña y tocineta, etc.
Curiosamente, un tipo que había sido profesor de colegio de nosotros encabezaba una bolsa de empleo, lo llamamos y le pedimos que nos recomendara a alguien, ese día llego un tal Benito Filemón Casco. File era un nica, obviamente, con buena experiencia en la cocina, en ese momento se encontraba empleado por una empresa que había suspendido operaciones y mientras tanto trabajo con nosotros.
Era un hombre serio, había combatido en la montaña desde chigüín y eso lo hacia una persona curtida y reservada, siempre admire que estaba pendiente de todos los asuntos de actualidad internacionales y nacionales y sobre cada uno de esos asuntos tenia una opinión inteligente. Aparte siempre tenía una buena historia que contar, su vida en general había sido interesante.
File se convirtió al Islam, había estado en voladeras de plomo, se había drogado con pólvora, etc. etc. etc. Otra cosa curiosa es que vivió unos años en Alemania donde se había casado con una germana y tenía una hija.
Ahí el negocio iba caminando, al bar llegaba mucha gente y muchos de esos probaban las hamburguesas que realmente eran buenas. En la misma barra vendíamos cervezas y nos quedábamos conversando con los clientes, algunos eran simpáticos, otros para nada.
Recuerdo ese día que llego un chamaco local, completamente latino, hablando con sus amiguitos en español y cuando llega a la barra y me dice “Wurde weniger gewollt”; inmediatamente se corrige y dice que “estoy estudiando aleman y a veces se me confunden, es que quiero una hamburguesa”, hay que tener un cerebro de bulbos para que se te confunda tu lengua natal con una que llevas estudiando un par de meses pero bueno, el cliente siempre tiene la razón.
Ordena su hamburguesa y como vio que habían muchachas a la par le pareció bonito el juego de “jodamos al de las hamburguesas” así que decía cosas en alemán y después se reía, y luego se disculpaba, porque tenia el alemán muy fresco.
-Wo ist dieses auf Baden-
-Die Reinigung die Büromitglieder.-
-Schupen men cüllo-
Ya no me estaba gustando la cosa cuando me vuelve a hablar en alemán, entonces le digo.
-Hable con mi cocinero-
Y se acerca File en delantal y le dice:
-Das Sprechen in der Sprache Deutsche- Que significa palabra por palabra “hableme en alemán", pero con el tono que lo dijo fue algo como “¿Me vas a hablar en alemán? O te meto un turcazo”
El muchacho empieza a balbucear en el idioma que “estaba aprendiendo” y termina File por decirle “No jodas Cochón, si vos no hablas ni verga de alemán”.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
los pobres
Normalmente te dicen que en Europa existe una cultura de general rechazo a lo que suene gringo, que el inglés se vuelve absolutamente inútil y nadie te aceptaría un dólar y muchísimo menos una American Express. Eso no es tan cierto, los billetes te los aceptan y si le hablas despacio en ingles te responden en su casi incomprensible versión.
Donde es mas marcado esto es en Francia; ya acostumbrados a que los enemigos durante mas de 100 años hablaban ingles, parece que no habían terminado de perdonar el rollo de los Liberty Fries.
Pero un caso particular fue el de Angulema (Angoulême) donde normalmente la gente habla un muy buen español. Probablemente esto se debe a que después de la Guerra Civil española se había establecido acá un núcleo de la resistencia en donde se sentaban a hablar cosas feas del generalísimo y a dejarse la barba. La mitad terminaron en condición botonil tras una visita guiada a los campos de exterminio nazi y la otra mitad contó con mucha mas suerte y eventualmente se terminaron dando de acostones con las angomoisins.
Aquella noche llovía, yo había salido con las primeras luces de un Paris sin aguacero y por tierra había llegado entre castillos hermosos y tartaletas de frutas a esta hermosa ciudad del atlántico francés en mi ruta hacía el país vazco, pero llovía. Y aparte que llovía yo me moría del cansancio, había viajado en bus durante horas y no tenía fuerza para mucho más que una Stella en el lobby bar.
El hotel era curioso, porque si por algo es reconocido Angulema es por su Festival Internacional del Comic, especificamente el franco-belga por eso los pasillos estaba disfrazados de bandes dessinées con cuadros del periodista aventurero Tin Tin, de los suspiritos azules, Asterix y otros muchos que ya no alcancé a conocer.
Me cambié en la habitación que compartía con una Barbarella pintada en la pared y camine a la barra del primer piso a rehidratarme antes de caer finalmente al merecido descanso, trate de pedir mi cerveza en ingles y el barman me respondió en un buen español que me facilitó la futura conversación.
A nuestra conversación se unió una señora que estaba con su marido (pero el monsieur no hablaba español) y un nuevo personaje que se integró al poco rato. Se trataba de un taxista que se sentó a la barra mientras esperaba una buena salida o que bajara un poco la lluvia.
Con gran naturalidad surgió la pregunta ¿De donde viene? Ya algo acostumbrado a que en el más benévolo de los casos nos confundieran con Puerto Rico, me prestaba de inmediato a ubicarlos en Centroamérica y de ahí improvisar. Pero no, el taxista dijo que conocía bien de Costa Rica, que era un ávido lector y que entre sus revistas y libros se había encontrado mas de una vez con la dramática situación costarricense
-Bueno, no es particularmente dramática- pensé mientras el taxista le explicaba a la dama que tan a menudo muere gente por inanición en suelo nacional.
Después de que ya la conversación me estaba poniendo incomodo le explique que la pobreza extrema no era un tema que molestara por estadística sino por mero humanismo, que no teníamos grandes ciudades pero que tradicionalmente éramos un país con una gran clase media.
El señor me “sacó de mi error” al aclararme que mi confusión nace al no entender bien los alcances de la clase media, luego me hablo de su carro, su tele y que le había comprado una computadora a su hijo mayor, yo lo escuchaba mientras me tomaba mi cerveza de 6 euros al otro lado del mundo.
Le comente luego que yo también tenia televisión, carro y computadora, y que ninguno estaba hecho de cocos; de hecho ya tenía tele cuando tuvo éxito su asquerosito bebe Jordi. Vaya le dije incluso que el primer hispanoparlante en el espacio era tico.
Me hablo consecuentemente de cómo algunos logran escapar de la selva cuando burlan a los gordos y sudados militares que nos gobiernan.
Le dije desde luego que en Costa Rica no tenemos ejercito, que hasta le habían dado un Nóbel a un tico, y por mucho no el más bueno, también le aclare que nunca compramos un misil de esos que se producen en Francia, de esos que eran el mayor producto de exportación de esta región.
Ya gritoncito me dijo que ha de ser por lo pobres porque aquí los niños mueren de hambre a diario, que somos tan pobres que ni Bob Geldof se atreve a entrar, que somos tan pobres que aspiramos al subdesarrollo y para hacer la cosa mas molesta siguió su discurso EN FRANCES, como para sacar de esto al tercermundista.
Yo sentí que me corría la sangre como el Grande de Térraba, que Garabito me cubría la esquina mientras el Malacrianza interno me pedía puerta. Lo voltee del hombro y le dije despacito, como para que le quedara claro a él y a los demás.
-Mire señor ¿Usted qué piensa? ¿Que en Costa Rica todos nos ganamos la vida manejando un taxi?-
Donde es mas marcado esto es en Francia; ya acostumbrados a que los enemigos durante mas de 100 años hablaban ingles, parece que no habían terminado de perdonar el rollo de los Liberty Fries.
Pero un caso particular fue el de Angulema (Angoulême) donde normalmente la gente habla un muy buen español. Probablemente esto se debe a que después de la Guerra Civil española se había establecido acá un núcleo de la resistencia en donde se sentaban a hablar cosas feas del generalísimo y a dejarse la barba. La mitad terminaron en condición botonil tras una visita guiada a los campos de exterminio nazi y la otra mitad contó con mucha mas suerte y eventualmente se terminaron dando de acostones con las angomoisins.
Aquella noche llovía, yo había salido con las primeras luces de un Paris sin aguacero y por tierra había llegado entre castillos hermosos y tartaletas de frutas a esta hermosa ciudad del atlántico francés en mi ruta hacía el país vazco, pero llovía. Y aparte que llovía yo me moría del cansancio, había viajado en bus durante horas y no tenía fuerza para mucho más que una Stella en el lobby bar.
El hotel era curioso, porque si por algo es reconocido Angulema es por su Festival Internacional del Comic, especificamente el franco-belga por eso los pasillos estaba disfrazados de bandes dessinées con cuadros del periodista aventurero Tin Tin, de los suspiritos azules, Asterix y otros muchos que ya no alcancé a conocer.
Me cambié en la habitación que compartía con una Barbarella pintada en la pared y camine a la barra del primer piso a rehidratarme antes de caer finalmente al merecido descanso, trate de pedir mi cerveza en ingles y el barman me respondió en un buen español que me facilitó la futura conversación.
A nuestra conversación se unió una señora que estaba con su marido (pero el monsieur no hablaba español) y un nuevo personaje que se integró al poco rato. Se trataba de un taxista que se sentó a la barra mientras esperaba una buena salida o que bajara un poco la lluvia.
Con gran naturalidad surgió la pregunta ¿De donde viene? Ya algo acostumbrado a que en el más benévolo de los casos nos confundieran con Puerto Rico, me prestaba de inmediato a ubicarlos en Centroamérica y de ahí improvisar. Pero no, el taxista dijo que conocía bien de Costa Rica, que era un ávido lector y que entre sus revistas y libros se había encontrado mas de una vez con la dramática situación costarricense
-Bueno, no es particularmente dramática- pensé mientras el taxista le explicaba a la dama que tan a menudo muere gente por inanición en suelo nacional.
Después de que ya la conversación me estaba poniendo incomodo le explique que la pobreza extrema no era un tema que molestara por estadística sino por mero humanismo, que no teníamos grandes ciudades pero que tradicionalmente éramos un país con una gran clase media.
El señor me “sacó de mi error” al aclararme que mi confusión nace al no entender bien los alcances de la clase media, luego me hablo de su carro, su tele y que le había comprado una computadora a su hijo mayor, yo lo escuchaba mientras me tomaba mi cerveza de 6 euros al otro lado del mundo.
Le comente luego que yo también tenia televisión, carro y computadora, y que ninguno estaba hecho de cocos; de hecho ya tenía tele cuando tuvo éxito su asquerosito bebe Jordi. Vaya le dije incluso que el primer hispanoparlante en el espacio era tico.
Me hablo consecuentemente de cómo algunos logran escapar de la selva cuando burlan a los gordos y sudados militares que nos gobiernan.
Le dije desde luego que en Costa Rica no tenemos ejercito, que hasta le habían dado un Nóbel a un tico, y por mucho no el más bueno, también le aclare que nunca compramos un misil de esos que se producen en Francia, de esos que eran el mayor producto de exportación de esta región.
Ya gritoncito me dijo que ha de ser por lo pobres porque aquí los niños mueren de hambre a diario, que somos tan pobres que ni Bob Geldof se atreve a entrar, que somos tan pobres que aspiramos al subdesarrollo y para hacer la cosa mas molesta siguió su discurso EN FRANCES, como para sacar de esto al tercermundista.
Yo sentí que me corría la sangre como el Grande de Térraba, que Garabito me cubría la esquina mientras el Malacrianza interno me pedía puerta. Lo voltee del hombro y le dije despacito, como para que le quedara claro a él y a los demás.
-Mire señor ¿Usted qué piensa? ¿Que en Costa Rica todos nos ganamos la vida manejando un taxi?-
jueves, 3 de septiembre de 2009
chau, gordo
Ahora se que tenían razón. No había puesto el primer pie en la Universidad y mis profesores ya me habían aclarado que estaba cometiendo un grave error. Con excesiva animosidad nos explicaban como el periodismo genera ulceras, arrugas, caída prematura del cabello, divorcios, hipertensión, disfunción eréctil, demencia etc. etc. etc.
Pero bueno, yo era joven y necio y creía que a los 18 años ya uno ha definido que es lo que quiere hacer con el resto de su vida, yo creía que el periodismo era chiva y entre más me jodían más periodista me sentía. Pero ya el apasionamiento fue siendo menos cuando te adentrabas en la realidad de esta profesión, el lidiar con fuentes de información tan despreciables como lo soy yo en este momento, los horarios de mierda, los salarios de mierda y esa maña que tiene todo el mundo de creer que pueden hacer nuestro trabajo, y mejor.
En medio de todo esto apareció una especie de oasis gordo. William Vargas era profesor en la universidad desde hace años, había trabajado en el extinto Notiseis, en algunos periódicos y ahora laboraba para el Semanario Universidad pero en realidad el siempre debió de enseñar.
Y no se trata de fundamentos técnicos porque cualquier mono entrenado termina la carrera de periodismo con cierto grado de éxito (no se ofendan porque saben que es cierto), sino en el tema del compromiso con la verdad, de la función pública que chorrea por las yemas de los dedos de un comunicador comprometido con dar de su parte para reducir la injusticia y mejorar un poquito las cosas.
Fumábamos como locos en la soda y luego bebíamos como marineros en La Nena, aprendí a amar el trago conversado, a que en las cantinas no solo se habla de viejas y de carros sino que es el mejor ambiente para pensar, para ser más analítico y humano.
Varias generaciones crecimos como periodistas,-de esos de verdad- de esos con bicicleta, que somos los que hoy movemos las páginas de los diarios, las ediciones noticiosas locales y foráneas, y la comunicación del otro lado de la barrera.
Después del gordo todo muy débil, muy hi tec, mucho video desarrollo, FODA y cuanto sobo se estila entre el yuppieperiodismo. Digo después del gordo porque el gordo se nos fue ya hace un par de años en un acto de perversa ironía, al fumador, tomador, hipertenso, goooordo de 300 libras se lo llevo la leucemia.
Cuando nos reunimos aun dejamos una silla vacía esperando que nos cuente nuevamente historias como esta con que procedo, que no me va a salir tan linda pero a más de uno nos va a llevar nuevamente a esas sillas peladas contra el marco polvoriento de la misma cantina en donde nos tomamos más de mil cervezas de a 275 o dos por 500.
Procedo si me lo permiten….
William nació en un pueblito pequeño de Pérez Zeledón, al sur del país para quienes leen esto fuera de nuestros 53 mil kilómetros. Era una zona y un tiempo claramente rural, en donde los viejos se levantaban con las alforjas hacia las 3 y resto para estar trabajando mucho antes que salieran los primeros rayos del sol. Luego regresaban a casa a escuchar esos radiecillos que aparte del AM tenían como 5 otras bandas que nunca llegue a entender, todas menos el FM.
Con ese frio el alma se congela, no la de las madres, que se calentaban rico a la par del fogón de leña mientras preparaban los frijoles y esperaban a los hijos que empezaban a regresar de las escuelas. Ya los hijos iban a las escuelas y a veces a los colegios, pero para ir a la universidad había que montarse a la cazadora y buscar casa en donde un tío o alquilar un cuartito en el centro si les sale algo de beca.
William se había decidido a ser periodista porque así nació, mucha opción no le quedo nunca, y esa mañana se despidió de abrazo de su mama y se paro frente a su tata esperando que este levantara los brazos por primera vez en su vida, que abandonara su mutismo aunque sea un ratito.
Pero no, el viejo se despidió como quien se despide para ir a la pulpería, como quien le dice muchas gracias al 113, como si nada hubiera pasado y nadie se fuera o nadie se quedara.
Y se fue, cada que podía regresaba al pueblo y le contaba radiante en emoción que ahora salía en tele, que le habían dado un premio nacional, que se había casado, que se tomo unos tragos con Silvio Rodríguez, que habló de poesía con el Gabo y estoy seguro que le habrá dicho que ahí en la Universidad tenía unos mil chiquillos que para el eran como hijos, como hermanillos menores. Pero el viejo nada, asentía mientras fumaba y agregaría alguna frase apagada como para hacer notar que le aburría terriblemente lo que estaba pasando.
Su mama murió y sus visitas se hicieron más distanciadas, el viejo trabajo desde la madrugada hasta el último día de su vida, ese último día había llegado y cuando el teléfono sonó tan tarde esa noche ya el gordo se limpiaba los lagrimones con sus manos pesadas mientras agarraba el bus para ordenar los asuntos de su tata.
Cuando volvió a entrar a la casa los sentimientos se le mezclaron. El pecho se le quería romper, latía como si tuviera dos corazones. Se sentó en la cama de sus viejos y empezó a recoger todas sus camisas viejas, pantalones rotos y otras muy pocas cosas de esas que uno acumula en toda una vida.
Se sentó en el borde del catre y se llevó las manos a su calva cabeza agarrando las dos mechas que le quedaban a cada lado de la cabeza, posó los codos en las rodillas y bajó la cabeza. Entre sus pies notó que se asomaba una caja de zapatos amarrada con un pabilo.
Tomo la caja en sus manos, soltó el pabilo y empezó a sacar pedazos de papel amarillentos, unos muy viejos, como del tiempo cuando se fue, otros muy nuevos, como de la semana pasada. Empezó a leer esos títulos que venían desde la Penca a la entrevista con el Gabo y los presones del combo. Un título, a veces una bajadilla, después de eso siempre un William Vargas.
Ahí estaban todas sus notas, algunas con posillos de tinta corrida, como si hubiese llovido un poquito, especialmente algunas de las primeras y las que venían después de la muerte de su mama.
El gordo nuca tuvo hijos- bueno si- nosotros; a los que nunca tuvo reparos de hacernos saber lo orgulloso que lo hacíamos sentir. Yo no tengo reparos para hacerle saber lo que nos hacés falta, gordo hijueputa, y lo mucho que odio que me hayas hecho tan incurablemente periodista.
Pero bueno, yo era joven y necio y creía que a los 18 años ya uno ha definido que es lo que quiere hacer con el resto de su vida, yo creía que el periodismo era chiva y entre más me jodían más periodista me sentía. Pero ya el apasionamiento fue siendo menos cuando te adentrabas en la realidad de esta profesión, el lidiar con fuentes de información tan despreciables como lo soy yo en este momento, los horarios de mierda, los salarios de mierda y esa maña que tiene todo el mundo de creer que pueden hacer nuestro trabajo, y mejor.
En medio de todo esto apareció una especie de oasis gordo. William Vargas era profesor en la universidad desde hace años, había trabajado en el extinto Notiseis, en algunos periódicos y ahora laboraba para el Semanario Universidad pero en realidad el siempre debió de enseñar.
Y no se trata de fundamentos técnicos porque cualquier mono entrenado termina la carrera de periodismo con cierto grado de éxito (no se ofendan porque saben que es cierto), sino en el tema del compromiso con la verdad, de la función pública que chorrea por las yemas de los dedos de un comunicador comprometido con dar de su parte para reducir la injusticia y mejorar un poquito las cosas.
Fumábamos como locos en la soda y luego bebíamos como marineros en La Nena, aprendí a amar el trago conversado, a que en las cantinas no solo se habla de viejas y de carros sino que es el mejor ambiente para pensar, para ser más analítico y humano.
Varias generaciones crecimos como periodistas,-de esos de verdad- de esos con bicicleta, que somos los que hoy movemos las páginas de los diarios, las ediciones noticiosas locales y foráneas, y la comunicación del otro lado de la barrera.
Después del gordo todo muy débil, muy hi tec, mucho video desarrollo, FODA y cuanto sobo se estila entre el yuppieperiodismo. Digo después del gordo porque el gordo se nos fue ya hace un par de años en un acto de perversa ironía, al fumador, tomador, hipertenso, goooordo de 300 libras se lo llevo la leucemia.
Cuando nos reunimos aun dejamos una silla vacía esperando que nos cuente nuevamente historias como esta con que procedo, que no me va a salir tan linda pero a más de uno nos va a llevar nuevamente a esas sillas peladas contra el marco polvoriento de la misma cantina en donde nos tomamos más de mil cervezas de a 275 o dos por 500.
Procedo si me lo permiten….
William nació en un pueblito pequeño de Pérez Zeledón, al sur del país para quienes leen esto fuera de nuestros 53 mil kilómetros. Era una zona y un tiempo claramente rural, en donde los viejos se levantaban con las alforjas hacia las 3 y resto para estar trabajando mucho antes que salieran los primeros rayos del sol. Luego regresaban a casa a escuchar esos radiecillos que aparte del AM tenían como 5 otras bandas que nunca llegue a entender, todas menos el FM.
Con ese frio el alma se congela, no la de las madres, que se calentaban rico a la par del fogón de leña mientras preparaban los frijoles y esperaban a los hijos que empezaban a regresar de las escuelas. Ya los hijos iban a las escuelas y a veces a los colegios, pero para ir a la universidad había que montarse a la cazadora y buscar casa en donde un tío o alquilar un cuartito en el centro si les sale algo de beca.
William se había decidido a ser periodista porque así nació, mucha opción no le quedo nunca, y esa mañana se despidió de abrazo de su mama y se paro frente a su tata esperando que este levantara los brazos por primera vez en su vida, que abandonara su mutismo aunque sea un ratito.
Pero no, el viejo se despidió como quien se despide para ir a la pulpería, como quien le dice muchas gracias al 113, como si nada hubiera pasado y nadie se fuera o nadie se quedara.
Y se fue, cada que podía regresaba al pueblo y le contaba radiante en emoción que ahora salía en tele, que le habían dado un premio nacional, que se había casado, que se tomo unos tragos con Silvio Rodríguez, que habló de poesía con el Gabo y estoy seguro que le habrá dicho que ahí en la Universidad tenía unos mil chiquillos que para el eran como hijos, como hermanillos menores. Pero el viejo nada, asentía mientras fumaba y agregaría alguna frase apagada como para hacer notar que le aburría terriblemente lo que estaba pasando.
Su mama murió y sus visitas se hicieron más distanciadas, el viejo trabajo desde la madrugada hasta el último día de su vida, ese último día había llegado y cuando el teléfono sonó tan tarde esa noche ya el gordo se limpiaba los lagrimones con sus manos pesadas mientras agarraba el bus para ordenar los asuntos de su tata.
Cuando volvió a entrar a la casa los sentimientos se le mezclaron. El pecho se le quería romper, latía como si tuviera dos corazones. Se sentó en la cama de sus viejos y empezó a recoger todas sus camisas viejas, pantalones rotos y otras muy pocas cosas de esas que uno acumula en toda una vida.
Se sentó en el borde del catre y se llevó las manos a su calva cabeza agarrando las dos mechas que le quedaban a cada lado de la cabeza, posó los codos en las rodillas y bajó la cabeza. Entre sus pies notó que se asomaba una caja de zapatos amarrada con un pabilo.
Tomo la caja en sus manos, soltó el pabilo y empezó a sacar pedazos de papel amarillentos, unos muy viejos, como del tiempo cuando se fue, otros muy nuevos, como de la semana pasada. Empezó a leer esos títulos que venían desde la Penca a la entrevista con el Gabo y los presones del combo. Un título, a veces una bajadilla, después de eso siempre un William Vargas.
Ahí estaban todas sus notas, algunas con posillos de tinta corrida, como si hubiese llovido un poquito, especialmente algunas de las primeras y las que venían después de la muerte de su mama.
El gordo nuca tuvo hijos- bueno si- nosotros; a los que nunca tuvo reparos de hacernos saber lo orgulloso que lo hacíamos sentir. Yo no tengo reparos para hacerle saber lo que nos hacés falta, gordo hijueputa, y lo mucho que odio que me hayas hecho tan incurablemente periodista.
lunes, 24 de agosto de 2009
me hacés bonito
El tenerte cerca me hace bonito, la gente me lo ha dicho y yo lo se, que desde hace un tiempo atrás brillo bonito. Nadie sabe de que se trata pero ahora sonrío más, hablo con más gracia y soy más humano, me despierto sonriendo aunque tenga sueño y diga lo que diga la báscula, estoy más flaco.
Me cambie el peinado, me quite el bigote, juro que me veo 5 años más joven y me siento 15. Ahora canto canciones de Calamaro mientras me sirvo el café, dibujo bichos a la orilla del periódico cuando estoy haciendo el crucigrama, como helados frente al Teatro Nacional, deje a medio palo el Lobo Estepario y volví a empezar Cocorí.
Tal vez no debería decir esto, pero las mujeres me ven distinto, me hablan con cualquier excusa, me recuerdan diferente, nadie sabe lo que es pero es que vos me hacés bonito.
Y es que vos sos bonita, y la vida es bonita y a veces uno solo necesita que se le corra la nubecita para ver el sol y así levantar la vista y ya no ver al suelo, por ahí y me caigo pero no hace falta que me ayudes a levantarme, yo en algún momento te alcanzo.
Normalmente se me ve huraño, como un animalito agredido que ladra mucho y pela los dientes, pero aunque la vida si me ha dado más de una patada y en ocasiones piense que somos perritos rencos de la misma pata, hemos aprendido a menear el rabo cuando nos juntamos y ya cuando no estas me echo de panza a tomar el sol.
En días como este me gustaría creer en Dios para poder decirle gracias. Jejejejeje.
Y eso te lo debo a vos, porque antes no venía tan bonito pero vos me viste bonito (ya no mintás) , y me aguantaste un par de pelotudeces y me recordaste lo bonito que es recién dejar de verse y hablarse por teléfono, y vos también recordaste lo bonito que era llegar tarde -con tragos- y a la mañana siguiente sentirse bien y hacérmelo saber, y ponerse apodos y ponerse canciones y robarse besillos y esas cosas que había dejado de hacer hace ya mucho tiempo.
En estos años normalmente no he sido el mejor hombre, a algunas mujeres decepcione y muchas otras ni me di chance de conocerlas, también otras me hicieron daño a mi y me dejaron encajonado con un corazón de piedra granito, de lo que se hacen las tumbas. Lo más probable es que vuelva a ser así en algún momento -ojala no- pero probablemente si.
De todas formas hoy no tengo tiempo de pasados ni futuros, hoy solo me da chance de ir a jugar con perros a las veterinarias, de tomarme una cerveza fría, de comer chocolates y de chatear con vos un ratito, sentado como indito y arqueado como una llanta.
Trate varias veces de escribir algo sobre vos pero me costaba, creo que ya se me olvido como se decían cosas bonitas cuando son ciertas, pero hoy me desperté sonriendo otra vez y me vi en el espejo me sentí bonito, me senté frente a la computadora y solo se me ocurrió que tengo mucha suerte, porque encontré una bonita que me hace bonito y que aunque se nos esté acabando el tiempo no me duele, porque es peligroso andar mucho tiempo por la vida viendose tan bonito. Jajajajajaja
Sea como sea *NX
Me cambie el peinado, me quite el bigote, juro que me veo 5 años más joven y me siento 15. Ahora canto canciones de Calamaro mientras me sirvo el café, dibujo bichos a la orilla del periódico cuando estoy haciendo el crucigrama, como helados frente al Teatro Nacional, deje a medio palo el Lobo Estepario y volví a empezar Cocorí.
Tal vez no debería decir esto, pero las mujeres me ven distinto, me hablan con cualquier excusa, me recuerdan diferente, nadie sabe lo que es pero es que vos me hacés bonito.
Y es que vos sos bonita, y la vida es bonita y a veces uno solo necesita que se le corra la nubecita para ver el sol y así levantar la vista y ya no ver al suelo, por ahí y me caigo pero no hace falta que me ayudes a levantarme, yo en algún momento te alcanzo.
Normalmente se me ve huraño, como un animalito agredido que ladra mucho y pela los dientes, pero aunque la vida si me ha dado más de una patada y en ocasiones piense que somos perritos rencos de la misma pata, hemos aprendido a menear el rabo cuando nos juntamos y ya cuando no estas me echo de panza a tomar el sol.
En días como este me gustaría creer en Dios para poder decirle gracias. Jejejejeje.
Y eso te lo debo a vos, porque antes no venía tan bonito pero vos me viste bonito (ya no mintás) , y me aguantaste un par de pelotudeces y me recordaste lo bonito que es recién dejar de verse y hablarse por teléfono, y vos también recordaste lo bonito que era llegar tarde -con tragos- y a la mañana siguiente sentirse bien y hacérmelo saber, y ponerse apodos y ponerse canciones y robarse besillos y esas cosas que había dejado de hacer hace ya mucho tiempo.
En estos años normalmente no he sido el mejor hombre, a algunas mujeres decepcione y muchas otras ni me di chance de conocerlas, también otras me hicieron daño a mi y me dejaron encajonado con un corazón de piedra granito, de lo que se hacen las tumbas. Lo más probable es que vuelva a ser así en algún momento -ojala no- pero probablemente si.
De todas formas hoy no tengo tiempo de pasados ni futuros, hoy solo me da chance de ir a jugar con perros a las veterinarias, de tomarme una cerveza fría, de comer chocolates y de chatear con vos un ratito, sentado como indito y arqueado como una llanta.
Trate varias veces de escribir algo sobre vos pero me costaba, creo que ya se me olvido como se decían cosas bonitas cuando son ciertas, pero hoy me desperté sonriendo otra vez y me vi en el espejo me sentí bonito, me senté frente a la computadora y solo se me ocurrió que tengo mucha suerte, porque encontré una bonita que me hace bonito y que aunque se nos esté acabando el tiempo no me duele, porque es peligroso andar mucho tiempo por la vida viendose tan bonito. Jajajajajaja
Sea como sea *NX
jueves, 13 de agosto de 2009
paloma negra
Mi abuelo fue alcalde de Buenos Aires hace unos 50 años cuando eso era un castigo para cualquier profesional indiscreto que gusta más de las mujeres, los pleitos y el trago que del crecimiento profesional y el interés colectivo. Buenos Aires era tierra de indios, y todavía se sabe en todos los caminos que vienen desde las montañas, que en tierra de indios manda más el cacique que ningún alcalde
Y tampoco es como que se lo propusiera, en realidad Buenos Aires fue una especie de clínica de intoxicación, en donde podía amaneces en cualquier esquina albadeado de chicha sin que pesase el escrutinio de la mirada vallecentralina. Pero mi abuelo trajo un tesoro del centro, 4 hijas jóvenes y bonitas que levantaron el revuelo entre el pueblo.
Las menores eran aun niñas que a lo sumo ocasionaron problemas de niñas, pero la más grande ocasionó un problema mucho mayor, un potentado de línea Usekra había puesto sus ojos en ella y bueno… más que sus ojos, porque una pequeña indita crecía dentro del vientre blanco de mi tía.
El indio se casó enamorado, y entre su silencio de indio fue abriéndole el corazón a su mestizo retoño. Pero Buenos Aires era muy pequeño para un corazón tan grande, nacida la niña el pueblo empezó a arderle como ortiga, y los besos del indio a saberle como bebedizo amargo.
Cuando mis abuelos regresaron a San Jose mi tía volvió con ellos, los viejos se hicieron cargo de la pequeña cuando ella era más niña que la recién nacida y hacía pataletas cuando no quería ser mujer, cuando se rehusaba a ser mama y se le había olvidado como amar al cacique.
El indio se compró una casa enfrente a la de ellos para poder pedirle a diario que no le clavara esa flecha, que la dejara tocar de nuevo su rubia cabellera y decirle una vez más cuanto la quería en su tosco modo. Que por lo menos lo dejaran ver a su niña, que no lo matara como a un indio en tierra de blancos.
Pero ya era muy tarde, ya otro había entrado a su rancho y no pensaba irse así de fácil. Peñaranda tenía un galillo angelical, cantaba en el trío Costa Rica y lo había conocido una noche que se escapó a la Esmeralda. No más de verlo se rindió, ella sabia que ese iba a ser su tormento hasta el día de su muerte.
Peña le cantaba la Paloma Negra y la mataba, poco tiempo después se estaban jurando juntos y formaban un hogar con tres nuevos retoños. Su Paloma si supo ser madre, y muy madre, de estos y supo ser mujer y muy mujer, del cantante.
Consecuentemente Peña no se negaba al mundo ni a la noche y la mayor parte del tiempo no se negaba a las mujeres, esas mismas palabras que la enamoraron, enamoraron a muchas más, agarraba por su cuenta la parranda y desaparecía días enteros en otras casas y volvía alevoso a rebosarle los oídos con palabritas de amor.
Aparte de eso: la pobreza, con tres niños en edad de necesitar y un salario de cantante que se dividía entre los hijos, el trago y sus desapariciones. Un verdadero apostolado de amor cuando recordaba que las tierras del indio alcanzaban desde la cerca hasta donde se acababa la vista y este nunca escatimo en detalles para hacerla sentir como su reina.
Pero el amor es así de cabrón y nada la hacía sentir tan plena como cuando entraba un: sol, do, re, sol, re
Y bueno, la vida no era fácil pero era vida, al fin y al cabo de que sirve la estabilidad cuando no se desea. Pero aun así a ratos quería escapar y a veces el agua se derramaba del vaso y esas puertas se cerraban para Peña pero se abrían para todos los demás.
Nunca vi a nadie manejar de mejor forma su dolor, cada vez que se peleaban lo echaba de la casa para siempre y se inventaba una fiesta, solo caía una llamada y ya uno sabia que tocaba la fiesta. No más cruzar la puerta te llegaba el olor a tequila y se te metía Jose Alfredo por los oídos.
En los ceniceros no cabían los cigarros, al tocadiscos se le ponía dos monedas de diez para que no brincara la aguja y siguiera sonando el “No volveré”, era lunes, martes, miércoles, no importaba, hoy se celebraba que a la Macha se le fue su cruz y ya por fin la cosa iba para mejor.
Pero en eso sonaba el teléfono y- como no se hablaban- el nada más le cantaba, y como eso no siempre servía, desde la acera empezaba a sonar un requinto y un galillo de querubín que le pedía a la Paloma que no se vaya, y ella era fuerte, pero no tanto.
Por dicha no se acababa el tequila sino que ahora era con música en vivo, de repente la casa se llenaba más de uniformados y las guitarras pasaban de mano en mano y las canciones se iban muriendo con el sol mientras que en un sillón placían abrazados el mariachi y la paloma.
Y al mes siguiente otra vieja, otro pleito, otra fiesta, otra borrachera, otra llamada, otra serenata, otra Paloma, otro beso y otras promesas por cumplir.
Claramente todo el mundo lo odiaba, incluso cuando el paso del tiempo lo obligo a bajar el ritmo y a desaparecer menos a menudo. Ya llevaban 30 años juntos pero nadie creía en que eso fuera algo serio. Era algo serio, se llamaba amor.
En un sobre de manila en la gaveta de al lado de la cama encontraron desglosado el monto por un ataúd barato, un cortejo fúnebre moderado y un pequeño extra para gastos de ese día; al lado, la Paloma a la que le exploto el corazón de tanto latir.
A Peña no se le volvió a ver durante todo este proceso, desapareció como llegó, por la noche. Una iglesia llena vio salir a mi tía en hombros sin que la acompañara el amor de su vida, por primera vez desde que era mujer estaba sola. La colocamos en el mismo nicho que a mis abuelos, encontró consuelo entre papá y mamá.
Cuando se prestaban a cerrar con concreto la fosa se escucho desde el fondo un nuevo:
sol, do, re, sol, re
“Ya me canso de llorar y no amanece
ya no se si maldecirte o por ti rezar.
Tengo miedo de buscarte y de encontrarte
donde me aseguran mis amigos que te vas.
Hay momentos en que quisiera mejor rajarme
y arrancarme ya los clavos de mi penar.
Pero mis ojos se mueren sin mirar tus ojos
y mi cariño con la aurora te vuelve a esperar.”
Peñaranda apareció impecable, con el traje dignamente planchado, la barba recién hecha y cantado al lado de sus otros dos mosqueteros, cuanto trato de entonar las primeras palabras se le quebró la voz cual si hubiera caído del ultimo piso de Saturno, su hermano trato de acudir al rescate pero una mano le hizo entender que ese era su trabajo, que nadie más debería nuca cantarle Paloma Negra a su mujer.
El ultimo ladrillo sello finalmente el destino entre los dos. Que la melancolía no los engañe, esta es básicamente una historia de conflictos, dependencias, infidelidades, alcoholismo, pobreza y muchos otros tipos de vicios sociales, pero ya con un par de tragos encima y cuando la canción dice aquello de “Dios dame fuerzas, que estoy muriendo por irte a buscar “uno se pone a pensar que el amor no es sino el más placentero, adictivo y destructivo de todos los buenos vicios.
Y tampoco es como que se lo propusiera, en realidad Buenos Aires fue una especie de clínica de intoxicación, en donde podía amaneces en cualquier esquina albadeado de chicha sin que pesase el escrutinio de la mirada vallecentralina. Pero mi abuelo trajo un tesoro del centro, 4 hijas jóvenes y bonitas que levantaron el revuelo entre el pueblo.
Las menores eran aun niñas que a lo sumo ocasionaron problemas de niñas, pero la más grande ocasionó un problema mucho mayor, un potentado de línea Usekra había puesto sus ojos en ella y bueno… más que sus ojos, porque una pequeña indita crecía dentro del vientre blanco de mi tía.
El indio se casó enamorado, y entre su silencio de indio fue abriéndole el corazón a su mestizo retoño. Pero Buenos Aires era muy pequeño para un corazón tan grande, nacida la niña el pueblo empezó a arderle como ortiga, y los besos del indio a saberle como bebedizo amargo.
Cuando mis abuelos regresaron a San Jose mi tía volvió con ellos, los viejos se hicieron cargo de la pequeña cuando ella era más niña que la recién nacida y hacía pataletas cuando no quería ser mujer, cuando se rehusaba a ser mama y se le había olvidado como amar al cacique.
El indio se compró una casa enfrente a la de ellos para poder pedirle a diario que no le clavara esa flecha, que la dejara tocar de nuevo su rubia cabellera y decirle una vez más cuanto la quería en su tosco modo. Que por lo menos lo dejaran ver a su niña, que no lo matara como a un indio en tierra de blancos.
Pero ya era muy tarde, ya otro había entrado a su rancho y no pensaba irse así de fácil. Peñaranda tenía un galillo angelical, cantaba en el trío Costa Rica y lo había conocido una noche que se escapó a la Esmeralda. No más de verlo se rindió, ella sabia que ese iba a ser su tormento hasta el día de su muerte.
Peña le cantaba la Paloma Negra y la mataba, poco tiempo después se estaban jurando juntos y formaban un hogar con tres nuevos retoños. Su Paloma si supo ser madre, y muy madre, de estos y supo ser mujer y muy mujer, del cantante.
Consecuentemente Peña no se negaba al mundo ni a la noche y la mayor parte del tiempo no se negaba a las mujeres, esas mismas palabras que la enamoraron, enamoraron a muchas más, agarraba por su cuenta la parranda y desaparecía días enteros en otras casas y volvía alevoso a rebosarle los oídos con palabritas de amor.
Aparte de eso: la pobreza, con tres niños en edad de necesitar y un salario de cantante que se dividía entre los hijos, el trago y sus desapariciones. Un verdadero apostolado de amor cuando recordaba que las tierras del indio alcanzaban desde la cerca hasta donde se acababa la vista y este nunca escatimo en detalles para hacerla sentir como su reina.
Pero el amor es así de cabrón y nada la hacía sentir tan plena como cuando entraba un: sol, do, re, sol, re
Y bueno, la vida no era fácil pero era vida, al fin y al cabo de que sirve la estabilidad cuando no se desea. Pero aun así a ratos quería escapar y a veces el agua se derramaba del vaso y esas puertas se cerraban para Peña pero se abrían para todos los demás.
Nunca vi a nadie manejar de mejor forma su dolor, cada vez que se peleaban lo echaba de la casa para siempre y se inventaba una fiesta, solo caía una llamada y ya uno sabia que tocaba la fiesta. No más cruzar la puerta te llegaba el olor a tequila y se te metía Jose Alfredo por los oídos.
En los ceniceros no cabían los cigarros, al tocadiscos se le ponía dos monedas de diez para que no brincara la aguja y siguiera sonando el “No volveré”, era lunes, martes, miércoles, no importaba, hoy se celebraba que a la Macha se le fue su cruz y ya por fin la cosa iba para mejor.
Pero en eso sonaba el teléfono y- como no se hablaban- el nada más le cantaba, y como eso no siempre servía, desde la acera empezaba a sonar un requinto y un galillo de querubín que le pedía a la Paloma que no se vaya, y ella era fuerte, pero no tanto.
Por dicha no se acababa el tequila sino que ahora era con música en vivo, de repente la casa se llenaba más de uniformados y las guitarras pasaban de mano en mano y las canciones se iban muriendo con el sol mientras que en un sillón placían abrazados el mariachi y la paloma.
Y al mes siguiente otra vieja, otro pleito, otra fiesta, otra borrachera, otra llamada, otra serenata, otra Paloma, otro beso y otras promesas por cumplir.
Claramente todo el mundo lo odiaba, incluso cuando el paso del tiempo lo obligo a bajar el ritmo y a desaparecer menos a menudo. Ya llevaban 30 años juntos pero nadie creía en que eso fuera algo serio. Era algo serio, se llamaba amor.
En un sobre de manila en la gaveta de al lado de la cama encontraron desglosado el monto por un ataúd barato, un cortejo fúnebre moderado y un pequeño extra para gastos de ese día; al lado, la Paloma a la que le exploto el corazón de tanto latir.
A Peña no se le volvió a ver durante todo este proceso, desapareció como llegó, por la noche. Una iglesia llena vio salir a mi tía en hombros sin que la acompañara el amor de su vida, por primera vez desde que era mujer estaba sola. La colocamos en el mismo nicho que a mis abuelos, encontró consuelo entre papá y mamá.
Cuando se prestaban a cerrar con concreto la fosa se escucho desde el fondo un nuevo:
sol, do, re, sol, re
“Ya me canso de llorar y no amanece
ya no se si maldecirte o por ti rezar.
Tengo miedo de buscarte y de encontrarte
donde me aseguran mis amigos que te vas.
Hay momentos en que quisiera mejor rajarme
y arrancarme ya los clavos de mi penar.
Pero mis ojos se mueren sin mirar tus ojos
y mi cariño con la aurora te vuelve a esperar.”
Peñaranda apareció impecable, con el traje dignamente planchado, la barba recién hecha y cantado al lado de sus otros dos mosqueteros, cuanto trato de entonar las primeras palabras se le quebró la voz cual si hubiera caído del ultimo piso de Saturno, su hermano trato de acudir al rescate pero una mano le hizo entender que ese era su trabajo, que nadie más debería nuca cantarle Paloma Negra a su mujer.
El ultimo ladrillo sello finalmente el destino entre los dos. Que la melancolía no los engañe, esta es básicamente una historia de conflictos, dependencias, infidelidades, alcoholismo, pobreza y muchos otros tipos de vicios sociales, pero ya con un par de tragos encima y cuando la canción dice aquello de “Dios dame fuerzas, que estoy muriendo por irte a buscar “uno se pone a pensar que el amor no es sino el más placentero, adictivo y destructivo de todos los buenos vicios.
miércoles, 1 de julio de 2009
a las mujeres que ni siquiera ame…
Una de las cosas feas de la vida es cuando tu percepción sentimental es mucho más fuerte que la realidad, es como el rechazo en verbo pasado.
Es cabrón cuando imprudentemente se siente algo por una persona y nada llega a pasar, te quedas sin siquiera el consuelo del amor fracasado o de la noche pecadora, y eso sin embargo no repara el daño de ausencia o atenúa el hecho que sí te gustaba o que te llamaba la atención más de lo normal.
Lo triste del caso es que esto no remonta a ninguna experiencia reciente, simplemente recordé mujeres que no veo hace años, que solo las redes sociales de internet te mantiene con pista de ellas.
Pues si Albert Hammond le dedico su canción “A las mujeres que él amo”, yo le dedico un pequeño homenajito a todas las mujeres que nunca ame.
No se perdieron de mucho se los aseguro, pero quien quita un quite, por ahí y les salía mejor de lo que parezco, tal vez y cambio mis terquedades y mi delirio de deidad y me vuelvo alguien más humano y humilde.
No presumo de mis habilidades sexuales, pero el sexo siempre es rico cuando se hace con tiempo y ganas… y un poquito de colmillo. Cuando toda esa curiosidad y ansiedad desenlazan en un tributo excitado, púbico y sudoroso a las Olimpiadas, cruzando la línea de meta con las manos en bajo y los ojos en blanco; lanzando la jabalina hasta donde se pierde la vista, cerca del pebetero; luchando por terminar la maratón de últimos, ojala cuatro años después.
No se si nos habríamos quedado juntos, lo más probable es que no, que al tiempo se me fuera olvidando como me siento ahora y que vos vayas recordando como me ves en este momento y quedemos como tristes amigos que ya ni se imaginan chingos.
O al rato nos peleábamos siempre y terminábamos odiándonos, estorbándonos solo para joder y apareciéndonos mojados cada que hace sol a las 2:30 de la mañana, con dos vasos plásticos de “me vale mierda” y medio 34 servido en la tapa del tarro.
Uno nunca sabe y al final nos enamoramos, o me enamoro yo y vos no, o hasta te enamorés vos y yo mas o menos, tal vez visitemos familiares o nos lavemos ropa, podríamos hasta co afitrionar una mesa de tragos o pasar tres días tocándonos frente a la pantalla de ajustes de una película en DVD.
Lo cierto del caso es que no lo sabemos y lo más probable es que ya nunca lo vamos a saber, y tenga yo que seguir luchando con la extrañeza de pensar épocas y personas irrelevantes, preguntándome si en algún momento me viste con otros ojos (ojos de guaro aunque sean) pero con ganitas cocktaileadas al borde de un terminal error de juicio que te habría agradecido mucho.
Normalmente hoy las veo con algún carajo a la par, felices, creciendo en la vida, plenas, maduras, algunas con un poco más de “bendiciones” que las que querría; y en el fondo me siento bien conmigo porque se que yo escogí bien… aunque ustedes no me hayan escogido a mi.
Es cabrón cuando imprudentemente se siente algo por una persona y nada llega a pasar, te quedas sin siquiera el consuelo del amor fracasado o de la noche pecadora, y eso sin embargo no repara el daño de ausencia o atenúa el hecho que sí te gustaba o que te llamaba la atención más de lo normal.
Lo triste del caso es que esto no remonta a ninguna experiencia reciente, simplemente recordé mujeres que no veo hace años, que solo las redes sociales de internet te mantiene con pista de ellas.
Pues si Albert Hammond le dedico su canción “A las mujeres que él amo”, yo le dedico un pequeño homenajito a todas las mujeres que nunca ame.
No se perdieron de mucho se los aseguro, pero quien quita un quite, por ahí y les salía mejor de lo que parezco, tal vez y cambio mis terquedades y mi delirio de deidad y me vuelvo alguien más humano y humilde.
No presumo de mis habilidades sexuales, pero el sexo siempre es rico cuando se hace con tiempo y ganas… y un poquito de colmillo. Cuando toda esa curiosidad y ansiedad desenlazan en un tributo excitado, púbico y sudoroso a las Olimpiadas, cruzando la línea de meta con las manos en bajo y los ojos en blanco; lanzando la jabalina hasta donde se pierde la vista, cerca del pebetero; luchando por terminar la maratón de últimos, ojala cuatro años después.
No se si nos habríamos quedado juntos, lo más probable es que no, que al tiempo se me fuera olvidando como me siento ahora y que vos vayas recordando como me ves en este momento y quedemos como tristes amigos que ya ni se imaginan chingos.
O al rato nos peleábamos siempre y terminábamos odiándonos, estorbándonos solo para joder y apareciéndonos mojados cada que hace sol a las 2:30 de la mañana, con dos vasos plásticos de “me vale mierda” y medio 34 servido en la tapa del tarro.
Uno nunca sabe y al final nos enamoramos, o me enamoro yo y vos no, o hasta te enamorés vos y yo mas o menos, tal vez visitemos familiares o nos lavemos ropa, podríamos hasta co afitrionar una mesa de tragos o pasar tres días tocándonos frente a la pantalla de ajustes de una película en DVD.
Lo cierto del caso es que no lo sabemos y lo más probable es que ya nunca lo vamos a saber, y tenga yo que seguir luchando con la extrañeza de pensar épocas y personas irrelevantes, preguntándome si en algún momento me viste con otros ojos (ojos de guaro aunque sean) pero con ganitas cocktaileadas al borde de un terminal error de juicio que te habría agradecido mucho.
Normalmente hoy las veo con algún carajo a la par, felices, creciendo en la vida, plenas, maduras, algunas con un poco más de “bendiciones” que las que querría; y en el fondo me siento bien conmigo porque se que yo escogí bien… aunque ustedes no me hayan escogido a mi.
martes, 16 de junio de 2009
juguetes
A la par de la casa de mis abuelos se pasaron a vivir unos niños guatemaltecos, el papá trabajaba para un organismo internacional y había llegado a Costa Rica por esa misma razón yo me hice amigo de ellos, tal vez no eran millonarios pero para si tenían muchas más posibilidades de las que me podían dar mis papás en ese tiempo.
Digo, para mi una barra de mantequilla Dos Pinos era un lujo muy ocasional, un tarro de frutas en conserva era navidad. Ellos eran socios del Castillo, iban a una escuela donde les enseñaban francés, tenían un fax y lo más impresionante… tenían un cuarto solo para sus juguetes.
Y en definitiva el mundo de un niño se determina a través de los juguetes, no importa en que casa vivas, no importa que ropa uses o si tu papa es travesti o presidente, importa cuales son tus juguetes (Ya cuando cumplís unos 14 años tus juguetes vienen incorporados).
También cabe entender que vivíamos en un mundo mattel, las fabulas que veía eran He Man, GI Joe, Thundercats o Transformers, todas diseñadas a partir de líneas de juguetes, por esta razón tu entorno mental era de juguetes, hoy por hoy todavía sueño con el día en que me dejen solo en una juguetería.
Nada te hacía más feliz que el día en que tu mama llegaba con un juguete, por ninguna razón, solo para jugar, eso era mejor que navidad porque te tomaba por sorpresa. Creo que podría ser papá solo para ver la mirada de un hijo cuando cruzo la puerta con un muñeco nuevo.
Mis vecinos tenían el escorpión gigante de los transformer, la casa de los thundercats, a stratos, men at arms, C3p0, un ALF, pantrho, y miles de esos diminutos soldados gringos con que no se podía jugar. Yo por mi parte. Tenía unas abominaciones chinas que eran como para cortar relaciones diplomáticas, con músculos que parecían atrofiados y los ojos y la boca pintados al lado de donde deberían por una descoordinación de la maquina.
No podíamos decir que se tratara de piratería, más bien pertenecía a una especia de ficción sin historia en donde los buenos eran una especia de vikingos o caballeros medievales y los malos siempre eran una formas de animales antropomórficos (y como querían que no fuéramos predadores después de eso) con el mismo cuerpo de los buenos pero en colores. Obviamente la cosa era no desaprovechar moldes.
Yo le decía a mis amigos que esos pertenecían a unas fabulas que no habían llegado a Costa Rica y que ellos no la habían visto ni en cable porque era súper moderna y seguro solo la daban en el cable pero de Estados.
Con ellos jugaba futbol, luchas, de guerra, de carreras, etc. No por menospreciar el trabajo de los chinos (y esperando que hagan mejores estadios que tiliches) siempre se les rompía una liga que llevaban uniendo las dos piernas, era lo primero que se iba, después el soporte de la cabeza y en algunos casos el eje de los brazos (esos eran los menos). Entonces tocaba repararlos.
Con cinta adhesiva, pedazos de globos estallados, calcomanías de campañas políticas o del trabajo de mi mama que era en una empresa de embutidos, tijeras desafiladas y en el mejor de los casos tape eléctrico, al tiempo descubrí que también podía alterarlos, hacerles ropas que no los hicieran ver como los mismo 10 muñecos de siempre y de esa forma tuve cientos de juguetes.
Todavía conservo bajo mi cama una caja con esos viejos destartalados juguetes, en recuerdo del tiempo en que me di cuenta que si un día consigo suficiente cinta adhesiva, bien podría arreglar el mundo.
Digo, para mi una barra de mantequilla Dos Pinos era un lujo muy ocasional, un tarro de frutas en conserva era navidad. Ellos eran socios del Castillo, iban a una escuela donde les enseñaban francés, tenían un fax y lo más impresionante… tenían un cuarto solo para sus juguetes.
Y en definitiva el mundo de un niño se determina a través de los juguetes, no importa en que casa vivas, no importa que ropa uses o si tu papa es travesti o presidente, importa cuales son tus juguetes (Ya cuando cumplís unos 14 años tus juguetes vienen incorporados).
También cabe entender que vivíamos en un mundo mattel, las fabulas que veía eran He Man, GI Joe, Thundercats o Transformers, todas diseñadas a partir de líneas de juguetes, por esta razón tu entorno mental era de juguetes, hoy por hoy todavía sueño con el día en que me dejen solo en una juguetería.
Nada te hacía más feliz que el día en que tu mama llegaba con un juguete, por ninguna razón, solo para jugar, eso era mejor que navidad porque te tomaba por sorpresa. Creo que podría ser papá solo para ver la mirada de un hijo cuando cruzo la puerta con un muñeco nuevo.
Mis vecinos tenían el escorpión gigante de los transformer, la casa de los thundercats, a stratos, men at arms, C3p0, un ALF, pantrho, y miles de esos diminutos soldados gringos con que no se podía jugar. Yo por mi parte. Tenía unas abominaciones chinas que eran como para cortar relaciones diplomáticas, con músculos que parecían atrofiados y los ojos y la boca pintados al lado de donde deberían por una descoordinación de la maquina.
No podíamos decir que se tratara de piratería, más bien pertenecía a una especia de ficción sin historia en donde los buenos eran una especia de vikingos o caballeros medievales y los malos siempre eran una formas de animales antropomórficos (y como querían que no fuéramos predadores después de eso) con el mismo cuerpo de los buenos pero en colores. Obviamente la cosa era no desaprovechar moldes.
Yo le decía a mis amigos que esos pertenecían a unas fabulas que no habían llegado a Costa Rica y que ellos no la habían visto ni en cable porque era súper moderna y seguro solo la daban en el cable pero de Estados.
Con ellos jugaba futbol, luchas, de guerra, de carreras, etc. No por menospreciar el trabajo de los chinos (y esperando que hagan mejores estadios que tiliches) siempre se les rompía una liga que llevaban uniendo las dos piernas, era lo primero que se iba, después el soporte de la cabeza y en algunos casos el eje de los brazos (esos eran los menos). Entonces tocaba repararlos.
Con cinta adhesiva, pedazos de globos estallados, calcomanías de campañas políticas o del trabajo de mi mama que era en una empresa de embutidos, tijeras desafiladas y en el mejor de los casos tape eléctrico, al tiempo descubrí que también podía alterarlos, hacerles ropas que no los hicieran ver como los mismo 10 muñecos de siempre y de esa forma tuve cientos de juguetes.
Todavía conservo bajo mi cama una caja con esos viejos destartalados juguetes, en recuerdo del tiempo en que me di cuenta que si un día consigo suficiente cinta adhesiva, bien podría arreglar el mundo.
jueves, 4 de junio de 2009
esquizofrenia
Caminando por las calles oscuras con ropas raídas, esquivo los carros que insisten en arrollarme, yo era grande pero cuando saltaba caía pequeño. Si yo soy grande ¿Porque debo rehuirles? Cuando los confronto se hacen diminutos y se cuelan entre mis piernas a toda velocidad, aceleran como desquiciados evadiéndome.
Sus conductores desaparecen y sus ventanitas se hacen de metal, me lanzo tras de ellos tratando de poseerlos para mi pero ahora soy enorme y mis inmensas manos poco pueden hacer para enganchar esos raudos vehículos que me enloquecen.
Soy tan grande que las calles son pequeñas, desde arriba puedo ver la luz pero mi espalda tapa completamente al sol y llena de sombras a mis pies, ya no quiero ser grande, quiero montarme en uno de esos diminutos carros y manejar como un demente, devorar el pavimento y escapar del gigante.
Soy tan grande que soy el mundo y olvido las calles pequeñas en la medida que encuentro otras mayores, nuevos carros gigantescos me quieren destrozar pero yo ya no quiero enfrentarlos para tener luego que perseguirlos.
Con un terminal esfuerzo lleno mis manos de mi vida y me lanzo y rozo con los dedos una pequeña ambulancia, la velocidad se come mi mente, viajo a un millón de años luz por segundo, cada carro es una vida, cada carro es una historia.
Me pasaré lo que me queda de vida en el suelo, siendo arrollado por diminutas historias veloces.
Sus conductores desaparecen y sus ventanitas se hacen de metal, me lanzo tras de ellos tratando de poseerlos para mi pero ahora soy enorme y mis inmensas manos poco pueden hacer para enganchar esos raudos vehículos que me enloquecen.
Soy tan grande que las calles son pequeñas, desde arriba puedo ver la luz pero mi espalda tapa completamente al sol y llena de sombras a mis pies, ya no quiero ser grande, quiero montarme en uno de esos diminutos carros y manejar como un demente, devorar el pavimento y escapar del gigante.
Soy tan grande que soy el mundo y olvido las calles pequeñas en la medida que encuentro otras mayores, nuevos carros gigantescos me quieren destrozar pero yo ya no quiero enfrentarlos para tener luego que perseguirlos.
Con un terminal esfuerzo lleno mis manos de mi vida y me lanzo y rozo con los dedos una pequeña ambulancia, la velocidad se come mi mente, viajo a un millón de años luz por segundo, cada carro es una vida, cada carro es una historia.
Me pasaré lo que me queda de vida en el suelo, siendo arrollado por diminutas historias veloces.
viernes, 8 de mayo de 2009
otras 10 divagaciones
1. La casa de subastas británica Christies subastó por $37 500 una fotografía captada por Lee Friedlander en donde aparece explícitamente desnuda la cantante Madonna. Aunque no trascendió la identidad del comprador, podríamos asegurar que es una persona evidentemente no relacionada con el Google Image Search.
2. El sacerdote católico Alberto Cutié, famoso por sus apariciones en televisión, radio y medios escritos, fue recientemente relevado de sus funciones por el arzobispo de Miami, Jonh Favarola tras la salida al aire de fotografías en donde aparece en actitudes afectuosas (meter la mano entre las piernas es sin duda una actitud afectuosa) con una mujer en las playas de Miami. Esto se diferencia de la tradicional actitud eclesiástica en donde sacerdotes pederastas que se han implicados en escándalos sexuales les fue privadamente llamada la atención o trasladados, incluso son famosos los casos en que la iglesia a pagado sumas millonarias para evitar fenomenos mediáticos que hieran la el buen nombre de los implicados. Moraleja, la iglesia acepta los escándalos sexuales pero es absolutamente intolerante ante el heterosexualismo.
3. He considerado convertirme al rastafarismo por ser la única religión que propone enviar a los negros de regreso a África (racismo únicamente con fines humorísticos).
4. La modelo Jennifer Barrantes se unió a la, todavía breve, lista de videos porno que aparecen en la red. La grabación es evidentemente realizada por quien (al menos en ese momento fue) su pareja, muchos han cuestionado la decisión de las muchachas de grabarse en escenas en principio intimas, la moraleja de la historia es: Dejen de estar criticando estupideces si quieren seguir viendo ricas travesearse.
5. Todos tenemos que creer en algo, yo personalmente creo en la ciencia, el poder del dinero y el cumplimiento forzado de las leyes, esa es mi santísima trinidad.
6. Así de pronto, me provoca ponerte un cenicero en el ombligo y pasarme tres días comiendo concha… y fumando.
7. No me gustó el ciudadano Kane, no entiendo a Pink Floyd, no se usar el twitter ni facebook, no me parece sexy Angelina Jolie, odio a Bono y Britney me gustaba más cuando gordita y hecha mierda, ya está, lo dije.
8. La estupidez debería ser hemorrágica.
9. Mi tipo favorito de house es el merengue house.
10. La humanidad debe estar siempre al borde de un Armagedón para darle sentido a su existencia, cuando abandonamos la crisis de misiles de la Guerra Fría nos estacionamos en el agujero de la Capa de Ozono, posterior a eso las Profecías de Nostradamus, el Y2K, el hombre del turbante blanco, el Ántrax, el Ébola, el 2012 de los mayas y hoy el muy de moda Calentamiento Global. Aparentemente el tener una amenaza mayor sobre nuestras cabezas hace que desestimemos nuestros problemas de convivencia, nuestras metas por cumplir, la insatisfacción personal y todas las cosas que si deberíamos estar atendiendo.
El mundo no se va a acabar, usted si, desde el día que nacemos estamos muriendo. Quiéralo o no lo más probable es que nunca llegaremos a ver el cataclismo de Al Gore, asi pase en 30 años. La prudencia recomienda que le preste más atención a ese que ve al espejo todos los días que al oso polar que se ahoga en la Antártida, créame que el no se preocupa por usted.
2. El sacerdote católico Alberto Cutié, famoso por sus apariciones en televisión, radio y medios escritos, fue recientemente relevado de sus funciones por el arzobispo de Miami, Jonh Favarola tras la salida al aire de fotografías en donde aparece en actitudes afectuosas (meter la mano entre las piernas es sin duda una actitud afectuosa) con una mujer en las playas de Miami. Esto se diferencia de la tradicional actitud eclesiástica en donde sacerdotes pederastas que se han implicados en escándalos sexuales les fue privadamente llamada la atención o trasladados, incluso son famosos los casos en que la iglesia a pagado sumas millonarias para evitar fenomenos mediáticos que hieran la el buen nombre de los implicados. Moraleja, la iglesia acepta los escándalos sexuales pero es absolutamente intolerante ante el heterosexualismo.
3. He considerado convertirme al rastafarismo por ser la única religión que propone enviar a los negros de regreso a África (racismo únicamente con fines humorísticos).
4. La modelo Jennifer Barrantes se unió a la, todavía breve, lista de videos porno que aparecen en la red. La grabación es evidentemente realizada por quien (al menos en ese momento fue) su pareja, muchos han cuestionado la decisión de las muchachas de grabarse en escenas en principio intimas, la moraleja de la historia es: Dejen de estar criticando estupideces si quieren seguir viendo ricas travesearse.
5. Todos tenemos que creer en algo, yo personalmente creo en la ciencia, el poder del dinero y el cumplimiento forzado de las leyes, esa es mi santísima trinidad.
6. Así de pronto, me provoca ponerte un cenicero en el ombligo y pasarme tres días comiendo concha… y fumando.
7. No me gustó el ciudadano Kane, no entiendo a Pink Floyd, no se usar el twitter ni facebook, no me parece sexy Angelina Jolie, odio a Bono y Britney me gustaba más cuando gordita y hecha mierda, ya está, lo dije.
8. La estupidez debería ser hemorrágica.
9. Mi tipo favorito de house es el merengue house.
10. La humanidad debe estar siempre al borde de un Armagedón para darle sentido a su existencia, cuando abandonamos la crisis de misiles de la Guerra Fría nos estacionamos en el agujero de la Capa de Ozono, posterior a eso las Profecías de Nostradamus, el Y2K, el hombre del turbante blanco, el Ántrax, el Ébola, el 2012 de los mayas y hoy el muy de moda Calentamiento Global. Aparentemente el tener una amenaza mayor sobre nuestras cabezas hace que desestimemos nuestros problemas de convivencia, nuestras metas por cumplir, la insatisfacción personal y todas las cosas que si deberíamos estar atendiendo.
El mundo no se va a acabar, usted si, desde el día que nacemos estamos muriendo. Quiéralo o no lo más probable es que nunca llegaremos a ver el cataclismo de Al Gore, asi pase en 30 años. La prudencia recomienda que le preste más atención a ese que ve al espejo todos los días que al oso polar que se ahoga en la Antártida, créame que el no se preocupa por usted.
miércoles, 6 de mayo de 2009
lo pandémico no quita lo apocalíptico
Aunque no suene creíble, yo forme parte de la Comisión Panamericana para el combate contra la Pandemia de Influenza.
Para los que no me conocen debo aclarar, con un importante componente de vergüenza, que soy periodista y actualmente trabajo para un organismo del estado, en mi condición me convocaron a reunirme un 25 de noviembre a las 8 de la mañana en un salón de un hotel capitalino. De nuevo, para los que no me conocen, mi cumpleaños es el 24 de noviembre.
El día anterior nos reunimos un bonito grupo de amigos y nos metimos una de esas borracheras que dejan cicatrices en el hígado, una fiesta agresiva hasta las 4 de la mañana por casi todos los bares abiertos, a la mañana siguiente mi sistema nervioso central estaba colapsado.
Llegue casi una hora tarde y me senté lo más lejos posible de mis bien dormidos colegas, me serví un vaso de agua helada del metálico pichel que me habían colocado al frente, prácticamente podía sentir un corazón alterno latiendo en cada sien mientras me presentaba ante el grupo.
La consultoría la pagaba la Organización Panamericana de la Salud y la impartía una conocida y desparecida figura de la televisión que trataba de integrar con sus chistes a un grupo de funcionarios que a diferencia mía agradecían el día fuera de la oficina y el Cordon Bleu de pollo.
Me serví el segundo vaso, parecía que el agua evitaba mi lengua como yo el matrimonio, sentía la boca como si me hubiera tomado una candela, me serví el tercer vaso de agua. Comenzaron hablando de los alcances de esta pandemia de gripe aviar (en realidad en cualquier caso es humana), al principio parecía una gripe normal pero yo sabia que en algún punto eso tenía que tomar proporciones apocalípticas.
Con mis ojos avinagrados divisaba afuera de las puertas de vidrio un delicioso bar frente a la piscina, originalmente en preparativos pero según fue avanzando la mañana lleno de ejecutivos con disponibilidad de tiempo con sus bloody mary y sus gin tonics viendo la Eurocopa.
En un momento el paisaje se puso caótico, empezamos a contar los posibles muertos por miles, las ciudades colapsaban, los niños con sus últimas fuerzas se espantaban las moscas de sus agobiadas caritas, se cerraban los aeropuertos, la gente veía sus rostros perderse detrás de mascaras protectoras que poco hacían para detener la mortal pandemia (que es más que epidemia según aprendí).
Afuera se detiene un penal, se escucha el sonido de las copas chocar, las risas estridentes, la caída de los cubos de hielo indica que es tiempo de otro g&t. Adentro, se detienen el transito aéreo, se escucha el sonido de los automóviles chocando para alejarse desesperadamente de la zona, los alaridos alarmantes, la caída de la bolsa indica que si sobrevivimos enfrentaremos la crisis económica.
Se realiza un inventario detallado de los medios a nuestro alcance. Yo puedo aportar un hígado goteante, ojos conservados en balsámico, manos descarapeladas y amarillas, una mañana sin esperanzas de terminar y un resumen de las incidencias del juego de afuera.
Nos advierten de la posibilidad, bueno, ya no de la posibilidad sino de la seguridad que vengan a tocar nuestras puertas en horas de la madrugada y nos lleven en un traje de esos como los que usaba Aldrin y Amstrong, nos trasladaran a un comando central desde donde no tenderíamos mayor contacto con nuestras familias hasta que lográramos derrotar a Godzilla.
Los síntomas de la temida enfermedad nos fueron finalmente revelados, la influenza produce estornudos con sensación de resfriado, fiebre alta de hasta 39 °C, cansancio intenso con dolores musculares y articulares. El malestar general suele provocar el encamamiento del paciente durante dos o tres días, con dolores musculares generalizados, fluido nasal e irritación ocular. Ósea, gripe.
En ese momento sentía que los ojos se me ponían verdes, si estos hijueputas entendieran por lo que yo estaba pasando no me harían esto, mi calor corporal debía estar rebasando el millón de grados centígrados, había dormido 20 minutos y estaba más cansado que Forrest Gump, de haber tenido músculos estoy seguro que me dolerían, que putas saben ustedes de irritación ocular y fluidos nasales!!!!!
Levanté la mano y pregunté: “¿Perdón, seguimos hablando de gripe?”. Las señoras indignadas se rasgaban las vestiduras, obviamente yo no entendía la gravedad de esa inminente urgencia, el moderador me explicaba que en España murieron como un millón de personas a principio de siglo por esto, que las poblaciones más vulnerables son los niños y los ancianos, que los hospitales colapsarían, que en los circos crecerían los enanos y las mujeres se volverían irremediablemente frígidas, o mil cosas más para asustarme.
Admito que nunca he sido un hambre de ciencia: bloquee el discovery channel porque me estorbaba entre el 11 y el de las novelas mexicanas, siempre he creído que los inventores más brillantes están trabajando en la industria de los cepillos de dientes porque crean un aparato maravillosamente innovador cada corte comercial y conozco a Einstein por su peinado a Newton por la manzana y a Hawking por los Simpson.
Sin embargo esto no me calzaba en mi paradigma, continúe diciendo que entendía perfectamente que ellos tenían que justificar sus presupuestos anuales pero que la próxima vez que quisieran inventar un fenómeno de este tipo, 4 jinetes voladores son siempre llamativos. Les rogué que la próxima reunión se olvidaran de invitarme o les iba a toser y después los iba a abrazar, cruce la puerta de vidrio y me pedí un gin & tonic.
No fue difícil demostrarle a mis jefes que mi rabieta fue justificada, con solo ver la carpeta llena de dibujos infantiles y advirtiendo medidas de seguridad que de todas formas debían de aplicarse ¿O fue necesario un contagio masivo para aprender a lavarnos las manos? Me dieron luz verde para renunciar a la comisión bajo la acusación de fatalistas escandalosos.
Como se podrán imaginar fue extraño ver los cientos de enfermos en México, las personas con máscaras, los países negándole la entrada a los aztecas, Obama llamando a conferencia de prensa urgente y el decreto de pandemia. Ya se lo que nunca me volverá a pasar, nunca volveré a ser parte de la minoría racional.
Me di cuenta que se siente muy bien decir “te lo dije” después de ser tachado como el loco apocalíptico, por eso la historia recuerda a Moisés y Jesus; y se olvidara de todos nosotros los que creemos que las personas no regresan de la muerte y no estaríamos dispuestos a vagar 40 años en el desierto ni por encontrar la tierra de las vaginas y la miel.
Al fin y al cabo, el alarmismo y la estupidez también llegan a ser pandémicos.
Para los que no me conocen debo aclarar, con un importante componente de vergüenza, que soy periodista y actualmente trabajo para un organismo del estado, en mi condición me convocaron a reunirme un 25 de noviembre a las 8 de la mañana en un salón de un hotel capitalino. De nuevo, para los que no me conocen, mi cumpleaños es el 24 de noviembre.
El día anterior nos reunimos un bonito grupo de amigos y nos metimos una de esas borracheras que dejan cicatrices en el hígado, una fiesta agresiva hasta las 4 de la mañana por casi todos los bares abiertos, a la mañana siguiente mi sistema nervioso central estaba colapsado.
Llegue casi una hora tarde y me senté lo más lejos posible de mis bien dormidos colegas, me serví un vaso de agua helada del metálico pichel que me habían colocado al frente, prácticamente podía sentir un corazón alterno latiendo en cada sien mientras me presentaba ante el grupo.
La consultoría la pagaba la Organización Panamericana de la Salud y la impartía una conocida y desparecida figura de la televisión que trataba de integrar con sus chistes a un grupo de funcionarios que a diferencia mía agradecían el día fuera de la oficina y el Cordon Bleu de pollo.
Me serví el segundo vaso, parecía que el agua evitaba mi lengua como yo el matrimonio, sentía la boca como si me hubiera tomado una candela, me serví el tercer vaso de agua. Comenzaron hablando de los alcances de esta pandemia de gripe aviar (en realidad en cualquier caso es humana), al principio parecía una gripe normal pero yo sabia que en algún punto eso tenía que tomar proporciones apocalípticas.
Con mis ojos avinagrados divisaba afuera de las puertas de vidrio un delicioso bar frente a la piscina, originalmente en preparativos pero según fue avanzando la mañana lleno de ejecutivos con disponibilidad de tiempo con sus bloody mary y sus gin tonics viendo la Eurocopa.
En un momento el paisaje se puso caótico, empezamos a contar los posibles muertos por miles, las ciudades colapsaban, los niños con sus últimas fuerzas se espantaban las moscas de sus agobiadas caritas, se cerraban los aeropuertos, la gente veía sus rostros perderse detrás de mascaras protectoras que poco hacían para detener la mortal pandemia (que es más que epidemia según aprendí).
Afuera se detiene un penal, se escucha el sonido de las copas chocar, las risas estridentes, la caída de los cubos de hielo indica que es tiempo de otro g&t. Adentro, se detienen el transito aéreo, se escucha el sonido de los automóviles chocando para alejarse desesperadamente de la zona, los alaridos alarmantes, la caída de la bolsa indica que si sobrevivimos enfrentaremos la crisis económica.
Se realiza un inventario detallado de los medios a nuestro alcance. Yo puedo aportar un hígado goteante, ojos conservados en balsámico, manos descarapeladas y amarillas, una mañana sin esperanzas de terminar y un resumen de las incidencias del juego de afuera.
Nos advierten de la posibilidad, bueno, ya no de la posibilidad sino de la seguridad que vengan a tocar nuestras puertas en horas de la madrugada y nos lleven en un traje de esos como los que usaba Aldrin y Amstrong, nos trasladaran a un comando central desde donde no tenderíamos mayor contacto con nuestras familias hasta que lográramos derrotar a Godzilla.
Los síntomas de la temida enfermedad nos fueron finalmente revelados, la influenza produce estornudos con sensación de resfriado, fiebre alta de hasta 39 °C, cansancio intenso con dolores musculares y articulares. El malestar general suele provocar el encamamiento del paciente durante dos o tres días, con dolores musculares generalizados, fluido nasal e irritación ocular. Ósea, gripe.
En ese momento sentía que los ojos se me ponían verdes, si estos hijueputas entendieran por lo que yo estaba pasando no me harían esto, mi calor corporal debía estar rebasando el millón de grados centígrados, había dormido 20 minutos y estaba más cansado que Forrest Gump, de haber tenido músculos estoy seguro que me dolerían, que putas saben ustedes de irritación ocular y fluidos nasales!!!!!
Levanté la mano y pregunté: “¿Perdón, seguimos hablando de gripe?”. Las señoras indignadas se rasgaban las vestiduras, obviamente yo no entendía la gravedad de esa inminente urgencia, el moderador me explicaba que en España murieron como un millón de personas a principio de siglo por esto, que las poblaciones más vulnerables son los niños y los ancianos, que los hospitales colapsarían, que en los circos crecerían los enanos y las mujeres se volverían irremediablemente frígidas, o mil cosas más para asustarme.
Admito que nunca he sido un hambre de ciencia: bloquee el discovery channel porque me estorbaba entre el 11 y el de las novelas mexicanas, siempre he creído que los inventores más brillantes están trabajando en la industria de los cepillos de dientes porque crean un aparato maravillosamente innovador cada corte comercial y conozco a Einstein por su peinado a Newton por la manzana y a Hawking por los Simpson.
Sin embargo esto no me calzaba en mi paradigma, continúe diciendo que entendía perfectamente que ellos tenían que justificar sus presupuestos anuales pero que la próxima vez que quisieran inventar un fenómeno de este tipo, 4 jinetes voladores son siempre llamativos. Les rogué que la próxima reunión se olvidaran de invitarme o les iba a toser y después los iba a abrazar, cruce la puerta de vidrio y me pedí un gin & tonic.
No fue difícil demostrarle a mis jefes que mi rabieta fue justificada, con solo ver la carpeta llena de dibujos infantiles y advirtiendo medidas de seguridad que de todas formas debían de aplicarse ¿O fue necesario un contagio masivo para aprender a lavarnos las manos? Me dieron luz verde para renunciar a la comisión bajo la acusación de fatalistas escandalosos.
Como se podrán imaginar fue extraño ver los cientos de enfermos en México, las personas con máscaras, los países negándole la entrada a los aztecas, Obama llamando a conferencia de prensa urgente y el decreto de pandemia. Ya se lo que nunca me volverá a pasar, nunca volveré a ser parte de la minoría racional.
Me di cuenta que se siente muy bien decir “te lo dije” después de ser tachado como el loco apocalíptico, por eso la historia recuerda a Moisés y Jesus; y se olvidara de todos nosotros los que creemos que las personas no regresan de la muerte y no estaríamos dispuestos a vagar 40 años en el desierto ni por encontrar la tierra de las vaginas y la miel.
Al fin y al cabo, el alarmismo y la estupidez también llegan a ser pandémicos.
lunes, 13 de abril de 2009
nunca tuvimos parís
Quede de esperarla frente a las escaleras eléctricas de Louvre, justo bajo ese entramado de pirámides de cristal en donde , según Dan Brown y nadie más que Dan Brown, descansan los restos de María Magdalena.
Tenía ya varios años de no verla, por los menos 4 o 5, cuando éramos compañeros universitarios nos juntábamos frecuentemente a tomar whisky barato y hablar pelotudeces, pero desde que vino a vivir a Paris tan siquiera nos conversamos una vez.
Cuando supe que iba a tener una visita de un par de días por su ciudad mientras hacia un trabajo sobre el Palacio de Versalles, le escribí un correo electrónico que ella me contesto anexando su celular, la llame entonces desde Chamonix y la invite a por un traguete cuando pusiera pie en la ciudad luz.
Ella estaba haciendo un documental sobre la crisis de medio oriente para un canal francés, acomodamos su agenda con la mía y decidimos encontrarnos frente al referido museo. Cuando la vi venir fue una de esas raras ocasiones en que la realidad supera tus expectativas.
Su nariz respigada amputaba al corazón de Dios, tenía una mirada indiferente, como la de quien sabe que es linda y eso es poco importante contra sus otros destellos, tenía un cuello interminable de esos que podrías empezar a besar sobre los hombros y terminar ya cuando viejo… hermosa, brutalmente hermosa.
Cuando me vio sonrió, compartimos un par de “Que has sido de vos?” y caminamos, nos instalamos en un café de Rimoli a tomarnos una cerveza, saque de mi bolsillo una caja de cigarros de los que traía de Costa Rica (nunca viajo sin suficientes de mis cigarros, es lo único que somatiza mi mal de patria), ella había dejado de fumar hace algunos meses pero no se pudo resistir al sabor del tabaco de ayer, el tabaco de la que fue su patria.
Tuvimos una charla un poco de inventario, posiblemente no tan bien lograda, ella se despidió y se marcho hacia la clase que tenía en la noche, le di el numero de mi hotel y quedamos en que trataríamos de vernos una vez más.
Cuando llegue a mi hotel al siguiente día encontré un mensaje, respondí la llamada y acordamos ir a cenar a su lugar favorito, nos encontramos en el sitio, un pequeño local en el barrio latino con paredes de ladrillo y música a lo Edith Piaff donde se cenaba comida francesa tradicional a la luz de las velas, como podrán notar, el universo se confabulaba contra mi salud mental.
Con el salto de las palabras nos íbamos enredando en anécdotas, carcajadas y confidencias, ese día las cosas se daban fáciles, éramos los mismos que solíamos ser en la terraza de su casa, con un crawfords en vaso plástico y vino en tetra brick, éramos casi los mismos pero algo había cambiado, algo se sentía diferente, algo se sentía tibiecito.
Salimos del restaurante y ella se despidió a regañamodo porque vivía lejos de esa zona, y el metro no era un lugar seguro a altas horas de la noche, fue entonces que mi tontería de macho de pueblo salió a flote, sin conocer el idioma, sin haberme montado nunca al metro, con taxis impagables y un sentido de la orientación más débil que mi sentido común le dije: No te preocupés, yo te llevo a tu casa.
Un poco aliviada con esto fuimos a tomarnos unos tragos, la noche era fría y el pastisse le ayudaba a la circulación, el trago se me hace espantoso, igual que el ouzo (de hecho no podría diferenciar uno de otro) pero la noche seguía su mismo efecto, pasaba de cristalina a turbia, a blanquecina y consistente.
Después de unas copas me preguntó por nuestros amigos de Costa Rica, yo saque mi tarjeta prepagada de llamadas y desde su teléfono contactamos con uno de ellos, después de la evidente sorpresa tome el teléfono y le dije a mi amigo: “Acá estoy perdido, intentando convencer a esta mujer que se case conmigo, que yo vengo a cantar canciones frente a Los Inválidos, que manejo el carrito de la basura pero no se quiere casar conmigo”, ella me arrebata al teléfono y le die en un tono de película de Belmondo: “¿Quién dice que no me quiero casar con él?”.
El problema es que ella si se iba a casar, pero con su novio de años, un medio francés con quien había tomado la decisión de dar el salto desde la Latinoamérica que los había adoptado por la Francia que los vio nacer, era un niño con pedigree con quien convivía en ese barrio malo al cual yo me aprestaba a irla a dejar. Justamente por esos días se encontraba fuera del país visitando a sus padres y yo me encontraba en el país visitando a su novia.
Ella se me hacia más maravillosa cada vez, era linda, inteligente, simpática, cosmopolita, artista y muy mujer. Ya empezaba a entender la diferencia de esa noche. Ella siempre había sido maravillosa, bellísima y encantadora, y a pesar que siempre me tuvo presente y el cariño que me dedicaba, nunca había existido en ella una respuesta a nivel de atracción, por eso nunca me había vuelto loco por ella, eran simples señales no correspondidas que se perdían en el vacio y terminaban por convertirse en ruido que se muere cuando nadie escucha, como las cartas del niño o las oraciones en general.
Hoy era diferente, me veía retratado hermoso en sus ojos inmensos, cada sonrisa tenía un tono cómplice, un calorcito que venia de adentro, buscábamos excusar para chocar, para retar al destino a decírmelo en la calle, creo que la distancia nos había hecho nacer peligrosamente y eso se sentía rico, eso se sentía tibiecito.
Tomamos el último metro a Saint Dennis, el vagón parecía de película, entre turcos y africanos, Ella se hizo un moño y se puso una bufanda y unos anteojos grandes, como de señor, para no llamar la atención, se veía aún más bella. Yo me colocaba tras de ella y chocaba con su hombro tímidamente, aprendíamos a tocarnos como en clave Morse: dos golpes suaves significan “que guapas estás”, dos golpes suaves y un pulso constante significan “lo que vos y yo haríamos en la cama no tiene perdón de Dios”.
Como mascotas perdidas caminamos las calles, nos reíamos de las señales de alto, conversábamos con los indigentes, mediamos la luna con el pulgar, llegamos a la puerta de su casa y yo subí a llamar un taxi para regresar a mi Novotel, cruzamos la puerta y nos servimos un par de tragos mientras se nos olvidaba hacer esa llamada, coloque un disco de los años primeros de el flaco Sinatra y deambule hacia ella.
Para ese momento todo era muy turbulento, mis labios se amotinaban como tropas hambrientas contra el resto de mi cuerpo, mi mirada se coloco firmemente en el objetivo como buscando una excusa, un bastión que nos sacara seguros de tierra agreste, ella se soltó el pelo y mis hombres se rindieron.
Avance lento pero seguro hacia su boca, finalmente hicimos contacto pero algo paso, nos besamos por no más de 3 segundos y ella dejo caer la mirada, sobre su hombro pude observar las imágenes de la casa que compartía con el, habían mil paseos, veranos en inviernos, detalles mutuos. Esa era la trampa del cazador y había caído, me había dejado llevar a su madriguera, me arranque la pata a mordiscos y me aleje, “No esperaba otra cosa de vos” le dije mientras buscaba la tarjeta del hotel y me encendía un Derby Suave para el camino.
Llegue a mi habitación y me bebí el insomnio, al día siguiente la llame desde la frontera con un tono muy estándar, le agradecí la amabilidad en la visita y nos deseamos la mejor de las suertes mientras tapizábamos los silencios incómodos.
Con el paso de los años nos hemos visto unas cuantas veces más en escenarios alternos, un día nos tomamos unas copas extra y la conversa nos llevo a un punto raro:
-“¿Qué no hiciste en Paris aquella tarde que nos vimos?”
Ella sabia que mis días eran contados y que tuve que sacrificar alguna cosa de mi agenda para encontrarnos en aquella insípida primera salida. Me escondí entre sus intentos sin querer confesar mi costo de oportunidad, ya acorralado tuve que confesar.
-“Louvre, nunca llegue a entrar a Louvre”
Ella sabía que fue ahí donde nos encontramos, que estuve a no más de 10 metros del mayor santuario artístico del planeta pero simplemente no cruce esa línea. Sus ojos le volvieron a brillar bonito y el ambiente se puso nuevamente tibiecito mientras le temblaban los labios exigiendo inmediata atención. Tal vez lo veía como un gran sacrifico pero yo no, para mi fue algo natural, para aclarar sus dudas le explique mis porqués con una sola frase.
“Entendeme mujer, yo fui a Grecia a ver el Partenón, fui a Roma a ver la Capilla Sixtina, pero yo vine a Paris a verte a vos”.
Fin de la primera parte…
Tenía ya varios años de no verla, por los menos 4 o 5, cuando éramos compañeros universitarios nos juntábamos frecuentemente a tomar whisky barato y hablar pelotudeces, pero desde que vino a vivir a Paris tan siquiera nos conversamos una vez.
Cuando supe que iba a tener una visita de un par de días por su ciudad mientras hacia un trabajo sobre el Palacio de Versalles, le escribí un correo electrónico que ella me contesto anexando su celular, la llame entonces desde Chamonix y la invite a por un traguete cuando pusiera pie en la ciudad luz.
Ella estaba haciendo un documental sobre la crisis de medio oriente para un canal francés, acomodamos su agenda con la mía y decidimos encontrarnos frente al referido museo. Cuando la vi venir fue una de esas raras ocasiones en que la realidad supera tus expectativas.
Su nariz respigada amputaba al corazón de Dios, tenía una mirada indiferente, como la de quien sabe que es linda y eso es poco importante contra sus otros destellos, tenía un cuello interminable de esos que podrías empezar a besar sobre los hombros y terminar ya cuando viejo… hermosa, brutalmente hermosa.
Cuando me vio sonrió, compartimos un par de “Que has sido de vos?” y caminamos, nos instalamos en un café de Rimoli a tomarnos una cerveza, saque de mi bolsillo una caja de cigarros de los que traía de Costa Rica (nunca viajo sin suficientes de mis cigarros, es lo único que somatiza mi mal de patria), ella había dejado de fumar hace algunos meses pero no se pudo resistir al sabor del tabaco de ayer, el tabaco de la que fue su patria.
Tuvimos una charla un poco de inventario, posiblemente no tan bien lograda, ella se despidió y se marcho hacia la clase que tenía en la noche, le di el numero de mi hotel y quedamos en que trataríamos de vernos una vez más.
Cuando llegue a mi hotel al siguiente día encontré un mensaje, respondí la llamada y acordamos ir a cenar a su lugar favorito, nos encontramos en el sitio, un pequeño local en el barrio latino con paredes de ladrillo y música a lo Edith Piaff donde se cenaba comida francesa tradicional a la luz de las velas, como podrán notar, el universo se confabulaba contra mi salud mental.
Con el salto de las palabras nos íbamos enredando en anécdotas, carcajadas y confidencias, ese día las cosas se daban fáciles, éramos los mismos que solíamos ser en la terraza de su casa, con un crawfords en vaso plástico y vino en tetra brick, éramos casi los mismos pero algo había cambiado, algo se sentía diferente, algo se sentía tibiecito.
Salimos del restaurante y ella se despidió a regañamodo porque vivía lejos de esa zona, y el metro no era un lugar seguro a altas horas de la noche, fue entonces que mi tontería de macho de pueblo salió a flote, sin conocer el idioma, sin haberme montado nunca al metro, con taxis impagables y un sentido de la orientación más débil que mi sentido común le dije: No te preocupés, yo te llevo a tu casa.
Un poco aliviada con esto fuimos a tomarnos unos tragos, la noche era fría y el pastisse le ayudaba a la circulación, el trago se me hace espantoso, igual que el ouzo (de hecho no podría diferenciar uno de otro) pero la noche seguía su mismo efecto, pasaba de cristalina a turbia, a blanquecina y consistente.
Después de unas copas me preguntó por nuestros amigos de Costa Rica, yo saque mi tarjeta prepagada de llamadas y desde su teléfono contactamos con uno de ellos, después de la evidente sorpresa tome el teléfono y le dije a mi amigo: “Acá estoy perdido, intentando convencer a esta mujer que se case conmigo, que yo vengo a cantar canciones frente a Los Inválidos, que manejo el carrito de la basura pero no se quiere casar conmigo”, ella me arrebata al teléfono y le die en un tono de película de Belmondo: “¿Quién dice que no me quiero casar con él?”.
El problema es que ella si se iba a casar, pero con su novio de años, un medio francés con quien había tomado la decisión de dar el salto desde la Latinoamérica que los había adoptado por la Francia que los vio nacer, era un niño con pedigree con quien convivía en ese barrio malo al cual yo me aprestaba a irla a dejar. Justamente por esos días se encontraba fuera del país visitando a sus padres y yo me encontraba en el país visitando a su novia.
Ella se me hacia más maravillosa cada vez, era linda, inteligente, simpática, cosmopolita, artista y muy mujer. Ya empezaba a entender la diferencia de esa noche. Ella siempre había sido maravillosa, bellísima y encantadora, y a pesar que siempre me tuvo presente y el cariño que me dedicaba, nunca había existido en ella una respuesta a nivel de atracción, por eso nunca me había vuelto loco por ella, eran simples señales no correspondidas que se perdían en el vacio y terminaban por convertirse en ruido que se muere cuando nadie escucha, como las cartas del niño o las oraciones en general.
Hoy era diferente, me veía retratado hermoso en sus ojos inmensos, cada sonrisa tenía un tono cómplice, un calorcito que venia de adentro, buscábamos excusar para chocar, para retar al destino a decírmelo en la calle, creo que la distancia nos había hecho nacer peligrosamente y eso se sentía rico, eso se sentía tibiecito.
Tomamos el último metro a Saint Dennis, el vagón parecía de película, entre turcos y africanos, Ella se hizo un moño y se puso una bufanda y unos anteojos grandes, como de señor, para no llamar la atención, se veía aún más bella. Yo me colocaba tras de ella y chocaba con su hombro tímidamente, aprendíamos a tocarnos como en clave Morse: dos golpes suaves significan “que guapas estás”, dos golpes suaves y un pulso constante significan “lo que vos y yo haríamos en la cama no tiene perdón de Dios”.
Como mascotas perdidas caminamos las calles, nos reíamos de las señales de alto, conversábamos con los indigentes, mediamos la luna con el pulgar, llegamos a la puerta de su casa y yo subí a llamar un taxi para regresar a mi Novotel, cruzamos la puerta y nos servimos un par de tragos mientras se nos olvidaba hacer esa llamada, coloque un disco de los años primeros de el flaco Sinatra y deambule hacia ella.
Para ese momento todo era muy turbulento, mis labios se amotinaban como tropas hambrientas contra el resto de mi cuerpo, mi mirada se coloco firmemente en el objetivo como buscando una excusa, un bastión que nos sacara seguros de tierra agreste, ella se soltó el pelo y mis hombres se rindieron.
Avance lento pero seguro hacia su boca, finalmente hicimos contacto pero algo paso, nos besamos por no más de 3 segundos y ella dejo caer la mirada, sobre su hombro pude observar las imágenes de la casa que compartía con el, habían mil paseos, veranos en inviernos, detalles mutuos. Esa era la trampa del cazador y había caído, me había dejado llevar a su madriguera, me arranque la pata a mordiscos y me aleje, “No esperaba otra cosa de vos” le dije mientras buscaba la tarjeta del hotel y me encendía un Derby Suave para el camino.
Llegue a mi habitación y me bebí el insomnio, al día siguiente la llame desde la frontera con un tono muy estándar, le agradecí la amabilidad en la visita y nos deseamos la mejor de las suertes mientras tapizábamos los silencios incómodos.
Con el paso de los años nos hemos visto unas cuantas veces más en escenarios alternos, un día nos tomamos unas copas extra y la conversa nos llevo a un punto raro:
-“¿Qué no hiciste en Paris aquella tarde que nos vimos?”
Ella sabia que mis días eran contados y que tuve que sacrificar alguna cosa de mi agenda para encontrarnos en aquella insípida primera salida. Me escondí entre sus intentos sin querer confesar mi costo de oportunidad, ya acorralado tuve que confesar.
-“Louvre, nunca llegue a entrar a Louvre”
Ella sabía que fue ahí donde nos encontramos, que estuve a no más de 10 metros del mayor santuario artístico del planeta pero simplemente no cruce esa línea. Sus ojos le volvieron a brillar bonito y el ambiente se puso nuevamente tibiecito mientras le temblaban los labios exigiendo inmediata atención. Tal vez lo veía como un gran sacrifico pero yo no, para mi fue algo natural, para aclarar sus dudas le explique mis porqués con una sola frase.
“Entendeme mujer, yo fui a Grecia a ver el Partenón, fui a Roma a ver la Capilla Sixtina, pero yo vine a Paris a verte a vos”.
Fin de la primera parte…
martes, 31 de marzo de 2009
5 de la Calaca
Quien sepa que fue la Calaca se lleva 20 millones de puntos reiki
1. Adrián: ¿Estarías de acuerdo con que Chávela Vargas venga a morir a Costa Rica?
Azopfeiffer: Claro, de hecho deberían habilitar un número 900 para decidir como quisiéramos que muriera.
Mi personal favorita sería la opción A, cáncer de Próstata.
2. Bienvenido a la Calaca, el único programa cuya Sala de Redacción es mayoritariamente heterosexual, muérase de la envidia el canal del trencito.
3. A todos los choferes, remeseros, buceros, taxistas y demás trabajadores del volante que se acerquen al balcón de la radio, les estaremos regalando porno, y no esas revistas “de buen gusto y fotografía artística”, el porno que está diseñado únicamente para irse a matar a pajas.
4. …Me le puede enviar un saludo a mi primita que esta cumpliendo años en Puntarenas…
–Claro, un saludo imaginario a la primita de esta ignorante que piensa que Radio Victoria se escucha a más de cuatro cuadras de la estación.
5. Caen la torres gemelas, el mundo esta al borde de una gran guerra y Costa Rica no se aísla de esto, surge en nuestras mentes una solución conciliadora: (más de un año antes que lo hiciera Televisa y Telefe)
Aprovechando el boom que había generado el Big Brother mexicano, una mente maestra con poderes casi infinitos albergó a líderes mundiales (también a Abel Pacheco y a Oscar Arias) para que los oyentes de Radio Victoria (curiosa selección mediática) escogieran por medio de sus llamadas y votos electrónicos al próximo regente de la humanidad.
A la casa ingresa George W Bush, Saddam Hussein, Osama Bin Ladem, Tony Blair, Oscar Arias, Abel Pacheco, Jose Maria Aznar y demás habitantes de la casa. Resúmenes diarios y entrevista en confesionario iban narrando la bizarra pero carcajeante convivencia entre los señores, quienes irían abandonando la casa semanalmente (el que menos votos acumulaba iba jalando) hasta conseguir un gran ganador que sería premiado con el mundo.
Un Saddam como el malo de las fabulas, Oscar Arias con un ego que no cabía en la casa, un Osama que nunca se dejo ver ni escuchar, un George que era el matón del colegio (con problemas de retraso mental, obviamente) y entre todos un personaje que se robo el corazón de nuestra limitadísima audiencia.
Tony era un buen muchacho, con sentimientos puros y transparentes que se había enamorado perdidamente de George y de la piednas de Adrian, tenía problemas de seseo que no lo limitaban para escibidle poemads a Geordgie y a cantadle canciones como Cadless Wisped.
Para el visionario Gran Armado que nos enseño a que siempre es mejor hacer el humor y no la guerra.
1. Adrián: ¿Estarías de acuerdo con que Chávela Vargas venga a morir a Costa Rica?
Azopfeiffer: Claro, de hecho deberían habilitar un número 900 para decidir como quisiéramos que muriera.
Mi personal favorita sería la opción A, cáncer de Próstata.
2. Bienvenido a la Calaca, el único programa cuya Sala de Redacción es mayoritariamente heterosexual, muérase de la envidia el canal del trencito.
3. A todos los choferes, remeseros, buceros, taxistas y demás trabajadores del volante que se acerquen al balcón de la radio, les estaremos regalando porno, y no esas revistas “de buen gusto y fotografía artística”, el porno que está diseñado únicamente para irse a matar a pajas.
4. …Me le puede enviar un saludo a mi primita que esta cumpliendo años en Puntarenas…
–Claro, un saludo imaginario a la primita de esta ignorante que piensa que Radio Victoria se escucha a más de cuatro cuadras de la estación.
5. Caen la torres gemelas, el mundo esta al borde de una gran guerra y Costa Rica no se aísla de esto, surge en nuestras mentes una solución conciliadora: (más de un año antes que lo hiciera Televisa y Telefe)
Aprovechando el boom que había generado el Big Brother mexicano, una mente maestra con poderes casi infinitos albergó a líderes mundiales (también a Abel Pacheco y a Oscar Arias) para que los oyentes de Radio Victoria (curiosa selección mediática) escogieran por medio de sus llamadas y votos electrónicos al próximo regente de la humanidad.
A la casa ingresa George W Bush, Saddam Hussein, Osama Bin Ladem, Tony Blair, Oscar Arias, Abel Pacheco, Jose Maria Aznar y demás habitantes de la casa. Resúmenes diarios y entrevista en confesionario iban narrando la bizarra pero carcajeante convivencia entre los señores, quienes irían abandonando la casa semanalmente (el que menos votos acumulaba iba jalando) hasta conseguir un gran ganador que sería premiado con el mundo.
Un Saddam como el malo de las fabulas, Oscar Arias con un ego que no cabía en la casa, un Osama que nunca se dejo ver ni escuchar, un George que era el matón del colegio (con problemas de retraso mental, obviamente) y entre todos un personaje que se robo el corazón de nuestra limitadísima audiencia.
Tony era un buen muchacho, con sentimientos puros y transparentes que se había enamorado perdidamente de George y de la piednas de Adrian, tenía problemas de seseo que no lo limitaban para escibidle poemads a Geordgie y a cantadle canciones como Cadless Wisped.
Para el visionario Gran Armado que nos enseño a que siempre es mejor hacer el humor y no la guerra.
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