miércoles, 14 de octubre de 2009

peRRorata

La llegada del mes de diciembre para un niño que pertenece a una familia que aspira a la clase media baja, trae consigo un tesoro maravilloso que llena los corazones de paz y una cierta sensación de esperanza. De una manera casi milagrosa la buenos deseos se materializan llenando de sonrisas cada rincón de la, hasta noviembre, apagada y mustia casa. Diciembre trae consigo el aguinaldo de los papás.

Se trata de ese salario que fue prudentemente recortado del pago mensual, por un estado que quiere que paguemos marchamos y fomentemos ese maravilloso espíritu navideño que se construye en esos pequeños talleres en donde el viejo gordo vestido de rojo suele ser el dueño gringo y los pequeños que parecen duendes suelen ser niños trabajadores de países subdesarrollados.

Y cuando llega está mas comprometido que el presupuesto estatal de Haití, y por supuesto, con este raquítico excedente no alcanzaba para financiar la existencia de Santa Claus, por tanto se nos entregaba en billetes un dinero que debía ser dividido entre los anhelados juguetes nuevos y piezas vitales de vestuario para el próximo año, como los pantalones Dynamite de ácido wash o los zapatos callejeros de zapaterías Calderón. En este balance quedaba reflejada la entrada de la pubertad, como decía mi hermano es como pasar de la hamburguesa al Big Mac, toda una grada generacional.

Fue necesaria mas de una década para descubrir la intervención de algún ser superior en la asignación de presentes durante la noche de paz. En una canasta de mimbre y forrada en una cobija de pana roja apareció una gordita divina, un pedacito del amor de Dios que llegó a mi casa con colilla navideña de mi mamá.

Todo el mundo siempre desconfió de la autenticidad de su raza, claro que ningún chihuahua era mas grueso que largo, parecía una especia de cruce entre doberman pincher y lata de atún pero no creo que exista un ser -y en esta categoría se eliminan primero todos los seres humanos- que tenga tanta capacidad de amor.

Desde el primer día aprendió a dormir en una esquina de la cama en donde no estorbara a nadie, es decir, mientras los demás estuvieran despiertos le encantaba escalar sobre el pecho de los humanos y dejarse caer pesadamente de panza; pero en el momento donde intuía que ya era hora de dormir ella se levantaba y se colocaba en el punto mas distante de la cama porque a Migor no le gustaba molestar.

Creo que fue originalmente nombrada Sandy o alguno de esos nombres horribles, pero pronto escogió ser llamada Migor como diminutivo de mi gordita, ese nombre siempre le gustó.

No quisiera hacer de esta una historia trágica, pero un día llegue a casa y encontré una nota que me redirigió al veterinario donde Migor tenía el cráneo fracturado dejando ir un poco la inflamación de un cerebro herido producto de un golpe que trato siempre de entender como un accidente. Aparentemente ella podría volver a su vida normal de amor desinteresado si lográbamos que la inflamación cerebral cediera, el cráneo soldara protegiendo lo endeble de su vidita, pero las posibilidades no eran muy buenas, cualquier otro golpe podría haber potenciado más su muy prematuro fallecimiento.

Durante tres días con sus mañanas, medios días, tardes, noches y madrugadas ella estuvo luchando en el acolchonado cuadrilátero de mi cama, tratando a rastras de encontrar una esquina en donde no estorbara nadie, por supuesto eso conllevaba a que fuera necesario evitarle el choque contra los bordes, precaución que no se podía alcanzar dormido, por tanto mis minutos de sueño siempre venían precedidos de los cortos ratos de descanso de mi gordita gladiadora.

En uno de esos últimos momentos consiguió trepar sobre mi pecho y dejarse caer lentamente de panza y colocar su pequeño hocico sobre mi hombro, yo creí que eso era un signo de mejoría, lo que pasó es que hasta ese momento se sintió cómoda para dormir a la par mía, una parte en mi todavía espera que despierte.

No se quien escribió esta frase pero la comparto plenamente: si los perros no van al cielo cuando yo me muera quiero ir donde van ellos.

Cuando la enterramos le prometí que algún día nos reencontraríamos y yo ya no seria su dueño ni ella mi perro, seriamos iguales y tendría pues la posibilidad de escogerme a mi o a cualquier otra persona para ver tele, ojala me escoja a mi porque tengo muchas ganas de ver otra película con Migor.

Ese día puse un lazo negro en mi avatar, una amiga me preguntó por quien era y le conté aproximadamente esta misma historia, se la cerraba con un detalle curioso, esa fue la primera noche en 10 años que llegue a una casa en donde no me esperaba nadie, esa fue la primera noche de mi vida que dormí solo.

Ya después de eso me ha sido imposible tener otro perro, siempre sentí que sería como tratar de sustituira a Migor, además no creo estar listo para volver a pasar por un proceso emocional tan intenso.Con esto no quiero decir que no ame a los perros o que descarte algún día vivir en una casa grande y rodeado de mil de esos pintas que andan por las calles haciendo sus perradas.

Esta peRRorata no es completamente injustificada, hoy recibí una buena noticia. Bruno y Carlota, los perros que viven con mi mamá están esperando sus primeros hijos para este diciembre... para esta navidad.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Migor siempre nos recibía con un ladrido, cuando los amigos de Mau llegábamos a su casa a botar entrés destapando conversaciones y una que otra botella, luego nos movía la colita y buscaba ser acariciada en el lomo. Ella no olí a perro, aunque muchos pensaran que sí, era a cariño, lealtad y amor sincero, ese que muchos humanos jamás se imaginarían en sentir. Nos causaba risa lo gorda que era y la blusita que por lo general llevaba puesta, de hecho nos sirvió en el periódico Al Día de modelo, la modelo más linda que jamás hallamos tenido.

Este es el link: http://www.aldia.cr/ad_ee/2006/abril/21/vivirhoy3.html

Meminho dijo...

Que pena. Por eso creo que mi papá no nos dejaba tener mascotas, a lo mejor para evitar ese tipo de dolores.

Azopfeiffer dijo...

Y los orines en la sala, creo que los orines también tendrían que ver, jajaja