Caminando por las calles oscuras con ropas raídas, esquivo los carros que insisten en arrollarme, yo era grande pero cuando saltaba caía pequeño. Si yo soy grande ¿Porque debo rehuirles? Cuando los confronto se hacen diminutos y se cuelan entre mis piernas a toda velocidad, aceleran como desquiciados evadiéndome.
Sus conductores desaparecen y sus ventanitas se hacen de metal, me lanzo tras de ellos tratando de poseerlos para mi pero ahora soy enorme y mis inmensas manos poco pueden hacer para enganchar esos raudos vehículos que me enloquecen.
Soy tan grande que las calles son pequeñas, desde arriba puedo ver la luz pero mi espalda tapa completamente al sol y llena de sombras a mis pies, ya no quiero ser grande, quiero montarme en uno de esos diminutos carros y manejar como un demente, devorar el pavimento y escapar del gigante.
Soy tan grande que soy el mundo y olvido las calles pequeñas en la medida que encuentro otras mayores, nuevos carros gigantescos me quieren destrozar pero yo ya no quiero enfrentarlos para tener luego que perseguirlos.
Con un terminal esfuerzo lleno mis manos de mi vida y me lanzo y rozo con los dedos una pequeña ambulancia, la velocidad se come mi mente, viajo a un millón de años luz por segundo, cada carro es una vida, cada carro es una historia.
Me pasaré lo que me queda de vida en el suelo, siendo arrollado por diminutas historias veloces.
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4 comentarios:
Finalmente ocurrió. Perdiste el último tornillo
Mae que te fumaste?
lo más bello que he leído en meses
Oh si ... los pensamientos.. era lo k faltaba... genial !
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